Amada y eterna madre




Prócoro Hernández Oropeza
Cada mujer es la encarnación del eterno femenino. Es un poema viviente, un libro abierto, un ángel, un hada, es la viva representación física de Dios madre como naturaleza. De acuerdo a los grandes sabios, El padre-Madre absoluto necesitaba conocerse a sí mismo a través de la creación, como un acto de infinito Amor extiende un gran telar donde todas las esencias puedan aprender quiénes son y ser conscientes de su propia felicidad y realidad; todas tienen la oportunidad del aprendizaje y autorrealización siendo la vida un medio para este fin, y regresar a casa con la experiencia del ciclo completo. Para lograr esto, el Espíritu y la Materia Primordial crea a las tres fuerzas primarias, el Santo Afirmar, el Santo Negar y el Santo Conciliar, Osiris, Isis y Horus en Egipto, Brama, Vishnú y Shiva en la India, en el cristianismo son el Padre, la Virgen Madre y el Cristo, en el gnosticismo universal se habla de tres Logos, son los tres principios: positivo, negativo o receptivo y neutro.
La mujer como madre es la cristalización diamantina del amor. Afirma el maestro Samael Aun Weor que la maternidad, el Amor, la mujer, es algo grandioso que resuena en el coral del espacio en forma siempre perenne; así que la mujer es el pensamiento más bello del Creador hecho carne, sangre y vida.
La mujer es Amor, Belleza, Piedad, Compasión, Paz, Fuerza, Serenidad y Dulzura, Ternura, Justicia, Paciencia, Caridad, Verdad, Benevolencia, Pureza, Vida, Iluminación, Inteligencia,… Todas las virtudes y valores internos se expresan a través de ella. Es y ha sido fuente de inspiración. A ella le oramos, le clamamos favores, le agradecemos y puede llamarse María, Isis, Astarté, Kwan Yin, Minerva entre los romanos, Atenea entre los griegos, Tonantzin, entre los aztecas, Devi-Kundalini entre los indostaníes. Cada una de ellas es la encarnación femenina de Dios, el eterno femenino y nuestra madre física es una extensión de este andamiaje divino.
Los poetas han sabido develar esta comunión maravillosa, como la que aquí, en su poema El Cielo y la Tierra, nos la describe Efraín Huerta.
El Cielo y la tierra
Y las aguas de Arriba amaron a las de Abajo
y eran las aguas de Abajo femeninas
y las de Arriba masculinas...

¿Has oído, amada?

Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Tú eres el lecho de los ríos y el asiento del mar
y el continente de las aguas dulces
y el origen de las plantas
y de los tiernos o duros o feroces animales
de pluma o pelo o sin pluma ni pelo

Yo soy la lluvia que te fertiliza

En ti se cuecen las flores y los frutos
y en mi el poder de fecundar

¿Has oído, amada?

Nuestro lecho es el Universo que nos contiene

¿Has oído bien?

Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
Y mi amor se derrama sobre ti como la lluvia
o como una cascada que cae del sol
rompiendo entre nubes como entre peñascos
y entre los colores del arco iris y entre las alas de los ángeles
como entre las ramas espesas de una vegetación inverosímil
Tú eres la Tierra y yo soy el Cielo
¿No lo escuchas?

El día que se festeja a La Madre Física es momento para comprender que el Varón y la Mujer se complementan y como dicen los sabios, sin esa contraparte sería como un río sin agua, seco, árido, y la existencia sería angustia total… por ello es necesario recordar aquella primitiva advertencia: “El hijo fiel ama a su Madre y ella lo lleva de la mano. El hijo infiel se olvida de su Madre y se extravía y cae en el error…” Como humanos hemos olvidado estos preceptos y sólo adoramos a la mujer de los mil rostros, la adoramos por un día y el resto la olvidamos, la denigramos, menospreciamos. Esto está costando mucho sufrimiento en el mundo, matrimonios efímeros, amores vacuos, relaciones de temporal, hijos abandonados.

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