En busca del paraíso

Prócoro Hernández Oropeza
Es agosto y el calor, las nubes, el viento, los cerros luciendo unos trajes muy, muy verdes y una luna que se aparece de vez en cuando. En esta parte del planeta, en el pacífico, el mar se mueve a su antojo, a veces tranquilo, en otras se torna violento, de vez en cuando hermosos arco iris atraviesan la bahía o salen de algún cerro y se pierden entre las nubes. La gente se queja del calor, pero lo mismo haría si hiciera frío. Tantos años viviendo aquí, unos oriundos, otros fuereños y no se acostumbran a estos cambios de ánimo de las estaciones.
Es agosto hay mucha fruta de estación, cocos, mangos, piñas, papaya, naranjas, guayabas, guanábanas, aguacates, propias del trópico. No faltan los elotes tiernos, las flores de calabaza, los pepinos, camotes, huitlacoches y otros prodigios de la madre naturaleza. Y los turistas de extranjía que arriban al puerto se maravillan con tantos encantos que provoca este encuentro entre mar y cerros, árboles, flores, aves, atardeceres y noches de extravíos.
Es agosto y Puerto Vallarta, a no ser por el calor y los malos humores de la gente sin sentido, esto sería un somero remedo del paraíso. Es un paraíso, si lo comparamos con las temperaturas y el ambiente de un desierto, o el frío de los glaciares. Afirma mi maestro que es posible construir el paraíso aquí y ahora, lo cual se logra, sintiendo y viviendo como si realmente estuviéramos en el paraíso.
Hay quienes piensan que el Paraíso no es más que una antigua leyenda. Otros lo ven como un jardín de ensueño donde los buenos viven para siempre realizando actividades agradables y productivas. Pero a él se llegará después de la muerte o de muchas encarnaciones.
Pero ¿dónde estará y cómo será el paraíso? La Biblia dice que el Paraíso original estaba en la Tierra. Esto significa que Dios ha hecho la Tierra para que sea el hogar de los seres humanos, un hogar permanente. La Biblia dice que Dios hizo nuestro planeta para que durara para siempre (Salmo 104:5). Y también dice: “A Jehová pertenecen los cielos, pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres” (Salmo 115:16). “Jehová Dios plantó un jardín en Edén [...], y allí puso al hombre que había formado.” (Génesis 2:8)
Y aunque algunos creen que el Paraíso está en el cielo, mientras otros dicen que es algo del futuro y que estará en la Tierra. Sin embargo, las Santas Escrituras enseñan que el paraíso estará en la Tierra. En ese paraíso, Dios bendecirá a la humanidad con vida eterna; reinará la paz y la armonía; no habrá dolor ni sufrimiento, y la gente podrá disfrutar a plenitud de las de las maravillas naturales de nuestro hermoso planeta (Isaías 65:21-23). En otra cita bíblica se dice: “La tienda de Dios está con la humanidad, [...] y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor.” (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4).
A sabiendas de esto, si el paraíso estaba aquí antes y volverá a establecerse aquí, es necesario empezarlo a construir y a vivirlo desde ahora. Para ello necesitamos cambiar nuestros esquemas mentales, nuestra arrogancia, toda la maldad enquistada en nuestra psique. Viviendo como Dios vive, amando como Dios ama, sirviendo como Dios sirve, ver en cada hombre a un hijo de Dios, en cada planta, en cada árbol, en cada animal, en todo lo que nos rodea como algo divino. Vivir y expresar el amor y sus virtudes, la alegría y la compasión, el perdón y la gratitud.
Es agosto y es tiempo de construir ese paraíso perdido, el edén maravilloso, ahora, no mañana.


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