Reflexiones sobre el sueño


Prócoro Hernández Oropeza
Soñar no cuesta nada, pero hay de sueños a sueños. Uno es el sueño onírico cuando vamos a dormir y soñamos episodios de nuestra vida. Son episodios, las más de las veces, fragmentados, con retazos de aquí, allá y acullá, mezclados en el tiempo y en el espacio. La cuestión es que la mayoría de estos sueños los olvidamos rápidamente o sólo recordamos pedazos. Son episodios de cómo se mueve nuestra máquina humana, gobernada por los agregados psicológicos, esos que manifiestan nuestros deseos o pasiones. Este poema de Sabines refleja en parte este tipo de sueños.
Sólo en sueños
Jaime Sabines
Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.
¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!
¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!
Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.
Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.
Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.
Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.

Otros son los llamados sueños o visiones de futuro. Son visualizaciones de cómo nos quisiéramos ver a futuro, a esto también se le dice soñar despierto. Son visiones o visualizaciones que nos incitan a perfilar un destino, un anhelo o un deseo de qué quisiéramos ser o realizar. Por ejemplo, visiono la intención de poseer una hermosa casa y puedo visualizarla, percibirla en todos sus detalles, como si ya estuviera construida. Eso ayuda a orientar mis pasos y esfuerzos para su consecución. Otros sueñan con ayudar a construir o forjar un país totalmente diferente, justo, libre, democrático. Unos más quisieran dormir profundamente para alejarse de los sinsabores de la vida cotidiana y soñar que viven en otros mundos. Este poema de Amado Nervo describe parte de estos dramas o anhelos.
Dormir
Amado Nervo

¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo
deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño
es un estado de divinidad.
El que duerme es un dios... Yo lo que tengo,
amigo, es gran deseo de dormir.

El sueño es en la vida el solo mundo
nuestro, pues la vigilia nos sumerge
en la ilusión común, en el océano
de la llamada «Realidad». Despiertos
vemos todos lo mismo:
vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego,
las criaturas efímeras... Dormidos
cada uno está en su mundo,
en su exclusivo mundo:
hermético, cerrado a ajenos ojos,
a ajenas almas; cada mente hila
su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!)

Ni el ser más adorado
puede entrar con nosotros por la puerta
de nuestro sueño. Ni la esposa misma
que comparte tu lecho
y te oye dialogar con los fantasmas
que surcan por tu espíritu
mientras duermes, podría,
aun cuando lo ansiara,
traspasar los umbrales de ese mundo,
de tu mundo mirífico de sombras.

¡Oh, bienaventurados los que duermen!
Para ellos se extingue cada noche,
con todo su dolor el universo
que diariamente crea nuestro espíritu.
Al apagar su luz se apaga el cosmos.

El castigo mayor es la vigilia:
el insomnio es destierro
del mejor paraíso...

Nadie, ni el más feliz, restar querría
horas al sueño para ser dichoso.
Ni la mujer amada
vale lo que un dormir manso y sereno
en los brazos de Aquel que nos sugiere
santas inspiraciones. ..
«El día es de los hombres; mas la noche,
de los dioses», decían los antiguos.

No turbes, pues, mi paz con tus discursos,
amigo: mucho sabes;
pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate!
No quiero gloria ni heredad ninguna:
yo lo que tengo, amigo, es un profundo
deseo de dormir...

Jorge Luis Borges afirma al respecto: “Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, un puro reposo de la mente, ¿por qué, si te despiertan bruscamente, sientes que te han robado una fortuna? Yo, por más que quiero dormir ocho horas o más, no puedo. La cama molesta mi cuerpo o mi cuerpo no desea dormir tanto, pues ya tendrá tiempo para descansar cuando me aleje de él. Y si me duermo otro rato vienen esos sueños sin cohesión, ni forma, ah pero algunos, sólo pocos, son visionarios o lúcidos. Con esos me quedo.

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