Entre la oscuridad y la luz
Prócoro Hernández Oropeza
En este país, pero también en otras latitudes, existen
grandes calamidades como hambre, injusticia, violencia, desigualdad,
enfermedades, guerras y mucho desamor. En este país, México, hay enojo, ira,
resentimiento, agobio, tristeza e incertidumbre por la forma en que sus
gobernantes y la clase política en general dirigen al país. La gente está en
las calle gritando, exigiendo la salida de su presidente, denunciando las
corruptelas y la complacencia de la partidocracia con la errónea política de
sus gobernantes.
Al otro lado de la frontera, ha sido nombrado un presidente
con altas dosis de xenofobia, racismo, misoginia y ultra nacionalismo. Muchos
de los ciudadanos norteamericanos aún no salen de la sorpresa y la decepción.
No se pueden explicar como un personaje, un magnate al que nadie daba un peso y
cuyas tendencias electorales no le daban la victoria, al final se impuso sobre
su contrincante, la demócrata Hilary Clinton.
Pero en México se inicia un nuevo año con mucho enojo,
decepción y pesimismo. Muchos analistas pintan un panorama nada halagador
debido a las erróneas decisiones del gobierno actual, pero sobre todo por su
falta de honestidad y respeto hacia sus ciudadanos, por la grave corrupción de
la clase política y el ensanchamiento de la brecha entre los ricos y los
pobres.
Ante ello, un grupo de jóvenes que se han abocado a luchar
para erradicar estas situaciones, oponerse al gasolinazo y a la corrupción, me
preguntaban qué hacer en estos casos. A diferencia de cuando era joven, hoy
ellos cuentan con una gran arma: las redes sociales y gracias a ellas se están
movilizando y peleando en las calles y en esas redes.
Lo único que les pude decir es que este gobierno es un
reflejo de nuestra condición humana. Y sólo con mucha sabiduría y amor se podrá
derrocar o al menos modificar en parte esta sociedad gobernada por la logia
negra. Esto ya lo demostró Gandhi en India y otros prohombres en otros países y
gracias a las redes sociales también derrocaron a dirigentes en Egipto, Hosni
Mubarak, Zine El Abdine Ben Ali en Túnez y Alí Abddalá Saleh en Yemen. No
obstante su caída, los problemas no se han resuelto y en India, aunque
corrieron a los ingleses, la pobreza ni la desigualdad han desaparecido. Pero
vale la pena luchar por la dignidad humana. Pero deben luchar, les dije, como
un guerrero de luz: con sabiduría, dignidad y amor.
Ellos, los jóvenes me contestaron que la gente está dormida,
inconsciente y a pesar de la situación crítica que se vive no hacen nada o
tiene miedo. Es verdad les digo, pero recuerden las palabras de un gran sabio y
maestro, el Dalai Lama que ha dicho: “Nuestro propósito principal en esta vida
es ayudar a otros. Y si no puedes ayudarles, al menos no le hagas daño.”
También ha manifestado que cuando conocemos la tragedia real en la vida,
podemos reaccionar de dos formas- perdiendo la esperanza y cayendo en hábitos
autodestructivos o usando el desafío y encontrando nuestra fortaleza interna.
Es posible que la situación actual es oscura, con muchas
resistencias y miedos, y es aquí cuando podemos recurrir a nuestra fortaleza
interna y encontrar las herramientas para desafiar y sobreponernos a cualquier
adversidad, con sabiduría, dignidad y amor. No con odio, miedo, rencor,
venganza o tristeza. Y otra vez recurro a las reflexiones del Dalai Lama: “El
amor y la compasión son necesidades, no lujos. Sin ellos la humanidad no puede
sobrevivir.” Lo peor que podemos hacer es caer en hábitos autodestructivos, en
violencia y rencor, como ya está ocurrienmdo en algunas partes del país.
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