El amor como virtud falsa
Prócoro Hernández Oropeza
El amor es un concepto muy manoseado, estropeado,
comprimido, golpeado, lacerado, insultado, menospreciado, sobajado o reducido a
un simple intercambio de favores, te quieros,
besos, abrazos y regalos. Como un intercambio material que lo convierte
en una virtud falsa.
Así como existen virtudes verdaderas, las hay también falsas
y la humanidad no logra distinguirlas con claridad. Alguien, no recuerdo, dijo
que las virtudes, cuando son verdaderas, poseen una intrínseca solidez, que no
depende de estímulo o de apoyos exteriores. Estas se ambientan en el mundo, sin
confundirse con él, y se confirman en el mundo y en medio de las dificultades,
como los rayos de sol que hieren el barro y lo secan sin mancharse.
Mientras las verdaderas dan unidad a la vida de las personas
que las ejercitan, las falsas virtudes conducen a esa separación, al
sufrimiento, a la ilusión del ego; las falsas virtudes nos alejan de la verdad,
son ilusiones que aporta el ego para su propia conveniencia. Mientras la virtud
es una cualidad intrínseca de cada ser humanos, es parte de su verdadera
naturaleza, las virtudes falsas son como alucinaciones o espejismos creados por
nuestros Yoes. Algo así como lo que experimenta un caminante que lleva días por
el desierto; agobiado por la sed y el calor, de pronto ve a lo lejos un oasis,
pero sólo está en su imaginación, es un espejismo de su mente.
Las falsas virtudes son fango dorado que, visto desde lejos,
parece oro, pero que cuando se coge en la mano se ve inmediatamente, por falta
de peso, que ese oro es falso y basta con un ligero arañazo para poner al
descubierto el fango que se oculta tras el ligerísimo velo de oro. En cambio,
las verdaderas virtudes son oro, oro puro, sin escorias, aunque algunas veces
este oro puro esté manchado por alguna salpicadura de fango: oro sucio de
fango.
Así es como confundimos el amor, el amor puro, noble e
incondicional, aquel que no pide nada a cambio, no pretende buscar la felicidad
a través de que otra persona lo ame. El que brinda amor verdadero sólo entrega
amor porque esa es su naturaleza y no espera nada de nadie y por amor, perdona
las más crueles penalidades o sufrimientos que otros le infrinjan.
El amor como falsa virtud es aquel que da amor sólo si el
otro le hace feliz, le cumple sus caprichos, le llena una soledad, un deseo.
Ese es amor condicionado y es el que este mundo egoico, oscuro nos ha enseñado
a dar.
Una persona que sólo tenga una falsa devoción, una virtud
afectada y meramente exterior, a pesar de todas sus precauciones para
disfrazarse, no habrá de tardar en dar a conocer los desórdenes de su corazón,
ya por las palabras, ya por las obras. De esta virtud falsa nace la hipocresía.
Nos tornamos hipócritas y amamos o damos amor por conveniencia. Cuando el amor
es una virtud verdadera, quien la pregona no ama sólo un día ni escoge una
fecha para decirle al otro que le ama. La ama de instante en instante, sin
importar sus estados de ánimo, sus caprichos o sus gustos. El amor sale de su
corazón y se manifiesta en dicha, felicidad, armonía, sabiduría, compasión. Por
eso dicen los maestros que el amor es un hilo de oro que engarza un alma a
otra, no reconoce fronteras, ni raza, ni distingue credos o filosofías porque
está expresando el amor de Dios, es uno con Dios; es Dios expresándose a través
de él.
Te amo sin límites ni convenciones
Sin ataduras ni lisonjas, te amo porque
eres mi espejo y sólo veo a Dios en ti.
Lo veo a través de tus ojos,
lo siento en tus manos cuando acaricias,
aunque a veces percibo tentación en ellas,
es natural, puesto que también el oscuro habita
en nuestra alma y quiere deleitarse con sus deseos.
Te amo día y noche, sin descanso, sin tregua.
El amor no tiene vacaciones, ni días libres
Está en cada pensamiento, en cada deseo, encada paso.
En cada respiro, en todo lo que veo.
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