Ahimsa, la fuerza del alma

Prócoro Hernández Oropeza
2ª y última parte
El mensaje de los santos y profetas de todos los tiempos y tradiciones es el mensaje del amor, de la no-violencia. La no-violencia es el mejor medio para disfrutar paz y dicha constantes. Pero la violencia no sólo se limita al uso de medios físicos; causar violencia puede ser de pensamiento, palabra y obra, existen formas sutiles de violencia como el menospreciar, enjuiciar, criticar o simplemente ignorar al hermano.
Sivananda sostiene que una de las cualidades que se debe inculcar es la amabilidad. Si se práctica el ahimsa en la vida cotidiana se debe renunciar también a los insultos, reproches y críticas. Nunca pensar en la venganza, ni desear ofender a nadie, aun tras una provocación intensa. No tener ni un solo mal pensamiento contra nadie. No cobijar ira alguna. No maldecir, inclusive se debe estar preparado para perder con alegría.
Ahimsa, la ley del amor es la cumbre de la valentía, para ello se debe ser intrépido y sobre todo mantener la ecuanimidad ante todo. A Buda, por ejemplo le odiaba su primo Devadatta por celos. Cierto día que el Buda estaba paseando tranquilamente, Devadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca sólo cayó al lado del Buda y Devadatta no pudo conseguir su objetivo. El Buda se dio cuenta de lo sucedido pero permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios.
Días después, el Buda se cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente.
Muy sorprendido, Devadatta preguntó:
-¿No estás enfadado, señor?
-No, claro que no.
Sin salir de su asombro, inquirió:
-¿Por qué?
Y el Buda dijo:
-Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando me fue arrojada.

Ahimsa es una cualidad que se debe desarrollar constantemente. De esa forma se evita tener un solo sentimiento de antipatía hacia quien nos atormenta. Sin Ahimsa no puede haber paz interior. Simplemente se debe observar de dónde vienen esos pensamientos o sentimientos de rencor u odio y no identificarse con ellos. No soy este cuerpo, no son míos estos pensamientos o sentimientos, son míos y no, pero puesto a que mi verdadera identidad es amor, es luz, es verdad. Esa es mi verdadera naturaleza. Los pensamientos de venganza, al no tener oportunidad de manifestarse externamente, morirán por sí solos. Se debe controlar primero el cuerpo físico. Si alguien arremete o hiere mantenerse calmado; respirar, suaviza los sentimientos. Quien ha herido se calmará a su vez al no encontrar oposición.
Sivananda sostiene que una vez controlado el cuerpo, hay que controlar la palabra y tomar una determinación firme: «A partir de hoy no diré ni una sola palabra desagradable contra nadie». Tener paciencia. No es fácil al principio. Guardar mouna (silencio). Finalmente vigilar los pensamientos. En todos mora un mismo Ser. Haciendo daño a otros, no hacemos sino dañar a nuestro propio Ser. Amar a todos. Servir a todos. No odiar a nadie. No insultar a nadie. No dañar a nadie en pensamiento, palabra y obra. Contemplar a nuestro propio Ser en todos los seres.
Si nos establecemos en ahimsa habremos alcanzado todas las virtudes. Ahimsa es su eje. Ahimsa es la fuerza del alma. El maestro Sivananda sostiene con firmeza: El odio se derrite en presencia del amor. El odio se disuelve en presencia de ahimsa. Quien practica la no-violencia puede impulsar al mundo y ganarse los corazones de todos. La fuerza de la no-violencia es infinitamente más maravillosa y sutil que la de la electricidad o el magnetismo. El poder de ahimsa es más grande que el poder del intelecto. Es fácil desarrollar el intelecto, pero es difícil desarrollar el corazón. La práctica de ahimsa desarrolla el corazón de una manera maravillosa. Quien practica la no-violencia desarrolla una gran fuerza de voluntad. En su presencia cesa toda enemistad. Quienes se adhieren estrictamente al voto de ahimsa como un principio fundamental, nunca podrán ser embaucados hacia la violencia.

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