Las puertas de la percepción


Prócoro Hernández Oropeza
Las puertas, además de la función que juegan en cualquier casa o edificio, incluso en una cueva, poseen múltiples significados, y más aún en aquellas que nos abren a otras realidades o universos. A estas últimas sólo pocos tienen acceso o las conocen. Recuerdo la experiencia mística que tuvo un alumno durante su meditación. Describió que al entrar en meditación profunda empezó a ver que volaba por unas montañas y al pasar cerca de una cañada vio una piedra cuadrada bien pulida, de unos cinco por cinco metros. En ella estaba dibujada una pirámide de color dorada. Se detuvo y al tocarla la piedra se movió. Era una gran puerta que le dio acceso a un pasillo. Caminó unos cien metros y al final se encontró con Anubis, una deidad egipcia que en el esoterismo se le considera el pesador de almas.
Se cuenta que en la Duat (inframundo), el espíritu del fallecido es guiado por el dios Anubis ante el tribunal de la justicia cósmica que preside Osiris. Anubis extrae mágicamente el Ib (el corazón, que representa la conciencia y moralidad) y lo deposita sobre uno de los dos platillos de una balanza. El Ib es contrapesado con la pluma de Maat (símbolo de la Verdad y la Justicia Universal), situada en el otro platillo. Mientras, un jurado compuesto por dioses (cuarenta y dos tribunos) le formulan preguntas acerca de su conducta pasada, y dependiendo de sus respuestas el corazón disminuye o aumenta de peso. Thot, actuando como escriba, anota los resultados y los entrega a Osiris. Al final del juicio, Osiris dicta sentencia.
Pues cuando llegó el alumno meditante frente a Anubis, este le espetó: Tú, otra vez, Ahora ¿qué quieres? Según el alumno en otras dos ocasiones ya había estado frente al dios Anubis y había pedido negociar parte de su karma. En esta ocasión el alumno fue cogido de sorpresa y no supo que responder. En realidad en este viaje había llegado sin haberlo planeado. No tuvo tiempo de responder, porque Anubis le dijo: Esta bien pídeme lo que desees, pero vas a dar a cambio lo siguiente: aprende a Dar. Esto fue para el alumno una gran lección, porque si no lo cumple cuando desencarne habrá de dar cuenta a ese tribunal de la Justicia Cósmica.
Así que las puertas no sólo sirven para entrar a un edificio o en nuestra casa, también para pasar a otras realidades, que están más allá de nuestra percepción o de nuestros cinco sentidos.
El poeta visionario inglés del siglo XVIII, William Blake escribió el siguiente verso, extraído de su poema: Visión memorable, del libro El matrimonio del cielo y el infierno: “Si las puertas de la percepción se abrieran todo aparecería al ser humano tal y como es: infinito. Dado que el hombre se ha limitado a sí mismo, divisando las cosas a través de las estrechas rendijas de su propia caverna.”
A propósito de las puertas, he escrito el siguiente poema, que se titula precisamente:
Las puertas

I
Se abre de golpe la puerta
sale un enjambre de voces desbocadas
Se cierra: silencio, la penumbra
La noche atisba por la cerradura
Una doncella muerde los labios de la angustia
II
Se cierran si presienten miedo
Se abren cuando llega el amor
Despiden de mano a los amigos.
Las puertas negras llaman al dolor
Las amarillas a la soledad
Las cafés evocan suspiros
Transparentes son de felicidad.
III
Puertas alegres
Por donde entra mi corazón
Puerta solar
No dejes escapar la luz
Puerta de dios
La de los ángeles y sus cantos de agua
Puerta de la noche
Encierra a los fantasmas que rondan por la ventana
Puerta del cielo
No dejes ir los buenos deseos
Puerta nube
Donde florecen los pensamientos
Puerta cansada
Da reposo a enfermos de amor
Puerta con alas
La libertad entra y sale a sus anchas
Puerta tranquila
Deja en paz a los vivos
Puerta del silencio
Por esta llegan los que se buscan adentro.

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