Resistencia y persistencia


Prócoro Hernández Oropeza

La resistencia es una palabra que denota oposición hacia algo. Ante un asalto me resisto a ser atacado, ofrezco resistencia y ello conlleva sus peligros, uno de ellos la muerte. Algo similar sucede cuando opongo resistencia a cualquier otro tipo de circunstancias. Si algún familiar se enferma gravemente me resisto a aceptar su enfermedad. En el plano mental sucede lo mismo. Me resisto a aceptar las situaciones por las que atravieso. Es decir, no acepto lo que me sucede, me resisto, me opongo a aceptarlo y por consecuencia sufro.
En física, la palabra resistencia es toda oposición que encuentra la corriente a su paso por un circuito eléctrico cerrado, atenuando o frenando el libre flujo de circulación de las cargas eléctricas o electrones. Cualquier dispositivo o consumidor conectado a un circuito eléctrico representa en sí una carga, resistencia u obstáculo para la circulación de la corriente eléctrica. En nuestra vida diaria también encontramos obstáculos o resistencias, inercias que se oponen al libre flujo de nuestra energía. Y es que somos energía, nuestros pensamientos, emociones, acciones son energía y cuando esa energía no fluye adecuadamente encontramos resistencias. Entre más resistencia opongo mayor es la persistencia a aquello a lo que me opongo.
Resistencia causa persistencia, es una ley que opera mecánicamente. Si una persona me cae mal o siento que me trata mal, entre más la resisto mayor será la persistencia. Otra ley de la física sostiene que energía fluye en y hacia espacio, lo que significa que dejo de enjuiciar, etiquetar, no me identifico con aquello que me desagrada en esa persona y la acepto como es y como no es, entonces la energía fluye libremente. Para no identificarme con lo que prefiguro como desagradable en la otra persona, debo observar quién es el que está enjuiciando, percibiendo lo desagradable. En realidad quien se identifica con las sombras o la oscuridad de la otra persona es el ego, o el defecto psicológico, puede ser el orgullo, la envidia, la ira o la avaricia.
La resistencia es la fuerza opositora, en el plano mental es la fuerza psíquica del ego, opuesta a la acción concientiva o a la toma de conciencia de quiénes somos realmente. Somos nuestros defectos psicológicos o más allá de esas entidades de la oscuridad. La resistencia es el arma secreta del ego. Con la resistencia, el ego tiende a salirse por la tangente y postula disculpas para callar o tapar el error o para pelear, etiquetar, invalidar o vanagloriarse.
Cuando alguien me ofende y no caigo en sus provocaciones ni me identifico con sus ofensas, dejo de oponer resistencia. Entonces mi energía fluye libremente desde el amor, no desde el ego. Cuando esto sucede no recibo el regalo de mi ofensor y por tanto le doy espacio y lo acepto como es y como no es. De esta forma mi energía no se desgasta y al contrario se mantiene en su nivel o se incrementa, sí sólo veo a la otra persona desde la compasión, desde el amor.
En realidad somos energía vibrando en diferentes frecuencias; unos vibran en frecuencias más altas o sutiles, otros en las más densas. Las que vibran en las frecuencias del amor, son las más poderosas y sutiles; al contrario, las que vibran en las densas, viven en muchas resistencias, apegos, aversiones y por lo mismo en el drama del sufrimiento. Viven en la ilusión del sufrimiento causado por sus agregados psicológicos y creen firmemente que esa es su naturaleza o su verdadera identidad. Si tomo conciencia de mi verdadera esencia, que es divina y amorosa, mi vida sería fluida, armónica, compasiva y equilibrada.


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