Psicogénesis y lepra psicológica


Prócoro Hernández Oropeza
Nuestra alma está contaminada por la lepra de carácter psicológico. Es una lepra que se carcome nuestra esencia, nuestra consciencia y la tiene fragmentada, desarticulada, prisionera. En los tiempos antiguos la enfermedad de la lepra era infecciosa aunque no muy contagiosa y era considerada incurable, mutilante y vergonzosa.
En esta caso la lepra psicológica pareciera ser incurable y aunque es mutilante y vergonzosa, el hombre ordinario no se da cuenta de ello. De tal modo que puede convivir con esa enfermedad psicológica aceptando que es bilioso, iracundo, envidioso, engreído, vanidoso, fornicario, mentiroso, codicioso, miedoso, testarudo y muchos epítetos más. Son los miles de agregados psicológicos que se han adherido a su alma y la han fragmentado. Ellos han tomado posesión de su mente, pensamientos, sentimientos, emociones y su voluntad.
Cuando menos durante la Edad Media, los que padecían esta enfermedad llevaban unas pequeñas tablas en la mano, llamadas tablillas de San Lázaro, las cuales al golpear entre sí avisaban a la gente de su paso. Esas mismas tablas deberíamos llevar para anunciar que en cada uno de nosotros existe esa lepra psicológica.
En la Biblia se hace referencia esta plaga; en Levítico 13, 43, 44 y 45 Jehová les dijo a Moisés y a Aarón:
43. entonces el sacerdote lo mirará y si la hinchazón de la llaga blanca rojiza en su calva o en su ante calva tiene el aspecto de la lepra de la piel del cuerpo,
44 leproso es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene llaga.
45 El leproso en quien haya llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado gritará: ¡inmundo! ¡Inmundo!
44 Leproso: es inmundo. Y el sacerdote lo declarará luego «inmundo»: en su cabeza tiene llaga.
45 Y el leproso en quien hubiera llaga llevará vestidos rasgados y la cabeza descubierta, y embozado deberá pregonar: «¡Soy inmundo! ¡Soy inmundo!».
Aunque en estas citas bíblicas se hace referencia a la lepra física, no es menos verdad que las características de esa enfermedad se manifiestan psicológicamente en nosotros. En nuestra cabeza, en el intelecto poseemos miles de llagas provocadas por esos pensamientos de ira, envidia, lujuria, pereza, soberbia; somos inmundos porque pocas veces, ocasionalmente vienen a nosotros pensamientos virtuosos, divinos, amorosos. Existen muchas llagas en nuestro cuerpo, en nuestra psique.
No es casual que Samael Aun Weor, en su libro La revolución de la dialéctica pregonara la Psicogénesis, enseñanzas psicológicas que buscan fundar las bases de una nueva civilización no contaminada con esta lepra psicológica. Esto es, la creación del verdadero hombre para luego arribar al superhombre. A través de la psicogénesis tendremos acceso a los profundos conocimientos esotéricos que a través de los incontables siglos han estado ahí, a disposición de todo ser humano que anhele sinceramente encontrar respuesta a una cantidad infinita de vacíos e interrogantes.
Esta psicogénesis se fundamenta en la frase inscrita en el Templo de Delfos:
“Te advierto, quien quiera que fueses, ¡oh tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera! Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. ¡Oh hombre, conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses!

No obstante, la mayoría, atontado por esa lepra que le carcome el alma sigue buscando la felicidad, la verdad, su mismidad a fuera. Ese nunca sanará de su lepra psicológica.

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