El ego y la culpa
Prócoro Hernández Oropeza
Todos, en cierta forma, tenemos un sentimiento de culpa. Nos
sentimos culpables por muchas acciones del pasado que hemos considerado no
fueron las correctas. No nos portamos bien con nuestros padres, hermanos,
familia; no cumplimos metas que nos trazamos; desaprovechamos grandes
oportunidades o dimos al traste con proyectos que nos hubiesen generado
bienestar o riqueza; por destruir nuestro planeta, maltratar animales, insultar
a personas, no ser un buen ciudadano o un buen creyente.
Pero este sentimiento de culpa viene de muchos ayeres, por
errores que hemos cometido en otras dimensiones, en otros planetas o universos
tal vez; posiblemente desde que se dio la primera rebelión de los ángeles
caídos, pero también cuando fuimos corridos del paraíso. Todas las culturas
antiguas hablan de esta caída, cuando fuimos expulsados del paraíso.
En Salmos 51:3-5 se dice: “Porque yo reconozco mis
transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti
sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos, de manera que eres
justo cuando hablas, {y} sin reproche cuando juzgas. He aquí, yo nací en
iniquidad, y en pecado me concibió mi madre.” Aquí existe otra culpa, el de
haber nacido del pecado.
Así que el sentimiento de culpa es muy común entre los seres
humanos, aunque en unos más que en otros. Podemos adoptar el rol de culpables
con un victimismo latente, alimentando nuestro venenoso fuego con una leña
cargada de recuerdos en los que se agolpan todos los daños que hemos
causado. ¿Qué hacer para eliminar esta
culpa? Los maestros han dicho que ante todo el daño que hemos hecho a nosotros
mimos y a los demás la solución es
rectificar. La rectificación sin la culpa, desde la ecuanimidad que otorga la
comprensión. Porque no existe nada en el mundo o error que no pueda ser
cambiado, perdonando. Recuerden, Dios no castiga, es amor, es inocente. Por lo
mismo se debe adoptar una opción alternativa y mucho más interesante que consiste en la actitud de no malgastar energía
en lo pasado y mirar hacia delante, procurando no cometer los mismos errores.
El perdón es fundamental, pero ese perdón tiene que ser sin
juicio, ni crítica. Perdonar equivale a fusionarnos a ese camino que nos lleva
hacia la fuente. Porque cuando erramos nos salimos del camino. Aunque como
sabemos, el pecado tiene una connotación religiosa. En otro contexto se puede
entender al pecado como errar en el blanco, que en realidad eso es lo que
significa. Si estás en el ego manifiestas el error. Errar es no haber estado
conectado con el corazón, cuando erramos nos salimos del camino.
Cuando se comete el error, la caída, viene una vergüenza o un sentimiento de malo y un arrepentimiento.
Pero habría que preguntarse ¿quién se avergüenza? ¿Quién se siente mal? Porque
luego de una discusión, pleito o lucha con alguien, puede ser la pareja, viene
el arrepentimiento, el perdón y se buscan formas de lograr el contento. Pero ese
es el ego el que se siente arrepentido y desde ese ego peleonero se busca el
perdón. Y sí, se hacen las paces por un momento, pero más tarde, mientras no se
eliminen esos agregados psicológicos que provocaron la pelea, no habrá paz, ni
contento.
Si te equivocas el ego te dice: ¡Oh te equivocaste! Esto no
se puede rectificar, realmente soy una mala persona, qué vergüenza, no me
siento muy bien, me siento muy mal, qué voy a hacer. De la vergüenza se pasa a la culpa. Y de la
culpa a la impotencia por no saber qué hacer; eso es ignorancia, una dosis
letal de ignorancia del ego en nuestra psique. No hay nada qué hacer, ya
ocurrió, es irreparable, esto no tiene perdón. Qué mal me siento. El ego se regodea
en el dolor y ese dolor genera el sufrimiento.
Por tanto, la culpa es un invento del Yo, no pertenece a las
esfera divina. Esto es la psicología del ángel caído. En los seres de luz no
existe el sentimiento de culpabilidad, la vergüenza. En la culpa también está
el remordimiento, pero desde el yo, no la rectificación. Sólo queda entonces
estar atentos a lección que da el Ser. Ver la instrucción que el Ser aporta
para rectificar. Esa es la actitud del hombre consciente. Si se rectificas no se
copia al yo. La culpa no pertenece a nuestra naturaleza, a ella pertenece la
rectificación, que incluye la reflexión y el arrepentimiento y de allí parte un
proceso sobre la eliminación del ego, el creador del conflicto y el
sufrimiento.
si desea saber más sobre la culpa, el próximo 8 de Junio, José María Ruiz impartirá la conferencia: La culpa y el perdón, a las 19 hrs, hotel ejecutivo exprés. correo: procoroh@gmail.com y próximamente aquí en Puerto Vallarta.
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