Coincidencias o destino

Prócoro Hernández Oropeza
Los sabios afirman que las casualidades no existen, solo coincidencias o diosidencias, la voluntad a de Dios. De ese Dios interior que habita en cada uno de nosotros. Y si coincidimos con alguien, con cualquier persona en este planeta es por que así está establecido en nuestro destino. Pero se preguntará quien diseño nuestro destino; no Dios, no el azar, o la suerte. Cada uno de nos lo hemos diseñado en nuestras vidas pasadas y quienes nos otorgan este cuerpo, la familia en que nacimos fue producto de nuestra karma o dharma.
En todo caso, los jueces del tribunal de la justicia cósmica, regida por Osiris, luego de haber pesado nuestra alma y saber cómo nos comportamos en la vida pasada, a quién engañamos, mentimos, robamos, estafamos o fuimos generosos, venimos a saldar nuestras deudas con esas personas que lastimamos o recibimos nuestra recompensa con una familia armónica, generosa.
En la canción del tapatío Alberto Escobar que se titula Coincidir, dice:
“Soy vecino de este mundo por un rato
y hoy coincide que también tú estás aquí
coincidencias tan extrañas de la vida
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir”
Es verdad somos hoy vecinos de este mundo por un rato, con este cuerpo, con la personalidad, el nombre y las identidades que hemos construido. Y en nuestras existencias nos topamos con muchas personas, algunas sólo por breves instantes, con otras por tiempos prolongados como lo son las esposas, esposos, hijos, hijas, nuestros padres, los amigos, los compañeros de trabajo. Y con cada uno de ellos venimos a saldar pendientes o aprender lecciones, pero como estamos dormidos pensamos que todas son coincidencias sin importancia.
Otro fragmento de la canción indica que:
“Si navego con la mente en los espacios
o si quiero a mis ancestros retornar
agobiado me detengo y no imagino
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir”
Si en realidad navegáramos con la mente superior, la mente del espíritu podríamos viajar a esos espacios donde está la fuente de la sabiduría y poder ver cuántas vidas hemos vivido, cómo nos hemos comportado, porqué retornamos y retornamos sin escapar de esta rueda de muertes y renacimientos que los hindúes denominan Samsara. Podríamos visitar el templo de la justicia divina y preguntar a Anubis cómo negociar mi karma. Preguntar también si tengo dinero cósmico. Porque deben saber que existe un banco divino donde cada alma tiene una cuenta de acciones divinas, si es que en otras vidas hemos sido muy espirituales. Con ese ahorro podría negociar mi karma y hasta mi destino, si mi vida no es placentera ahora.
Si nací en este país, en esta ciudad y llego a conocer a mucha gente debo entender cuál es la razón de esa relación; ver más allá de lo trivial, aprender de cada relación, pero sobre todo de ver en cada ser a una chispa divina y servir a ella, no a sus egos, no a sus demonios. Ver a Dios en cada uno y servirle sin apegos, sin recelos, ni envidias, ni enojos, sin miedo.
Por esos Jesús dijo: Pero yo os digo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.”Mateo 5:44, Biblia, versión Reyna-Valera, 1960

Si la vida se sostiene por instantes
y un instante es el momentos de existir
si tu vida es otro instante... No comprendo
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir

Comentarios

Entradas populares de este blog

De mil que me buscan

Los tres alimentos

El arquetipo del gato