De las cátedras de la virtud*
Prócoro Hernández Oropeza
En su peregrinar por el mundo, luego que bajó de la montaña,
Zaratustra fue a escuchar un sabio que sabía hablar bien del dormir y de la
virtud: por ello, se decía, era muy honrado y recompensado, y todos los jóvenes
se sentaban ante su cátedra. A él acudió Zaratustra, y junto con todos los
jóvenes se sentó ante su cátedra. Y así habló el sabio:
¡Sentid respeto y
pudor ante el dormir! ¡Eso es lo primero! ¡Y evitad a todos los que duermen mal
y están desvelados por la noche!
Incluso el ladrón
siente pudor ante el dormir: siempre roba a hurtadillas y en silencio por la
noche. En cambio el vigilante nocturno carece de pudor, sin pudor alguno
vagabundea con su trompeta.
Dormir no es arte
pequeño: se necesita, para ello, estar desvelado el día entero.
Y el sabio les ensena diez acciones que deben realizar antes
de dormir:
1.
Diez veces tienes que superarte a ti mismo
durante el día: esto produce una fatiga buena y es adormidera del alma.
2.
Diez veces tienes que volver a reconciliarte a
ti contigo mismo; pues la superación es amargura, y mal duerme el que no se ha
reconciliado.
3.
Diez
verdades tienes que encontrar durante el día: de otro modo, sigues buscando la
verdad durante la noche, y tu alma ha quedado hambrienta.
4.
Diez
veces tienes que reír durante el día, y regocijarte: de lo contrario, el
estómago, ese padre de la tribulación, te molesta en la noche.
Son cuarenta acciones virtuosas que el hombre debe realizar
para lograr conciliar un buen sueño. No dar falso testimonio, no cometer
adulterio, ¿Me dejaré llevar a desear la
sierva de mi prójimo? Todo esto se avendría mal con el buen dormir, se pregunta
el sabio.
Más dice: “Y aunque se tengan todas las virtudes, es
necesario entender aún de una cosa: de mandar a dormir a tiempo a las virtudes
mismas. Paz con Dios y con el vecino: así lo quiere el buen dormir. ¡Y paz
incluso con el demonio del vecino! De lo contrario, rondará en tu casa por la
noche. ¡Honor y obediencia a la autoridad, incluso a la autoridad torcida! ¡Así
lo quiere el buen dormir! ¿Qué puedo yo hacer si al poder le gusta caminar
sobre piernas torcidas?”
El sabio nos está proponiendo lo que otros sabios lo han
reafirmado. Estar atento, en plena conciencia de tu día, en auto observación y
transformación. Ser un guerrero que observa cómo circulan por su psique las
tropas del ilusorio, del ego y transforma esas mezquindades en pensamientos y
acciones virtuosas. Así, dice el sabio, transcurre el día para el virtuoso… Y rumiando
debe interrogarse a sí mismo, paciente igual que una vaca: ¿cuáles han sido,
pues, tus diez superaciones? ¿Y cuáles
han sido las diez reconciliaciones, y las diez verdades, y las diez carcajadas
con que el corazón se hizo bien a sí mismo?
Mientras Zaratustra
oía hablar así a aquel sabio se reía en su corazón: pues una luz había
aparecido entretanto en su horizonte. Y habló así a su corazón:
“Un necio es para mí este sabio con sus cuarenta
pensamientos: pero yo creo que entiende bien de dormir.” Con ello Zaratustra pretende decir que acerca
de las virtudes le falta más comprensión. Su sabiduría dice: “velar para dormir
bien.” Dormidos estamos y lo que se
requiere es estar despiertos, atentos, sin usar a las virtudes como
adormideras, sino para la verdadera transformación del hombre, un hombre que ya
no suena, siempre está despierto, siempre en vigía, como un verdadero caballero
águila.
*Extractos de libro: Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche.
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