La fuente de la sabiduría

Prócoro Hernández Oropeza
“El conformismo, en el camino espiritual, puede ser una forma de apoyarse en certezas externas. El auténtico caminante, escucha, pero luego debe comprobarlo todo por sí mismo. Apunta más allá de toda forma, por ello no se conforma con nada, ni se conforma a nada.” ―Rumi

Todas las religiones generalmente se desdoblan en dos niveles o senderos; uno oculto y refinado, sutil y divinal y otro más ordinario y al que todo mundo puede acceder. Así como todos los libros sagrados poseen dos niveles de interpretación, uno denotativo o lo que se lee y se entiende textualmente y otro connotativo o más profundo, lo mismo acontece con las religiones: existen dos niveles de comprensión y de vivencia.
En la Biblia, por ejemplo, existen esos dos niveles de comprensión; uno que lo podríamos denominar ordinario o textal y otro más sutil y complejo o connotativo que para entenderlo se requierenciertas herramientas de interpretación y conocimiento. Jesús hablaba en parábolas, a las que muchos no alcanzan a comprender su real significado, inclusive sus apóstoles tampoco las comprendían en su momento hasta que Jesús se las explicaba. Una de las frases favoritas de Jesús era: “El que tenga oídos que escuche”. Sencillamente se dirigía a aquellas personas que captaban el hondo significado de sus mensajes, que tenían abierto su corazón para comprenderlas y entonces vivirlas, experimentarlas y hacerlas suyas. Esas personas, sin duda eran adeptos de escuelas o de maestros que les otorgaban las claves para poseer ese discernimiento.
Esos maestros y escuelas se formaban y se siguen formando en los misterios ocultos o en la secrecía de sus corazones. Son los llamados movimientos gnósticos o místicos y son los que guardan celosamente la sabiduría verdadera; un conocimiento que ha trascendido el espacio y el tiempo. De esa sabiduría bebieron los Indostanos, los persas, asirios, egipcios, griegos, chinos, aztecas, incas, mayas. Si alguien duda sólo basta observar como en todas las culturas antiguas se hallan los mismos arquetipos o símbolos, tales como la cruz, le virgen o la reina madre, las deidades, los elementales, el cielo y el infierno, ángeles y demonios, aunque con diferentes nombres.
Esta sabiduría no se encuentra afuera, está en nuestro interior, pero para llegar a ella se requiere un despertar, el auxilio de un guía y sobre todo el anhelo de buscar esa verdad interior. Una vez que exista esa sed de búsqueda llegan los guías, el maestro, las herramientas y se inicia el camino del despertar.
En las religiones esos dos niveles se expresan, el ordinario como creencias, simples creencias y en el segundo, el místico va más allá de las creencias y experimenta lo divinal. Obtiene las herramientas para conectarse con otras dimensiones y maestros que habitan en esas dimensiones y pasan de la creencia a la vivencia real de esos mundos sutiles que sólo se pueden experimentar por otros sentidos del espíritu no por los ordinarios y comunes. En el Islam, por ejemplo, la parte refinada de esa religión es representada por el sufismo, adeptos que experimentan la verdad de Dios en carne propia, sea mediante la meditación, la danza derviche o por otros medios. Jalal ud Din Rumi, mejor conocido como Rumi, es un prístino exponente de esta sabiduría. Un conocimiento que habla del verdadero amor, que trasciende las creencias y se entrega con total devoción y amor a Dios y a toda su creación. Una corriente muy diferente a quienes simplemente creen que existe un Dios, un cielo y un infierno y como sólo lo perciben en su mente en forma de creencia, vean lo que han generado, guerras, fratricidios, enconos, violencia. Un sufí está más allá de estos actos terrenales y animalescos. Lo mismo acontece en la tradición cristiana; detrás han sobrevivido corrientes gnósticas que buscan la trascendencia del Ser mediante este camino de devoción y amor a Dios y al prójimo, a todo lo que le rodea. Ve a Dios en todo lo que le rodea. Ese mismo sentido se observa en el Hinduismo, particularmente en la corriente védica. Lord Krishna enseñó el camino de la devoción y amor a Dios también. Esa sabiduría proviene de una misma fuente y todos sus avatares han abrevado de ese manantial de vida y ambrosía.

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