Karma nacional


Prócoro Hernández Oropeza
Hoy este país, México, sufre diversas contrariedades, lo mismo acontece allende su frontera. Problemas como injusticia, discriminación, hambre, corrupción, lujuria, ambición, codicia, violencia, guerras se manifiestan en diferentes países también; por momentos se acentúan y en otros se recrudecen y afectan, no sólo a un país, sino a todo el mundo. Eso ya se ha visto en las dos guerras mundiales, pero también hoy, con la globalidad, todo es más sensible y lo que ocurre en otro país impacta en casi todo el mundo.
Si el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump abre la boca, hace tambalear las bolsas de valores o las monedas internacionales, como es el caso de la mexicana. En los antiguos libros sagrados de la India y en otros con diferentes matices nos explican parte de estos fenómenos y ocurrencias humanas, a los que denominan Karma. Sabemos que la ley del Karma, es una de tantas leyes que nos gobiernan en este planeta. Es la ley de acción y reacción, de causa y efecto, que significa que toda acción tiene su correspondiente reacción, de igual intensidad pero en sentido contrario. Y existen cuatro tipos de karma: Existen los siguientes tipos de karma: Karma individual, familiar, nacional y mundial.
Cada uno vive su propio karma individual, pero no está exento del familiar, ni de los otros niveles del karma. El individual son todos aquellos procesos que vivimos en el plano personal, sea de amor o anti amor, felicidad o tristeza, prosperidad o escases, de paz interior o  estrés. Todos ellos son efectos de lo que creamos en esta o en las vidas pasadas. Y este karma se correlaciona con el familiar y de acuerdo a ello nos asignaron una familia estable, amorosa, próspera o su contrario, inestable, de escases y nada amorosa. En otros niveles ese karma se engarza con el colectivo, por ejemplo si en vidas pasadas formamos parte de un grupo que generó violencia o sufrimiento a otro grupo de personas, inclusive quitándoles la vida. En esta vida puede que ese karma se pague en grupo, por ejemplo aquellos que mueren en un incendio, en un terremoto o un atentado.
El nacional es el que nos toca vivir. Si vivimos en México o en España, todo lo que ocurre aquí es parte de nuestra creación. En México se vive una etapa complicada, plagada por corrupción, violencia, deshonestidad, intolerancia, injusticias y que se manifiesta mayormente en las élites que gobiernan al país. Cómo enfrentar esta situación. Lo he dicho en otras ocasiones: identificando y sufriendo por todo esto que nos ocurre u observando desde nuestra parte divina y comprendiendo que son procesos que nos ha tocado vivir por cuestiones karmáticas y a las que podemos trascender sin el sufrimiento, sólo aprendiendo las lecciones de cada evento.

Todos los Cristos, Salvadores o  Avatares han encarnado para instruir a la humanidad y nos han enseñado la forma de comportarnos y para que no suframos e involucremos en más karma. Por ejemplo, en la Biblia encontramos lo siguiente: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Epístola a los Gálatas VI, 7). La forma de expiar el karma individual es haciendo el bien, dice la Biblia: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas VI, 9); o de lo contrario sufrir en carne propia la reacción de nuestras malas acciones. El karma nacional se adquiere cuando una determinada nación, en forma social, organizadamente, en forma grupal o en forma social,  comete algunas faltas; tales como, invasión a un territorio, violencia a otros pueblos, a otras naciones, guerras de expansión, colonizaciones violentas, esclavización de pueblos, deforestación, agresión a nuestra madre tierra, despilfarro de los recursos naturales, injusticias. Es lo que hemos sembrado, en esta o en otras vidas, lo estamos viviendo aquí y ahora y depende de nosotros como trascender estos actos karmáticos.

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