Los cantos de la mañana



Prócoro Hernández Oropeza
Así como existen canciones que calan profundo en el corazón, lo mismo novelas o películas, también los poemas pueden sumergirnos en un estado de éxtasis, asombro, admiración o melancolía.  En su poema, El poeta revela a las criaturas el nombre de su amada, el poeta chiapaneco, Efraín Bartolomé, despliega creatividad, frescura y un espléndido manojo de metáforas para describir el nombre de su amada.
Este poema me recuerda aquellos momentos de éxtasis cuando se da el primer enamoramiento o el segundo o los que sean y dan ganas de gritar a todo el pulmón el nombre de la amada o escribirlo en el cielo para que todo mundo lo sepa. Así inicia este poema: Toda la página del cielo para poner su nombre.
Pero cuál es el nombre de la amada, el alto nombre a la que describe el poeta Efraín. Aunque al final lo menciona: La mañana, si la mañana, pero aunque eso se deduce del poema, el nombre de la amada puede ser Johana, Mariana, Fernanda, Mireya, una sonrisa. No existen límites y la mañana es un bello pretexto para que el poeta nos deslumbre con sus versos.   Con violetas con flores amarillas con tulipanes rojos escribiré su Nombre
“Estoy hablando de Ella criaturas perezosas
¡Despertad!
De Ella hablo antenas agresivas sobre las azoteas
Ella es mi Amada
¡Oídlo!
Su Nombre es la Mañana”
Me recuerda un poema de Efraín Huerta, Absoluto amor,  que le canta también al amor y a la mañana.
“Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caída y amanecer perfecto.

Amada inmensa
como una violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.”
Otra vez la mañana, el alba como pretexto para dar rienda suelta a la creatividad, expresar la dicha del amor y usar la metáfora para pintarnos imágenes maravillosas como ese verso: Cuando las plumas de la aurora comenzaron a marcar iniciales en el cielo, no tiene parangón. A esa amada, la mañana, Efraín le llama la partera del sol, le eterna virgen, la indecible, esplendor, luz ilimitada. Esa amada bien pudiera ser una mujer de carne y hueso, la amada Isis, a la que ningún mortal le ha quitado el velo.
Para que se deleiten con el poema completo y lo degusten en este frío invierno, les dejo en manos de Efraín Bartolomé, poeta chiapaneco, uno de los grandes poetas que quedan vivos y que seguramente llegará a resonar a la misma altura que Octavio Paz o Sabines.
El poeta revela a las criaturas el nombre de su amada
Efraín Bartolomé

Toda la página del cielo para poner un Nombre
Todas las palomas traspasando la niebla matinal para erigir un sueño
Despierten cúpulas somnolientas de la Ciudad
Ya el joven sol se filtra haciendo restallar su luminoso látigo en la mitad brillante de los árboles
Vaya una mano inmensa para apartar la última capa gris
Vaya una mano inmensa para otra vez teñir de azul el cielo
Una mano para trazar con pájaros el Nombre: el Alto Nombre de la Amada

Al suelo el polvo el humo el aire sucio
A las lentas alturas la Delicia
El Nombre de mi Amada viene del Manzanar
El Nombre de mi Amada incendia la Penumbra
El Nombre de mi Amada alimenta palomas en los parques semidormidos

Un sueño un Alto Sueño: una breve Semilla y habrá de germinar la Eternidad
Claveles blancos para escribir su Nombre
Todas las gotas de rocío para trazar las letras de su Nombre
Con los rayos más cálidos escribiré su Nombre sobre el frío y el día entero se estremecerá
Con aroma de mangos y de piñas
Con violetas con flores amarillas con tulipanes rojos escribiré su Nombre
Estoy hablando de Ella criaturas perezosas
¡Despertad!
De Ella hablo antenas agresivas sobre las azoteas
Ella es mi Amada
¡Oídlo!
Su Nombre es la Mañana
La Partera del sol
La Eterna Virgen
También se llama La Indecible
Se le nombró Esplendor
Se llamará
La Luz Ilimitada

Aquella por quien muero entre las fauces de mi cruenta manada.

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