La fascinación y el ensueño


Prócoro Hernández Oropeza

Cuando soñamos pensamos que las vivencias que se viven en ese sueño son tan reales y nos identificamos con ellas de tal suerte que no nos damos cuenta que sólo es eso, un sueño. Nos percatamos sólo cuando despertamos. Pero despertamos y seguimos soñando y creemos que esa es nuestra única y verdadera existencia. Lo es y no. Lo es en tanto lo que vemos, sentimos, olemos, tocamos, degustamos, oímos son percibidos por nuestros cinco sentidos y pensamos seriamente que eso es la realidad.
Lo que percibimos con esos cinco sentidos es muy limitado; existen otras realidades que sólo se pueden percibir por otros sentidos, los del espíritu. Para llegar a esos niveles de aprehensión se requiere de mucho trabajo interior como meditación, auto observación, control mental y trascendencia del Ser. Esa trascendencia sólo puede ser posible desidentificándose de todo lo que percibimos por los cinco sentidos.
Esto significa que sólo mediante la auto observación podemos evitar esa identificación y por tanto caer en la fascinación. La fascinación adviene cuando nos identificamos con lo que nos ocurre momento a momento. Es como cuando vemos una película, aunque sabemos que es una ficción, de repente estamos tan inmersos en los dramas, los personajes, las historias, de tal forma que nos abstraemos de la realidad en que estamos. Eso es la fascinación. Y es tan fácil caer en la fascinación. De pronto llega alguien y nos ofende; sus palabras, sus ofensas o sus gritos hacen mella en mi psique, de tal suerte que me identifico y respondo de inmediato, caigo en la fascinación. Ahí, un simple sonido, una mirada, un gesto me hizo perder la ecuanimidad y me identifiqué con ellos y caí en la fascinación.
Lo es así, porque todo lo que percibimos a través de la mente son meras impresiones captadas por los cinco sentidos. Las Impresiones que llegan a la mente a través de los sentidos son las reacciones que asumimos ante ellas. La realidad de la vida son sus Impresiones. No es lo que vemos o captamos por los cinco sentidos. Para no engancharnos con esas impresiones debemos observar nuestros pensamientos, emociones y acciones; de dónde vienen. Estas pueden venir de nuestra mente ordinaria, de esa mente controlada por los agregados psicológicos o demonios internos o bien del Espíritu, del amor.
Para detener el impacto de las impresiones en nuestra psique se requiere trabajar sobre las reacciones negativas, estados de ánimo enojoso, la identificación, la auto-consideración, los yoes sucesivos, la mentira, la auto-justificación, la disculpa, los estados inconscientes en que nos encontramos, observarlos y transformarlos. Hay Impresiones que no son agradables, por ejemplo las palabras de un insultador, pero podríamos transformar esas palabras, porque al final de cuentas las palabras son como son. Si un individuo ve a una mujer provocativa y no transforma sus Impresiones, las mismas producirán en él el deseo de poseerla. Tal deseo es el resultado mecánico de la Impresión recibida. No dejar que las Impresiones lleguen de un modo subjetivo, mecánico. Si lo hacemos, equivale a empezar a vivir más conscientemente.
De esta forma, al desidentificarnos con las impresiones nada nos puede afectar, ni las positivas ni las negativas y aprenderemos a recibir con agrado todo tipo de manifestaciones, incluyendo las desagradables de nuestros semejantes o los mismos dramas a que nos enfrentamos día a día. Luego entonces podemos vivenciar otros estados de conciencia no ordinarios y percibirlos por los sentidos del espíritu. Conectarnos con la fuente perene de nuestra felicidad, con las vibraciones del amor, de las virtudes y vivir permeados por ellas.


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