La serpiente de cinco capuchas*

Prócoro Hernández Oropeza
Uno de los anhelos más grandes de los humanos es encontrar la felicidad. Queremos ser felices a cualquier costo y en todo momento. Eso no es fácil y no lo es porque buscamos la felicidad afuera y sólo de vez en cuando logramos pequeños momentos de alegría. Nos sentimos alegres cuando alguien nos reconoce alguna virtud o acción, nos otorgan el regalo que tanto deseábamos, nos brinda amor nuestra pareja o nuestros hijos, obtenemos un buen puesto en el trabajo o concluimos una carrera profesional. Eso no es felicidad, son momentos de placer. Una vez que pasa ese momento, por ejemplo obtenemos el nuevo empleo o compramos el carro que tanto deseábamos, vienen otros deseos, otras preocupaciones, otros antojos.
La verdadera felicidad se halla dentro, en nuestro interior, cuando adquirimos verdadera paz interior, cuando hemos controlado nuestra mente y la hemos alejado de las pasiones y deseos. Estiman los maestros que quien ha controlado su mente ha controlado el mundo y es verdaderamente libre y feliz. Aquí también se hace una distinción entre libertad física y la libertad real; la verdadera victoria y libertad es aquella que se obtiene sobre la mente. Esa es la libertad real.
Si andamos distraídos por las emociones e impulsos de la mente, si estamos bajo las garras de los caprichos, deseos y pasiones, no podremos ser realmente felices. Seremos, en todo caso, como barcas sin rumbo, estima Sri Sivanada. Como una brizna de hierba agitada de aquí para allá en el vasto y espacioso océano. Reímos cinco minutos y luego lloramos durante cinco horas. Nada pueden hacer por nosotros nuestra esposa, nuestros hijos, amigos, el dinero, la fama y el poder cuando estamos bajo el influjo de los impulsos de la mente, de esa mente contaminada por los egos.
Sólo se pueden desterrar todos los deseos, pensamientos, impulsos, anhelos y pasiones mediante una disciplina rigurosa y las restricciones autoimpuestas. La mente es un diablillo engañoso y sólo se le puede doblegar con medidas drásticas, con entrenamiento para que se enfoque en una sola cosa. De lo contrario seremos esclavos de ella, siempre deseando nuevas cosas, disgustándose con la monotonía, deseando cambios de lugar, clima, comida, pareja...
Así que la felicidad no se puede comprar con dinero, tampoco la libertad. La libertad no es una comodidad que se pueda comprar en el mercado, por más que la televisión, el marketing nos vendan esa idea. Es un tesoro raro y oculto custodiado por una serpiente de cinco capuchas. A menos que se mate esa serpiente, indica Sivananda, no se podrá tener acceso a ese tesoro. Ese tesoro es la riqueza espiritual de la libertad y bienaventuranza. La serpiente es tu mente. Las cinco caperuzas son los cinco sentidos a través de los cuales silba la serpiente mental. Qué maravillosa descripción nos otorga Sivananda acerca de cómo los deseos nos controlan, deseos que vienen dados por los cinco sentidos y a los que estamos tan apegados.
Cuando has llegado a ese estado de paz interior, cuando todo es paz y bienaventuranza es porque has quitado la venda de tus ojos y descubres que estás rodeado por la verdad y sólo la verdad. Has eliminado las cataratas de la ignorancia que empañaban tu visión. Si aún las tienes, ponte un nuevo par de gafas mediante el desarrollo del ojo interno de sabiduría. Entonces te separas de esos pensamientos negativos y sólo te identificas con el Ser Supremo. Por consiguiente ninguna influencia externa podrá afectarte y tratarás de permanecer feliz en todos los estados (positivos o negativos) y podrás irradiar alegría a todos los que te rodean. Nada te afectará, ni el contento ni las aversiones, como le explicaba Krishna a su discípulo Arjuna.
* Basado en el libro del maestro Sri Swami Sivananda, Concentración y Meditación; sobre la energía interna del hombre y su aplicación en la vida diaria, editado por The divinity Sociaty, España, 1987.

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