La necesidad del maestro II
Prócoro Hernández Oropeza
Estiman los grandes sabios que el hombre tiene un doble
deber aquí en la tierra: preservar su vida y realizar su Ser. No sólo ha venido
a vivir esta vida ordinaria que sólo busca satisfacer sus necesidades
materiales para sobrevivir. No, su propósito es desarrollar su Ser, reconocer
su esencia divina y trascender estos deseos mundanos que lo mantienen en el
sufrimiento y la dualidad.
Sostiene el maestro Sivananda que para preservar su vida
tiene que aprender a trabajar por su sustento diario. Y para realizar su Ser
tiene que servir, amar y meditar. Para la realización del Ser se requiere un
maestro, un verdadero maestro espiritual. Sivananda distingue dos tipos de
maestros: el que enseña el conocimiento de las artes mundanas, de las cuales
hemos tenido muchos a lo largo de nuestro aprendizaje académico o escolar al
que se le denomina Siksha Guru; el otro es el que le muestra el sendero de la
realización espiritual, al cual se le llama Diksha Guru. Los primeros pueden
ser muchos, tantos como cosas a aprender. El segundo, el Diksha Guru sólo puede
ser uno, aquel que le guía en la liberación, más él no libera al adepto, sólo
le muestra el sendero, porque el trabajo de realización espiritual lo debe
realizar el propio adepto o alumno.
Una pregunta que todos se hacen es ¿cómo voy a encontrar a
mi maestro o Guru? Los sabios afirman que cuando el alumno está listo el
maestro llega. Porque el Guru es Dios manifestado en una forma personal, tal
como lo fue Jesús, Buda, Krishna. Es la gracia de Dios que encarna esos
avatares o gurus, por lo mismo el Guru está unido a Dios e inspira devoción a
los demás y su presencia purifica a todos.
Para ser un Guru, este tiene que recibir un mandato de Dios,
se convierte en su mensajero y transmite sus enseñanzas a través de él. Es un
sabio liberado que ha logrado su liberación de sus agregados psicológicos o
demonios internos y se convierte en un océano de bendición, conocimiento y
misericordia. Se convierte, por tanto, en el capitán de tu alma y es una fuente
de alegría. Te muestra el sendero correcto y divino, te alarga la cuerda del
conocimiento para salvarte del océano del Samsara en el que te ahogas.
Sostiene Sivananda que el hombre sólo puede aprender del
hombre y, por eso, Dios enseña a través de un cuerpo humano. Es la puerta hacia
conciencia de la verdad trascendental, pero el aspirante tiene que entrar por
ella. El Guru es una ayuda, pero la verdadera tarea de realización espiritual o
práctica espiritual recae en el aspirante. El aspirante que se halla bajo la
guía de un maestro está a salvo de extraviarse. Su asociación con el Guru es
una armadura y una fortaleza para guardarse de todas las tentaciones y fuerzas
desfavorables del mundo material.
Por ello los sabios indican que no busques de aquí para
allá, como los gallos. No perfores aquí y allá pequeños pozos para obtener agua
pues pronto se secarán. Perfora un pozo profundo en un solo lugar. Centraliza
todos los esfuerzos allí, y conseguirás agua abundante que te abastecerá
durante todo el año. Del mismo modo
trata de absorber completamente las enseñanzas espirituales de un solo
preceptor. Deja de tener la mente inconstante de una prostituta.
Sin un maestro o guía no podremos entender muchos misterios
que se encuentran en los libros sagrados que nos han legado esos grandes
maestros. Las escrituras sagradas, afirma Sivananda, son como un bosque. Tiene
pasajes ambiguos y algunos son aparentemente contradictorios. Otros tienen un
significado esotérico y diverso y una explicación oculta. Sus referencias se
entrecruzan, por ello se necesita un maestro que te proporcione el significado
correcto, que haga desaparecer las dudas y ambigüedades y que ponga ante ti la
esencia de esas enseñanzas. Así como Jesús enseñó con parábolas para que su
enseñanza no se pervirtiera ni se perdiera, lo mismo hizo diez mil años antes
Hermes Trismegisto.
Por ello, un neófito no puede tener a Dios como Guru para
comenzar, para ello necesita tener una mente pura y perfección ética, ser
intensamente virtuoso y estar por encima de la conciencia ordinaria o física.
Tan sólo puede entonces tener a Dios como Guru.
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