Entre la luz y la oscuridad


Prócoro Hernández Oropeza
Vivimos en un mundo complicado, plagado de polaridades, vicisitudes, apremios, agobios, sufrimiento y dependiendo del nivel del Ser o de consciencia, unos la vivirán en desarmonía otros en plenitud. Sí, el mundo es complicado pero de uno dependerá como lo percibimos a pesar de sus vaivenes.
En los Evangelios Apócrifos, en el Evangelio según Tomás, en el Logion 24, los discípulos de Jesús dijeron: “Haznos conocer el lugar dónde estás, porque es una necesidad para nosotros que lo busquemos. Él les dijo: ¡el que tenga oídos que oiga! Hay luz en el interior de un hombre de luz, y él ilumina el mundo entero. Si no lo ilumina son las tinieblas.” Maravillosa descripción para aquellos que buscan la arcadia, el paraíso o el edén perdido. No hay que buscarlo afuera sino adentro de cada uno, ahí está la luz, la sabiduría, le felicidad permanente y eterna. Ahí está la fuente inagotable del amor y la perfección, el camino para el retorno a casa.
El contexto de esta charla es cuando Jesús retorna, después de su muerte y resurrección y durante once años los instruye en los misterios de Dios y el universo. Cuando ese hombre descubre esa luz interior, su sabiduría, entonces puede iluminar lo que le rodea, de lo contrario vivirá en el mundo de las tinieblas o la ignorancia, tal como vivimos la mayoría de la humanidad.
En el Logion 27 Jesús dijo: Si no ayunáis del mundo, no encontraréis el reino; si no celebráis el sábado como sábado, no veréis al padre. ¿Qué significa ayunar del mundo? Sencillamente no identificarnos con lo que nos proveen los cinco sentidos, con el mundo material, esto es Maya como dicen los indostanes, la ilusión de maya. Maya es un término sánscrito que se puede traducir como “ilusión”, “espejismos” o “irrealidad”. Se utiliza para designar algo que no es real y en el mundo védico se emplea para hablar de la irrealidad o ilusión del mundo en que vivimos, nuestro mundo maya. En los Upanishads hindúes, el mundo se considera una emanación de la energía divina o maya.
Hemos sido educados para creer que este mundo material es nuestra única verdad o realidad, lo es y no. Lo es en tanto nos movemos en ella y la captamos por los cinco sentidos, pero hay otras realidades que sólo pueden verse, tocarse o sentirse con otros sentidos, los del espíritu. Y esa verdad está en el interior de cada hombre o mujer. Así que celebrar el sábado como sábado, no es tanto como lo usan los judíos para su shabat o descanso, sino celebrarlo en disfrute, armonía paz. Shabat es descanso: Shabat es una isla de tranquilidad en la tormenta de trabajo, ansiedad, lucha y tribulación que caracteriza nuestro diario vivir durante los otros seis días de la semana. Pero significa también que cada día se debe celebrar en amor, compasión, en virtudes, de lo contrario nunca podremos ver a nuestro padre interior.
En el Logion 28, Jesús vuelve a hacer énfasis en este estado en el que nos encontramos. “Yo me he posado en medio del mundo y me he revelado a ellos en la carne. Los he encontrado a todos ebrios, no he encontrado a uno solo entre ellos que tuviera sed, y mi alma ha sentido pena por los hijos de los hombres, porque están ciegos en su corazón y no ven que han venido al mundo estando vacíos. Pero ahora están ebrios. Cuando hayan arrojado su vino entonces se arrepentirán.” Es verdad, venimos vacíos y estamos ebrios, emborrachados por los deseos de la lujuria, el orgullo, la ira, pereza, envidia, gula y avaricia y siempre queremos más y más, tan identificados con este mundo material, de tal forma que buscamos nuestra felicidad en este mundo de borracheras e ilusiones. Tenemos sed de alcohol, de cosas, no de espiritualidad. El que tenga oídos que escuche.

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