La incredulidad y la fe

Prócoro Hernández Oropeza
Muchas personas son incrédulas; no creen en Dios, no creen en los políticos, en su gobierno, y a veces dudan hasta de sí mismos. La incredulidad es definida por los diccionarios como rechazo de una persona a creer algo, también es recelo, sospecha, escepticismo o duda, o bien ateísmo o ausencia de fe religiosa. Estas personas, debido a sus múltiples experiencias, a sus creencias, programas, patrones dudan de todo, principalmente de la cuestión religiosa.
Los que son más racionales o tienen como eje de su vida el centro intelectual, sólo tienden a creer en aquello que se puede comprobar científicamente. Otros dudan de todo, son escépticas y sólo creen en lo que es afín a sus ideas o sus valores culturales. Quienes tienen como eje de su vida la cuestión racional, sólo creen en la ciencia y la adoptan como dogma. Como nadie ha comprobado científicamente que existe el cielo o el infierno, Dios o el diablo, rechazan cualquier filosofía o religión que hable o crea en estos asuntos.
Otros, quienes han tenido malas experiencias, sea en el matrimonio, en el gobierno, en los partidos políticos, han dejado de creer en esas instituciones y se convierten en entes apolíticos, apartidistas o simplemente han perdido la fe en algo que antes los mantenía en movimiento o en la persecución de algo. Pero como afirma Denis Diderot: “El escepticismo es el primer paso en el camino de la filosofía”.
Esos que han perdido la fe y se han tornado escépticos, es posible que más tarde cambien de opinión y finalmente encuentren su destino, su misión, su filosofía. Recuerdo que cuando entré a la universidad, aunque no era un religioso empedernido, por tradición familiar era un católico más. Como todo niño de buena familia, por buena me refiero a que mis padres eran respetuosos de la tradición, me enviaron a la iglesia a aprender el catecismo; antes fui bautizado, luego vino la confirmación. Estas son prácticas iniciáticas en la religión católica.
Cuando llegué a la universidad estaba de moda el marxismo-leninismo, una filosofía que negaba a Dios y a todo lo que fuera religión. Para los comunistas la religión era el opio del pueblo. Esto fue un choque racional y hasta cierto punto espiritual. Durante el primer año fue de constantes debates internos. Se me decía que Dios era un invento del hombre !Cómo carajos entonces pensar que Dios lo había creado! Había miedo, el temor que la religión siembra si negamos a Dios. Nos lo habían pintado como un Dios castigador, el que todo lo mira y nada se le escapa. Después de muchas confrontaciones internas acepté que Dios en realidad no existía y lo negué. Entonces me sentí como liberado, liberado de ese temor.
Con el paso del tiempo y luego de haber militado en la izquierda vinieron las reflexiones y un nuevo replanteamiento. Cómo negar a Dios si todo lo que me rodeaba, este planeta, todos los que habitamos en ella, la luna, los demás planetas, galaxias, el universo, todo ello no era posible que existiera por un simple azar, o por un caos cósmico. Alguien muy superior a todo había creado todas estas maravillas que se mueven en sincronía, con leyes que desconocemos aún. Vino mi búsqueda espiritual y mediante las prácticas de meditación y respiración he podido acceder a otras realidades que sólo se pueden percibir con los sentidos del Ser o espíritu. Usando mi cuerpo como laboratorio he podido acceder a esos mundos de los que hablan los libros sagrados, así como otros grandes maestros lo han experimentado. Eso también es ciencia, porque se puede comprobar la existencia de otras realidades, pero no con los instrumentos científicos ya conocidos, sino con los ojos del alma, como la meditación, la oración, prácticas de respiración. De esto hay mucho conocimiento y sabiduría en los grandes gurús de la India y en otras tradiciones. Buda es un gran ejemplo, el mismo Jesús que fue iniciado en Egipto y se dice recorrió India y otras culturas antes de retornar a Jerusalén y ser crucificado. Es posible que en un futuro no muy lejano, ciencia y religión se unan nuevamente y podamos salir de la ignorancia que hemos vivido durante muchas centurias.

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