Poesía, un bien necesario




Prócoro Hernández Oropeza
No sé a quién se le ocurrió escoger el 21 de marzo para festejar a la poesía, fecha en también se celebra el ingreso de la primavera y en México el nacimiento de un gran patriota, visionario y liberal, Don Benito Juárez. Fue la UNESCO, institución que decidió proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía. Y aunque pasa desapercibida en muchos lados, la poesía es un alimento para el espíritu, un aliento o un suspiro ante tanta banalidad cultural, infamia y calamidades humanas. Ante los horrores de la violencia, corrupción, infamias y falsedades, la poesía, de acuerdo a la UNESCO, es una manifestación de la diversidad en el diálogo, de la libre circulación de las ideas por medio de la palabra, de la creatividad y de la innovación. La poesía contribuye a la diversidad creativa al cuestionar de manera siempre renovada la forma en que usamos las palabras y las cosas, y nuestros modos de percibir e interpretar la realidad. Merced a sus asociaciones y metáforas y a su gramática singular, el lenguaje poético constituye, pues, otra faceta posible del diálogo entre las culturas...
Y es verdad, sino desmientan a Octavio Paz cuando en estos versos de su poema A través, logra ese cometido tan contundentemente:
Doblo la página del día,
Escribo lo que me dicta
El movimiento de tus pestañas.

Mis manos
Abren las cortinas de tu ser
Te visten con otra desnudez
Descubren los cuerpos de tu cuerpo
Mis manos
Inventan otro cuerpo a tu cuerpo.

La poesía, pese a que no es tan popular ni tan deseada es un género literario que se caracteriza por ser la más depurada manifestación, por medio de la palabra, de los sentimientos, emociones y reflexiones que puede expresar el ser humano en torno a la belleza, el amor, la vida o la muerte. Y como sostiene el poeta Chileno Vicente Huidobro que aparte de la significación gramatical del lenguaje poético, “Hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada. En todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente y que está debajo de la palabra que las designa. Esa es la palabra que debe descubrir el poeta.”
El poeta posee esa gracia, ese don de denostar contra el tedio, de denunciar nuestras pasiones o vicios, como lo hace el poeta Charles Bukowski en el siguiente poema:
A solas con todo el mundo
La carne cubre el hueso
Y dentro le ponen
Un cerebro y
A veces un alma,
Y las mujeres arrojan
Jarrones contra las paredes,
Y los hombres beben demasiado
Y nadie encuentra al otro,
Pero siguen buscando
De cama en cama.

Cuánta razón le asiste a Huidobro cuando afirma que el poeta hace cambiar de vida a las cosas de la Naturaleza, saca con su red todo aquello que se mueve en el caos de lo innombrado, tiende hilos eléctricos entre las palabras y alumbra de repente rincones desconocidos, y todo ese mundo estalla en fantasmas inesperados. Sí, a pesar de su escasa lectoría es un bien necesario, un alimento que no hace mal a nadie, al contrario le recuerda su origen o le inspira a buscarlo. Por último va este fragmento poético de Jorge Teillier.
EL LENGUAJE DEL CIELO

El cielo habla un lenguaje gris,
y callan la grave voz del vino,
la leve voz del té.
Los espejos se fatigan
de repetir el nombre de las cosas.
No dicen nada. No dicen: "un visitante",
"las moscas", "el libro sobre la mesa".
No dicen nada los espejos…

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