Sueños inconclusos


Prócoro Hernández Oropeza

Todos o la mayoría soñamos cuando vamos a dormir. Algunos sueños serán muy lúcidos, otros sólo absurdos, incoherentes, fragmentos de nuestra vida que se entrelazan pero sin un hilo coherente o simplemente aterradoras pesadillas donde salen a relucir nuestros demonios internos. Los primeros, los lúcidos son maravillosos, alucinaciones prístinas o proféticas o un conjunto de imágenes simbólicas o con códigos indescriptibles.
Algunos simbolismos o arquetipos suelen repetirse a través de esos sueños. Cierta ocasión sueño que me encuentro en lo alto de una colina, cuya planicie es muy estrecha, me acompañan dos personas más, una que aparentemente es un hermano y otra desconocida. Yo llevo una cámara y estoy a la espera de un gran acontecimiento. Abajo, muy abajo se encuentra un destacamento militar. Hacia el sur se divisa un pequeño pueblo y me llama la atención que posee unas siete iglesias a pesar de que el número de habitantes es muy escaso, no más de una docena de casas.
Escudriño entre las nubes, el día es muy nublado, de repente aparecen unas luces. Tomo la cámara y empiezo a disparar. De una gran nave se desprende una pequeña que se dirige a toda velocidad a donde nos encontramos. Me tiro al suelo y sólo tengo la sensación que me desmayé. Cuando vuelvo en mí le pregunto a mi hermano qué me ha pasado. Me dice que de esa pequeña nave bajó un ser y me metió la nave y como a la hora me trajo de nuevo. Sólo siento un vació de tiempo en mi memoria, mi cuerpo se siente bien. Busco la cámara y la encuentro a unos metros entre unas plantas, por fortuna ahí están las escasas fotos que logré captar antes de que me llevaran. Hasta ahí termina mi sueño; fue muy lúcido, todo lo recuerdo perfectamente, salvo ese lapso en que no supe de mí, ni tampoco el motivo por el que me llevaron a su nave.
En otra ocasión, en el sueño estoy con unos amigos en un gran campo deportivo. Estamos charlando de cosas triviales y al voltear al cielo, de entre las nubes aparece una gran nave. Les indico a todos de esta nave y la mayoría corre y se esconde en una oficina. Yo me quedo parado y veo como la nave baja lentamente hasta que se posa en el piso. Veo cómo se abre una puerta y se extiende una escalera. No veo más, el sueño se detuvo. No supe si bajaron seres de otro planeta o a qué venían.
En otro sueño, años después, estoy en la ciudad de Mazatlán, cerca del malecón. Otra vez el cielo muy nublado. Unas luces surgen entre ellas y me detengo a mirarlas. En las nubes se empiezan a dibujar Crops, esas imágenes que se dice esculpen seres extraterrestres en los campos de cebada o trigo en tierras europeas, principalmente en Inglaterra. Se forman una tras otra, en colores magníficos, muy bellos. Fueron muchos los crops que pude percibir. En un momento dado veo venir otra nave, muy rara. Ella es conducida por un hombre regordete vestido como arlequín y me pide que me suba a la nave. Lo hago, no con cierto temor; la nave se desprende a gran velocidad y hasta ahí se detuvo mi sueño. No supe más.
No sé hasta ahora si este tipo de sueños fueron en realidad eso o si pasamos a otra dimensión, a otra realidad. Si el encuentro con esos seres son meras fantasías, producto de nuestra psique limitada o verdaderos encuentros. Por ello le llamo sueños inconclusos por el momento aunque es posible que más adelante se me muestre otra faceta de ellos. lo cierto es que son viajes fantásticos que trascienden la conciencia ordinaria.



Comentarios

Entradas populares de este blog

De mil que me buscan

Los tres alimentos

El arquetipo del gato