Descubriendo el velo de Isis
Prócoro Hernández Oropeza
La mayoría andamos buscando respuestas a muchas
interrogantes sobre nuestra existencia. Esas respuestas las buscamos afuera, en
los libros, la filosofía, las religiones. Una parte de verdad está condensada
en ellas, la verdadera está dentro de cada uno de nosotros. En los Evangelios Apócrifos, en el de Santo
Tomás, Dídimo Judas Tomás, en el Logion 1 dice: “Y él ha dicho: Aquel que
encuentre la interpretación de estas palabras no conocerá la muerte”. En el
Logion 2: Jesús ha Dicho: “Que aquel que busque no cese de buscar hasta que
encuentre, y cuando encuentre será turbado y habiendo sido turbado, será
maravillado, y reinará sobre todo.” Y en
el Logion 3: Jesús ha dicho: “Si aquellos que nos guían os dicen: Ved el reino
está en el cielo, entonces los pájaros del cielo os aventajarán; si os dicen
que está en el mar, entonces los peces os aventajarán. Pero el reino está en
vuestro interior y fuera de vosotros. Cuando os conozcáis, entonces seréis
conocidos y sabréis que sois los hijos del padre que está vivo. Pero si no os
conocéis entonces estaréis en la pobreza y sois la pobreza.”
De cuántas maneras, todos los maestros nos han repetido
esa verdad: no busquéis el reino del cielo, ni a Dios en las alturas o afuera
solamente, está en nuestro interior. En Egipto, en la puerta del templo de
Sais, bajo la estatua de Palas se halla la siguiente inscripción: “Soy todo lo
que es, lo que ha sido y lo que será y ningún mortal ha levantado todavía mi
velo”.
Es el velo de Isis, el umbral que hay que atravesar
(dejar de ser un mortal) para conocer la totalidad, una manifestación de varios
procesos alquímicos o iniciáticos que conllevan a descubrir nuestra verdadera
naturaleza divina, al reencuentro de nuestra alma humana y el alma espiritual,
donde lo femenino sea igual a lo masculino y lo masculino sea igual a lo
femenino. El destape del velo de Isis representa la revelación de la luz y el
correr el velo de Isis significa convertirse en inmortal. Ese era el camino
iniciático que los maestros del antiguo Egipto enseñaban a sus alumnos.
Solo descorrerá el velo de ISIS aquel que tenga valor,
alma y corazón limpio. Aquel que está movido por el amor incondicional a la
existencia, el respeto absoluto a cada aparente unidad del Universo. Aquel que
sea totalmente libre en pensamiento, que su única limitación sea la ética
cósmica, aquel que comprenda la misión de sus enemigos y pueda perdonar podrá
romper la rueda kármica. ISIS es el gran portal iniciático a la quinta
dimensión. No intentes descubrir que hay tras el velo, SÉ EL VELO.
El Anticristo, -
Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán, también nos lo dice a su manera: “Mirémonos
de frente. Somos hiperbóreos, y sabemos bastante bien cuán aparte vivimos. ´Ni
por tierra ni por mar encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos.
Píndaro ya sabía esto de nosotros. Más allá del septentrión, de los hielos, de
la muerte, se encuentra nuestra vida, nuestra felicidad...´ Nosotros hemos
descubierto la felicidad, conocemos el camino, hallamos la salida de muchos
milenios enteros de laberinto”.
En el Bhagavad Gita, Krishna, “el Dios de rubia
cabellera” le dice a Arjuna: “Permanece firme en la Pureza, más allá de los
pares opuestos”. Es decir: para comprender el mundo, antes hemos de
distanciarnos del mundo, hallar un lugar desde el cual podamos contemplarlo con
perspectiva, sin implicarnos ni dejarnos influenciar por él. Sin
identificarnos. El mundo irreal, el mundo de las apariencias que los hindúes
denominan Maya, y los Egipcios llaman El Velo de Isis, debe ser traspasado para
ver a través de él, para despertar, para poder liberarse y salvarse de esta
ilusión que nos produce el apego al mundo fenoménico. Traspasar el velo de
Isis, levantar ese velo, es levantar a esa neblina que obstaculiza ver nuestra
verdad, nuestra conciencia, nuestra divinidad.
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