El gimnasio psicológico

Prócoro Hernández Oropeza
Así como existen gimnasios donde la gente asiste a realizar ejercicios para mantener un cuerpo en buena forma física y saludable, también existe un gimnasio psicológico al que asistimos para entrenar nuestra mente, las emociones y la voluntad. Ese gimnasio, por lo que dicen los maestros es este planeta, es la vida misma en la que nos encontramos inmersos.
Se nos da un cuerpo físico y un alma, pero antes de nacer también se nos proporciona el agua del olvido. Es agua que borra nuestra memoria del pasado, de las vidas que hemos vivido en otros cuerpos. Y tiene que ser así, de lo contrario, imagínese como se sentiría si recordara que en su vida pasada fue un rey y ahora sólo es un mendigo.
De hecho existen personas, niños incluso que aún recuerdan sus vidas pasadas. Una amiga, por ejemplo, no podía comprender como su pequeño hijo le decía que esta no era su casa y le pedía que lo llevara a su verdadera casa. El hijo de otra amiga, se llamaba Joaquín y él, que tenía tres años, sostenía que su nombre verdadero era Sebastián y que provenía de una estrella; por ello no consentía el nombre que sus padres le habían puesto.
Otros psíquicos, que pueden entrar en los registros akáshicos de las personas descubren cómo han sido sus vidas pasadas. Los registros akásicos o registros akáshicos son una especie de memoria de todo lo que ha acontecido desde el inicio de los tiempos que está registrada en el éter. Allí se almacena todo lo que ha ocurrido desde el inicio de los tiempos y todos los conocimientos del universo, así como la historia personal de cada una de nuestras vidas pasadas.
Otras personas, a través de sus sueños, sueños lúcidos, pueden percibir vidas pasadas; las perciben como si estuvieran viendo una película. Lo mismo se puede acceder a través de los enteógenos o plantas de poder o a través de la meditación. Y a pesar de que muchos dudan de la reencarnación, esta existe. Aunque la palabra reencarnación está mal planteada y se emplea el término Retorno; sólo retornamos pero no recordamos nada, debido a que antes de volver a encarnar se nos da el agua del olvido, se nos borra esa memoria para iniciar una nueva vida, con un cuerpo diferente y a ingresar a otro gimnasio psicológico.
Se le denomina gimnasio psicológico porque aquí se nos da una nueva oportunidad para entrenar nuestra mente, nuestra psique, a dominar la ira, la gula, orgullo, lujuria, envidia, avaricia, la flojera o pereza. Son todos esos agregados psicológicos que nos mantienen en una ilusión o Maya. Maya es la materia que, formando el universo, se forma a sí misma. Es la ilusión del mundo, la ignorancia, el mundo relativo y engañoso que perciben nuestros sentidos y que debe ser superado para llegar a la unión última con la Verdad final.
Buda sostenía que todas las imperfecciones humanas son causadas por dos pasiones mundanas, una es la pasión de la razón que impide el correcto juicio y la otra, la pasión emocional, mutable ante cualquier experiencia. Las imperfecciones son causadas por los errores de la razón y por las decepciones del sentimiento. Uno es llamado ignorancia y otro el deseo.
Estas tienen fuerza propia para originar todas las pasiones de la razón o del sentimiento, y todos los sufrimientos. De la ignorancia (o sea la no sabiduría) y del deseo nacen las pasiones como avaricia, ira, necedad, equivocación, descontento, rencor, envidia, egoísmo, orgullo, adulación, engaño, desprecio e insensatez.
Por los deseos y la ignorancia los hombres comenten los peores pecados de cuerpo, palabra y pensamiento. Entonces el objetivo de retornar es para buscar por un lado esa sabiduría que nos llevará a encontrar el tesoro de la luz, nuestra verdadera identidad y por otro a templar nuestras pasiones, que son provocados por el deseo; ese deseo que es el origen del sufrimiento. Cuando nos desapegamos de los objetos, las personas y las cosas y comprendemos que somos una esencia divina, entonces podremos salir triunfantes de este gimnasio psicológico.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De mil que me buscan

Los tres alimentos

El arquetipo del gato