Trump, el demonio de la mala voluntad

Prócoro Hernández Oropeza
En la pasión de Cristo, en su proceso de crucifixión, Jesús mostró las tres furias del demonio, las hidras venenosas: Judas, el demonio del deseo; Pilatos, el demonio de la mente; Caifás, el demonio de la mala voluntad. Estos tres traidores crucifican a nuestro Cristo interior, el Señor de Perfecciones en el fondo mismo de nuestra alma. Se trata de tres tipos específicos de elementos inhumanos fundamentales que se presentaron en el drama cósmico que vivió el Jesús histórico. Indudablemente el citado drama se ha vivido siempre secretamente en las profundidades de la CONCIENCIA superlativa de de dada uno de nuestro Ser y se vive o lo manifestamos en el exterior.
Los tres traidores: Judas, Caifás y Pilatos los cargamos en nuestra psique. Judas representa el demonio del deseo, Caifás, demonio de la mala voluntad y Pilatos el demonio de la mente. El primero cambia al señor, a nuestro Dios interno por treinta monedas, por fama, dinero, licores, adulterio, fornicación, fama, poder, riqueza. Caifás traiciona constantemente al Señor, a nuestro Ser íntimo, blasfemando, enjuiciando, culpando, mintiendo, adulterando las enseñanzas sagradas; convirtiendo el altar en lecho de placeres, fornicando incesantemente, vendiendo los sacramentos.
Pilatos, el demonio de la mente, siempre se lava las manos, se declara inocente, nunca tiene la culpa, constantemente se justifica ante sí mismo y ante los demás, busca evasivas, escapatorias para eludir sus propias responsabilidades. Así nosotros, ante cada error que cometemos nos lavamos las manos y echamos la culpa a otros, buscamos evasivas para no comprometernos en un camino espiritual y buscamos eludir cualquier compromiso que nos ate a un trabajo de carácter espiritual; mejor mañana, después. Estos tres Traidores hacen sufrir secretamente a nuestro adorable señor íntimo sin compasión alguna.
Pero esos demonios también se manifiestan en la vida cotidiana, en el mundo exterior. Recientemente vino de visita a México Donald Trump, la encarnación viva de Caifás, el demonio de la mala voluntad. Es el demonio de la mala voluntad porque su discurso es agresivo, blasfemo, miente y adultera la verdad diciendo que los mexicanos y en general los migrantes son una amenaza para los Estados Unidos y desea construir un muro para detenerlos, pero además fomenta fobias y racismo.
El ex Secretario de hacienda, Luis de Videgaray representó a Judas, el traidor quien por treinta monedas vendió al país. Es decir, por buscar fama y poder negoció una visita del demonio Caifás con el presidente de México, a espaldas del pueblo y de los poderes constitucionales. Enrique Peña Nieto jugó el papel de Pilatos, el demonio de la mente. Videgaray le vendió la idea de invitar al candidato republicano, asumiendo que con ello la imagen del presidente saldría ganando, tal vez si convencía Trump de evitar la construcción del aberrante muro, o sabrá que cosas más le prometió. El demonio de la mente, Peña Nieto compró la idea de su amigo Videgaray, a pesar de la oposición de otros miembros de su gabinete, quienes le advertían que esa era una acción totalmente errónea y descabellada. Aceptar a un personaje que ha venido criticando a los mexicanos, que cada vez que abre la boca exhala maledicencias y majaderías, no era oportuno ni positivo para el gobierno ni para los mexicanos.
Al final, ese demonio de la mente se vio rebasado, no sólo por el demonio Caifás, quien luego de su visita se burló de él, sino que no supo cómo defender esa insólita y descabellada idea. Finalmente Peña Nieto tuvo que sacrificar a su Judas y en parte tratar de justificar su política. Así las cosas, un drama, el drama de los tres demonios vividos por nuestros gobernantes.

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