La maldad humana


Prócoro Hernández Oropeza

“No hagáis el mal y no existirá.” León Tolstoi (1828-1910)
La maldad humana es uno de los lados oscuros del hombre o de la máquina humana. Decía Jean Paul Sartre (1905-1980), Filósofo y escritor francés que “Lo más aburrido del mal es que uno se acostumbra”. Y es verdad, mire a su alrededor cuanta barbarie, salvajismo y violencia azota a nuestro alrededor. Si la primera y segunda guerra mundial fueron la más alta expresión de la maldad humana a escala masiva y grotesca, las secuelas de esa maledicencia humana se sigue manifestando, aunque en otras escalas y con niveles de crueldad no menos deplorables y vergonzosos.
Solo basta echar una ojeada a los medios de comunicación y a las nuevas tecnologías para enterarnos de la bajeza de la condición humana, de esa falta de amor al prójimo, de compasión y bondad. Detrás de esa pobre condición humana se arrastran la ambición, el orgullo, la codicia y la envidia, agregados psicológicos que están relacionados con el éxito y el poder. Esas dos variables, éxito y poder, son condiciones que la sociedad moderna impone al hombre como requisito para sobrevivir. Nuestras ganas de demostrar que somos competitivos, además de alimentar el progreso, da forma y sustento nuestra cara más oscura.
No se quedan atrás las otras pasiones o tentaciones como la lascivia, la gula, la pereza e ira. No obstante, la lascivia o lujuria y la ira también poseen un fuerte peso en esta problemática. Vivimos en una sociedad que ha abierto la puerta a la lujuria, a las bajas pasiones. Esta se encuentra en todos los sitios, en todos los rincones del planeta, en las películas, revistas, en redes sociales, en las calles. Con ello se fomenta una sociedad fornicaria y lo que ocasiona es terrible. Aparte de la destrucción de los matrimonios, el desgaste de líquidos seminales fomenta la ira. Los maestros aducen que el hombre fornicario tiende a ser más iracundo y por lo tanto más violento debido a la pérdida de la energía sexual.
Estas dos pasiones, egos o agregados psicológicos son los que tienen al mundo sumido en esta grave crisis de valores, de corazones enfermos y vacíos de humanidad, de amor, compasión y bondad. En este país, México, pero también en otras partes del planeta, los asesinos cada vez son más insensibles. Matan, asesinan, descuartizan, queman a sus víctimas o las hieren sin en menor matiz de piedad. Son seres con corazón de piedra donde el amor se ha secado. Por los diarios nos enteramos de que a unos hombres les amputaron las manos por no pagar sus deudas, a otros les dieron un balazo por no entregar sus pertenencias, unos más por viejas rencillas. La ley de las balas se ha impuesto a la ley del amor.
Los científicos aducen que en cada ser humano hay un lado oscuro; todos queremos ser Obi Wan Kenobi y en gran medida lo somos, pero también hay un Darth Vader dentro de nosotros. Es posible y de hecho es verdad, cargamos en nuestra psique, les hemos dado asilo, a esos agregados psicológicos que controlan nuestros pensamientos, emociones y voluntad. Algunos todavía tienen control de ellos, pero otros individuos, que por diversas razones sociales, culturales o karmáticas, se han convertido en verdaderas marionetas de esos egos, principalmente de la ira. En ellos la chispa del amor se ha agotado, está apagada y sólo reina en su alma el deseo de venganza, poder, avaricia, las más bajas pasiones humanas. En su corazones se ha secada el manantial del amor, de las virtudes.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Sólo me queda hacerme nuevamente la misma pregunta que Dylan: ¿cuántos caminos una persona debe caminar antes de que lo llames un hombre?

Desde mi sentir de hombre que se resiste a la infelicidad y quiere salir de este "entuerto" de conceptos e ideas locas que controlan nuestra existencia, les comento que cada vez tengo más claro que somos nosotros los creadores de esta trama dualista que llamamos el bien y el mal, y que son nuestros conceptos los que han generado esta "cultura", ideas que unas veces nos unen y otras nos separan, hasta al punto de llegar a la violencia por defenderlas. Nos hacemos mucho daño en este planeta.

Creo en el ser hunano por encima de estos juegos, patrones e ideas convenidas por todos desde el principio de la historia. El ser humano es creativo y resiliente, con gran capacidad de amor, comprensión y libertad. Una mirada de amor puede romper todas nuestras corazas conceptuales, que arrastramos de generación tras generación.

Cuando me observo a mí mismo y a los otros veo a un ser que me inspira ternura y asombro,en el que se presiente la esencia divina que lo habita y le hace ser fuerte en su fragilidad. El ser humano está sediento de plenitud y felicidad. y la busca desesperadamente. Es un valiente que acierta y se equivoca que llora y rie. En los ojos de un hombre podemos ver un brillo de luz que está màs allá de si es bueno o malo. Cuando los hombres y las mujeres se rindan y acepten su maravillosa "fragilidad" que acompaña a su fuerza, entonces habrá respeto y paz.

Cada uno es único e insustituible en esta vida y en la naturaleza. No quiero más ideas locas de cómo tengo que ser y cómo actuar, sólo quiero ocupar mi lugar en el mundo y tomar la responsabilidad de lo que esoy llamado a ser ahora, ser humano. Estamos a las puertas de un nuevo "humanismo", que no es antropocentrismo y explotación económica globalizadora, donde el hombre y la mujer seguirán la voz de su esencia divina en favor de la Naturaleza, eso que no se puede conocer y nombrar aunque los hombres de ciencia lo intentan.

Radhakrishnan, en su libro "La concepción hindú de la vida", comenta que "no conocemos a Dios, pero Dios si nos conoce" y quiere que dancemos con Él en trama cósmica. Ya lo dijo el humano y divino Jesús, si no volvemos a ser niños no entraremos en el Reino de los Cielos: vida plena, conocimiento, libertad, justicia, respeto a las diferencias, en definitiva, lo que tanto predicamos, amor por la Vida y paz.

Gracias, Prócoro, y a todos los que buscámos cómo salir de nuestros "entuertos".

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