Sadhana y la gracia divina
Prócoro Hernández Oropeza
Tal como los gallos cantan antes de que salga el sol lo mismo hacen los pájaros, así debíamos ser nosotros en cada mañana. Seguramente con sus cantos y trinos dan gracias al creador, a la vida. De ahí que se hace necesario levantarse temprano para entonarnos con nuestro maestro interior para alabarlo y cantarle. Aunque cuando nos despertemos y levantemos está oscuro y en silencio, el canto y trinos de esas aves nos recuerdan que no estamos solos. Al principio cuesta levantarse y aun a veces, cuando dormimos tarde, es como un sacrificio y lo es porque se requiere voluntad para hacerlo.
Esa voluntad se adquiere con tenacidad y valentía, con disciplina. Y para qué levantarse tan temprano, se preguntará. Para limpiar nuestro cuerpo, el templo sagrado y nuestra mente, pero fundamentalmente para conectarnos con nuestro maestro interior. La meditación es muy importante si en realidad queremos conocer quiénes somos. Es ir hacia adentro para conectarnos con la fuente de la felicidad, del amor, las virtudes, la sabiduría.
A esta práctica en India se le denomina Sadhana y ciertos yoguis se levantan a las 3:30 y antes de realizar su práctica de meditación o sadhana limpian el templo dorado, luego realizan su canto o sangat y otros rituales. Así que el sadhana es una disciplina personal mediante la cual energizamos y equilibramos el cuerpo y limpiamos la mente y el subconsciente. Es considerada también una práctica espiritual en la que enfrentamos a las tendencias de nuestra mente y de nuestros egos, pero fundamentalmente para eliminarlos.
El sadhana nos permite desarrollar nuestra consciencia, nuestro calibre, el carácter y la capacidad para vivir como seres humanos realizados y únicos. Es el enriquecimiento de sí mismo, no es algo que se haga para agradar a alguien o para conseguir algo; es un proceso personal que saca lo mejor de nos. Es una disciplina para experimentar y realizarnos, para dominar la mente y eliminar el predominio del ego sobre los pensamientos, hábitos y emociones.
Los maestros suelen decir que la meditación es el pan de los sabios y vaya que lo es. Cuando se realiza permanentemente y a una hora prefijada, los resultados son maravillosos. Y cuando no se realiza la meditación, es como si quedara un vacío en el alma, algo parecido a no tomar alimentos. Los maestros también afirman que solo mediante un padecimiento voluntario y un esfuerzo consciente es como despertamos nuestra conciencia, como quitamos el velo que cubre nuestros ojos, ese que nos separa de la verdad. Padecimiento voluntario porque no es fácil acostumbrarse a levantarse antes de que salga el sol y todos los días, sin descanso, ni en vacaciones. Esfuerzo consciente porque lo hacemos de corazón y con alegría y entusiasmo porque eso nos dará fortaleza y el calibre para manifestar nuestra excelencia humana y vivir felices, sanos y santos. A través de la meditación, oración y ejercicios nos alineamos íntimamente con la realidad de lo que somos: criaturas del Creador y seres humanos.
Es a través del sadhana o práctica espiritual que podemos adquirir una mente creativa, divina, con esta mente nada llegará sin un propósito, nada ocurrirá sin un propósito, nada atará a los ciclos de preocupación y dolor y esto es para que la mente, nuestra mente se ponga o al servicio de nuestro Ser, cuando la mente se acepta a sí misma como parte del universo, entonces el universo entero viene hacia nosotros.
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