Deseos y tentaciones

Prócoro Hernández Oropeza
“Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo.” Aristóteles.
Todos los grandes maestros nos han hablado de los deseos y las tentaciones y sus repercusiones en nuestras vidas. Krishna, Buda y Jesús fueron tentados para que cayeran en el error; los tres los superaron y hablaron de ello. Un deseo es la fuerte inclinación o el gusto por la consecución, el conocimiento y el disfrute de alguna cosa, que en muchas situaciones incluso puede pasar de ser tan solo una fuerte inclinación para convertirse directamente en una incontrolable necesidad por saciar ese gusto o disfrute, lo que viene a provocar el sufrimiento. El interés, la pasión, el afecto por otros, la búsqueda del éxito y el apego por la vida misma son inclinaciones que se convierten en causa de sufrimiento, pero también son un componente esencial de nuestra humanidad.
Krishna sostenía que nosotros estamos enredados en este mundo material debido a los sentidos descontrolados. El proceso de yoga (en su sentido más amplio) está destinado para controlar esos sentidos. Si de alguna manera podemos controlar los sentidos, podremos dar la cara a la verdadera felicidad espiritual y hacer que nuestras vidas sean exitosas. Cuando habla del yoga, no se refiere a la práctica física del yoga, sino a las cuatro sendas para llegar a Dios (Karma yoga, Bhakti yoga, Raja yoga y Jnana yoga). Krishna le dice a su discípulo Arjuna que uno debe abandonar, sin excepción, todos los deseos materiales nacidos de especulaciones mentales, y de ese modo controlar con la mente todos los sentidos, por todas partes. Gradualmente, paso a paso, uno debe ponerse en trance mediante la inteligencia sostenida por una convicción total, y, de ese modo, la mente debe estar fija sólo en el Ser, y no debe pensar en nada más. De lo que sea y de dondequiera en que la mente deambule debido a su naturaleza vacilante e inestable, uno debe sin duda apartarla y ponerla de nuevo bajo el control del Ser”, de Dios.
Desde la perspectiva budista la causa fundamental de la infelicidad en que vive la gente es la tendencia a desarrollar apegos de la más variada índole. Un apego, así como suena, es una sujeción que nos mantiene 'atados' en algún aspecto de nuestro corazón. El término se refiere a los deseos mundanos, las ansias e impulsos. Para Buda quienes viven sujetos a los apegos generados desde su mente inferior, invariablemente quedan controlados por el egoísmo y la negatividad, pero así como la flor de loto abre sus inmaculados pétalos en medio de aguas fangosas, el ser humano puede vivir una existencia triunfal en medio de las vicisitudes de la vida.
Desde la perspectiva crística en (Juan 5:19) se dice: “ Vivimos en un mundo plagado de pecado; el mundo entero está bajo el maligno. El maligno usa todo medio disponible para que sus ‘dardos candentes’ de pecado inflamen la mente del cristiano (Efesios 6:16). Jesús mismo, durante su retiro en el desierto fue tentado tres veces. Las tentaciones de Jesús siguen tres patrones que son comunes para todos los hombres: La primera tentación tiene que ver con los deseos de la carne (Mateo 4:3-4), lo cual incluye toda clase de deseos físicos. Nuestro Señor estaba hambriento, y el diablo lo tentó a convertir las piedras en panes, pero Él respondió citando Deuteronomio 8:3. La segunda tentación fue concerniente al orgullo de la vida (Mateo 4:5-7), y aquí el diablo trató de usar un pasaje de la Escritura contra Él (Salmo 91:11-2) pero el Señor nuevamente respondió con la Escritura de manera opuesta (Deuteronomio 6:16), declarando que sería un error que Él abusara de Sus propios poderes.
La tercera tentación es respecto al deseo de los ojos (Mateo 4:8-10), y si hubiera una ruta rápida por la que el Mesías pudiera cumplir su misión evitando la pasión y crucifixión para lo que Él originalmente vino, sería ésta. El diablo ya tenía control sobre los reinos del mundo (Efesios 2:2), pero estaba listo para cederle todo a Cristo a cambio de Su lealtad. El solo pensarlo casi causa que la divina naturaleza del Señor se estremeciera, y Él contesta bruscamente, “AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y SOLO A ÉL SERVIRÁS.” (Mateo 4:10; Deuteronomio 6:13).
Hay muchas tentaciones en las que caemos porque nuestra carne es débil por naturaleza, pero “fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla.” (1 Corintios 10:13). Por tanto podemos obtener la victoria y agradecerle a Dios por librarnos de la tentación. La experiencia de Jesús en el desierto, nos ayuda a ver estas tentaciones comunes que nos impiden servirle a Dios eficazmente. Krishna coincide en que sólo sirviendo y amando a Dios, a nuestro maestro interior podremos superar tentaciones y sufrimientos.

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