El amor, cosa sublime
Prócoro Hernández Oropeza
Como en febrero se celebra el Día del Amor y la Amistad, es mejor decirlo en versos, porque los versos desnudan el alma, hacen vibrar las cuerdas del corazón y con uno solo se puede enamorar a cualquier musa. Como digo en el siguiente poema, el amor es algo sublime, irrepetible, inconfundible, una maravilla que se diluye en suspiros. Cada suspiro es un halo de amor que irradia a quienes toca con su luz.
El amor, cosa sublime
En las notas de cualquier canción vagas tú. (Lucho Gatica)
El amor, cosa sublime
Maravilla que se diluye en suspiros.
Enamorarse: morir en pedazos, a cada instante
Encanto, miedo a perder lo que se gana con ansias
Cascadas de afectos, remolinos de fuego.
El amor, cosa sublime
Condensa el brillo de una estrella
en una porción de incienso
Reivindica los perfumes del universo
Desvanece la noción del tiempo.
El amor, cosa sublime
lo parimos
lo morimos
lo renovamos
lo perdemos, nos confundimos
Lo encontramos.
Del amor y desamor
nos alimentamos
!Cosa sublime!
Debemos ver la vida como una mujer con vestido alegre, sonrisa amplia. en una mañana tibia y esplendorosa. El amor es el alimento del alma, un halo de Dios que diviniza todo lo que toca y trastoca. Y ese amor no es de un día, porque entonces no es amor. El amor es de todos los días, se festeja cada minuto, cada segundo y se puede captar en la sonrisa de un niño, en una mirada inquieta, en los gestos amorosos de un vagabundo, en la montana cubierta de nubes traviesas.
Vida
Adónde vas, vida
con la mañana tibia
con tu vestido alegre
con tu sonrisa al aire
Mira: el sol se sublima
los árboles se inquietan
el mar se contiene
las gaviotas envidian tu prisa cuando caminas
!Ay vida¡
¿Has visto llorar al mar?
¿Sentido su tristeza cuando no hay estrellas?
Así me siento cuando te pienso
Es que perteneces a otro siglo.
Vida, vida, vida...
he colocado un poema en cada esquina,
desde mi alma hasta tu calma
para llenar de amor tu casa, tus ganas.
Cuando el amor aparece o más bien florece en cualquier persona, ésta puede ver en cada ojo la ventana del universo por donde surge el sol, la dicha con alas de fuego, el eterno perdón, la evocación poética de una canción. Cuando hay desencuentros, esos ojos pueden ser dos heridas, dos recuerdos, la nostalgia por lo que pudo ser y no fue. El amor no sólo es para festejarse un día, sino para practicarlo, ejercerlo, aceptarlo todos los días, sin descanso, no importa que las manos se cansen de abrazar, que los besos eternicen el tiempo.
Ironías
Tus ojos, como un sol
dan vida a lo que tocan
y ordenan y desordenan el universo
Tus ojos: dos heridas
dos caricias
dos recuerdos
aves en vuelo
dos letras
espejos
que perforan mi alma por dentro.
El amor no es un capricho de nadie, menos de Dios. Es nuestra mismidad, nuestra verdadera identidad. De él surgimos, a él nos debemos y por tanto no es ni puede ser una oferta de supermercado, ni un intercambio mercantil, mucho menos un pretexto para inocularlo con un festín.
Los amorosos viven la vida a plenitud, con un corazón abierto, compasivo y tierno. Los amorosos buscan en la intimidad de su Ser esa fuente eterna de la felicidad y siempre que la buscan ahí, encuentran.
Como en febrero se celebra el Día del Amor y la Amistad, es mejor decirlo en versos, porque los versos desnudan el alma, hacen vibrar las cuerdas del corazón y con uno solo se puede enamorar a cualquier musa. Como digo en el siguiente poema, el amor es algo sublime, irrepetible, inconfundible, una maravilla que se diluye en suspiros. Cada suspiro es un halo de amor que irradia a quienes toca con su luz.
El amor, cosa sublime
En las notas de cualquier canción vagas tú. (Lucho Gatica)
El amor, cosa sublime
Maravilla que se diluye en suspiros.
Enamorarse: morir en pedazos, a cada instante
Encanto, miedo a perder lo que se gana con ansias
Cascadas de afectos, remolinos de fuego.
El amor, cosa sublime
Condensa el brillo de una estrella
en una porción de incienso
Reivindica los perfumes del universo
Desvanece la noción del tiempo.
El amor, cosa sublime
lo parimos
lo morimos
lo renovamos
lo perdemos, nos confundimos
Lo encontramos.
Del amor y desamor
nos alimentamos
!Cosa sublime!
Debemos ver la vida como una mujer con vestido alegre, sonrisa amplia. en una mañana tibia y esplendorosa. El amor es el alimento del alma, un halo de Dios que diviniza todo lo que toca y trastoca. Y ese amor no es de un día, porque entonces no es amor. El amor es de todos los días, se festeja cada minuto, cada segundo y se puede captar en la sonrisa de un niño, en una mirada inquieta, en los gestos amorosos de un vagabundo, en la montana cubierta de nubes traviesas.
Vida
Adónde vas, vida
con la mañana tibia
con tu vestido alegre
con tu sonrisa al aire
Mira: el sol se sublima
los árboles se inquietan
el mar se contiene
las gaviotas envidian tu prisa cuando caminas
!Ay vida¡
¿Has visto llorar al mar?
¿Sentido su tristeza cuando no hay estrellas?
Así me siento cuando te pienso
Es que perteneces a otro siglo.
Vida, vida, vida...
he colocado un poema en cada esquina,
desde mi alma hasta tu calma
para llenar de amor tu casa, tus ganas.
Cuando el amor aparece o más bien florece en cualquier persona, ésta puede ver en cada ojo la ventana del universo por donde surge el sol, la dicha con alas de fuego, el eterno perdón, la evocación poética de una canción. Cuando hay desencuentros, esos ojos pueden ser dos heridas, dos recuerdos, la nostalgia por lo que pudo ser y no fue. El amor no sólo es para festejarse un día, sino para practicarlo, ejercerlo, aceptarlo todos los días, sin descanso, no importa que las manos se cansen de abrazar, que los besos eternicen el tiempo.
Ironías
Tus ojos, como un sol
dan vida a lo que tocan
y ordenan y desordenan el universo
Tus ojos: dos heridas
dos caricias
dos recuerdos
aves en vuelo
dos letras
espejos
que perforan mi alma por dentro.
El amor no es un capricho de nadie, menos de Dios. Es nuestra mismidad, nuestra verdadera identidad. De él surgimos, a él nos debemos y por tanto no es ni puede ser una oferta de supermercado, ni un intercambio mercantil, mucho menos un pretexto para inocularlo con un festín.
Los amorosos viven la vida a plenitud, con un corazón abierto, compasivo y tierno. Los amorosos buscan en la intimidad de su Ser esa fuente eterna de la felicidad y siempre que la buscan ahí, encuentran.
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