El conocimiento interior
Prócoro Hernández Oropeza
En esta vida uno se relaciona con diferentes personas, unas
creyentes, otras medio creyentes, unas más indecisas o de plano ateas,
pesimistas y las hay que profesan una profunda convicción de que existe algo
sublime y bello en su interior y lo más importante, han tenido experiencias
divinas y contacto con su divinidad interna y abrevan de esa sabiduría.
En el planeta existen muchas personas que son o se creen muy
cultas, doctas en ciencia, cultura, literatura o filosofía. Por tanto no
aceptan la idea de una divinidad o de algo superior al hombre, Dios o un
creador universal, sólo les importa disfrutar esta vida material, las riquezas
mundanas, el conocimiento intelectual, lo demás es insustancial. A estas
personas se les llama intelectualoides debido a que su centro principal
inferior es el intelectual y para ellos es lo único y valedero.
Como seres humanos, nuestra psique posee siete centros,
cinco inferiores y dos superiores. Se les llama a estos los siete centros de la
máquina humana porque estos son como engranes que nos impulsan a movernos, a
pensar, sentir y actuar. 1-El
pensamiento (o intelecto), 2-El sentimiento
(o emociones), 3-El centro instintivo (todo el trabajo interno del
organismo), 4-El centro motor (todo el
trabajo externo del organismo, el movimiento en el espacio, etc.) y el centro
sexual (función de los principios masculino y femenino, en todas sus manifestaciones).
Aunque todos afectan nuestra máquina, en algunos pesa o
influye más un centro que el otro; en unos el intelectual, en otros el emocional o el motriz. Quienes usan más la parte intelectual
son aquellos que teorizan todo, o tratan
de explicar cualquier evento desde el plano mental. Otros son controlados por
la parte emocional inferior, son sus emociones las que le impelen a actuar, así
como aquellos que no paran, corren, se mueven de un lado a otro es porque su
centro motriz los mantiene muy activos. Todos estos centros son llamados
inferiores porque nosotros no tenemos control de ellos, más estos nos controlan
a través de los Yoes.
Cada uno de estos cinco centros inferiores poseen todo un
juego complicadísimo de acciones y reacciones. Sólo comprendiendo a fondo todo el mecanismo de
cada uno de estos centros estamos en camino de disolver el yo. Nuestros
pensamientos, sentimientos, ideas, esperanzas, temores, amores, odios,
acciones, sensaciones, placeres, satisfacciones, frustraciones, etc., se
encuentran en estos centros. Toda nuestra vida se desenvuelve en función de
esos centros y es controlada por ellos. Lo negativo es que no nos damos cuenta
y pensamos que así debe ser la vida, las cosas.
Cuando tomamos conciencia podemos asumir control de estos
centros y conectarnos con los centros superiores, el de la emoción y el
intelecto superiores. Son superiores porque ellos están ligados, conectados con
nuestra parte divina, con nuestro Ser. Estos son los dos centros divinos, los
verdaderos instrumentos del Eterno e imperecedero Hombre con Alma.
Con estos centros superiores podemos estudiar profundamente
los grandes misterios de la vida y de la muerte. Podemos penetrar dentro de la
Gran Realidad que se halla mucho más allá de la Eternidad y del Tiempo. La
verdadera sabiduría deviene a través de ellos. Es a través de estos dos centros
por donde los hombres ilustres, tanto de la ciencia, música, escritura,
pintura, escultura, toda la manifestación artística pueden penetrar a esa
sabiduría divina ancestral. Ahí abrevaron Mozart, Bach, Pitágoras, los grandes
sabios de Egipto, Grecia, en la antigua cultura maya, azteca, inca. Ese
conocimiento divino que posee una visión más amplia para explicar el origen del
universo, las galaxias, esta humanidad. Las explicaciones “científicas” o
“racionales” de los intelectualoides para explicar muchos fenómenos como el
origen del hombre se han venido a tierra.
Dice el maestro Samael Aun Weor, a las almas
perversas no les gusta que se les hable de lo divino, ni que les hablen de los
dioses. Esos, los intelectualoides, dice Samael, hablan como loros, pero sin
haber experimentado lo que hablan. Critican a todo aquel que habla de
espiritualismo o divinidad o de Dios y piensan que son ignorantes, idólatras,
pero aquel que vive en y habla de espiritualidad sabe vivir dignamente entre
los hombres. El que sabe vivir es un maestro y el que sabe teorizar es un
intelectual.
Para Samael esas gentes no entienden de los mundos internos,
porque son ignorantes y el ignorante siempre cree que solamente él tiene la
razón. La razón del ignorante depende de su ojo y de su oído y estos órganos
solo perciben lo que está fuera de ellos, así que si se les dice que los mundos
internos están dentro de sí mismos, se espantan, y de inmediato nos ofenden con
crueldad, precisamente porque ellos son necios y crueles a la vez. Ellos están
acostumbrados a pensar a su manera de ver y terminan por burlarse, porque la
burla es más fácil que el análisis: ellos jamás se toman la molestia de
analizar y lo confirman cuando dicen, eso no está demostrado: esos seres sufren
de un mal que se llama pereza mental, así que les fastidia sobre manera que
alguien trate de sacarlos de sus hábitos y costumbres que ya han modelado su
triste existencia, por ello podemos exclamar como el Dante: "Lo triste es
así"...
Si deseas saber más acerca del Conocimiento Interior, en Inkarri Impoartimos este módulos con 20 conferencias y 6 Respiraciones Pneuma. Informes a este corro: procoroh@gmail.com, pneumasystempv@gmail.
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