La Academia Pitagórica

Prócoro Hernández Oropeza
“Hagan germinar el alma por la meditación y lograrán el ascenso como por las alas del águila.” Pitágoras
Además de sus procesos iniciáticos y conocimientos esotéricos, Pitágoras profundiza en la sagrada matemática, la ciencia que forman los números en sus infinitas expresiones y sus relaciones con los principios universales. Para ello recibe las influencias de uno de sus maestros más importantes llamado Moscos. Es un descendiente directo de Moisés y Moscos junto a otros maestros y sacerdotes egipcios lo adentran en la comprensión y el conocimiento de una antigua raza proveniente de la Atlántida. De ella obtiene la ilustración para descifrar los jeroglíficos de las columnas de los templos de Sais y Menphis, de donde extrae la semilla de la Geometría y el Antiguo Testamento.
Cuando Pitágoras decide retornar a su patria, Egipto es invadido por el Rey Persa Cambises II. Ahí presencia con horror el saqueo de Menphis y Tebas, la destrucción de Helenia, además de la ejecución del Faraón Psamético y su familia. Una vez conquistado el país, Cambises decide desterrar a los sacerdotes sobrevivientes y al mismo Pitágoras a Babilonia. Pitágoras no desaprovecha esta circunstancia y durante los doce años que pasa en Babilonia aprende los misterios de Mesopotamia, entrando en contacto con científicos de China e India, hecho que le marcan un fuerte misticismo oriental. Pero además tiene acceso a la sabiduría de los magos y maestros herederos de Zoroastro, así como a los antiguos conocimientos arcanos de la magia blanca.
Luego de pedir perdón y permiso al rey de los persas, Pitágoras regresa a su natal Samos. Como la encuentra bajo el yugo de la tiranía y los templos y escuelas están cerrados, junto con su madre se dirige a Grecia, pero su intención es llegar a Delfos, hermosa ciudad situada al pie del monte Parnaso y que además es famosa por su oráculo en honor al dios Apolo. Es además el lugar más sagrado y santo de Grecia, no obstante, antes recorre otros templos existentes en el país. Al llegar a Delfos ora ante el templo de Apolo, el único que no está manchado de sangre, porque en los otros las personas les ofrecen sacrificios con animales. Pitágoras sólo lo venera con un toro elaborado con pasta.
Antes de entrar al templo, Pitágoras encuentra dos sentencias: “Conócete a ti mismo” y “No se aproxime quien no sea puro”, dos frases con mucho significado indicando que dentro del templo sólo reina la verdad de Dios y todo lo que hay a su alrededor es totalmente puro. Aquí permanece un año instruyendo a los sacerdotes en los secretos de su doctrina y también brindando sus excelsos conocimientos a quienes acuden al templo. Con gran entusiasmo les habla de los misterios de Isis, la terrestre y la divina, a quien considera la más grande madre de los dioses y la humanidad.
Luego se dirige a Crotona en el extremo golfo de Tarento, al sur de Italia y fundada por los aqueos. Aquí ya venía precedido por su fama de sabio, por lo que las autoridades le piden que exponga algunas de sus ideas y Pitágoras prepara cuatro encendidos discursos, uno dedicado al senado, otro a los jóvenes, luego a mujeres y por último a los niños. En ellos da sendas recomendaciones morales de gran perfección y refinamiento, instando a ajustar la conducta humana a los cánones de la armonía y la justicia. Estas disertaciones calan en la sociedad crotense y el paso siguiente es fundar una academia, la academia pitagórica, que según los expertos es muy semejante a las universidades actuales. Tanto hombres como mujeres tienen la posibilidad de ingresar, pero deben someterse a ciertas pruebas, no tan duras como las egipcias, que no todos logran pasar.
En esa academia se les enseña ciencias, filosofía, artes, deportes y otras enseñanzas armonizadas con la madre naturaleza. Las pruebas son de carácter iniciático, de tal suerte que quienes logran pasarlas, son elegidos para encauzarlos a estudios más profundos, que no están al alcance de los profanos. Son enseñanzas herméticas, una de las reglas de toda escuela iniciática. Aquí conviven dos tipos de estudiantes: los externos, que regresan a sus casas después de tomar sus clases y los internos, quienes viven ahí en una especie de monasterio. Estos últimos deben realizar tres etapas: 1. El silencio, 2. La purificación y 3. La Evolución espiritual. Continuará

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