El Can Cerbero, los tres traidores

Prócoro Hernández Oropeza

El can cerbero o perro de tres cabezas y cola de serpiente, (en griego Κέρβερος Kérberos, ‘demonio del pozo’) en la mitología griega era considerado el perro de Hades. Este era el guardián de la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. La existencia de un perro infernal en la entrada de los infiernos no es exclusiva de Grecia, se afirma que ya estaba presente en la mitología indoeuropea original, pues aparece en los mitos de otros pueblos indoeuropeos, como es el caso del perro ensangrentado Garm en la mitología escandinava.

Precisamente la caza y muerte de ese can es el último de los doce trabajos que se le encarga a Hércules realizar antes de su iniciación. Los doce trabajos de Hércules no son más que expiaciones o trabajos internos que debe realizar precisamente para rectificar su pecado: el asesinato de su familia, provocado inconscientemente por él, pero instigado por la diosa Hera.

La mitología es una herramienta que nos confiere apreciables conocimientos y enseñanzas, más allá de que sean sólo mitos o fábulas. Detrás de ellas se revelan enseñanzas ocultas que nos guían en nuestro trabajo de auto realización. De esta mitología, en el can cerbero de tres cabezas podemos identificar a los tres traidores del demonio: el del deseo, de la mente y el de la mala voluntad. Todos, sin excepción cargamos dentro de sí a este demonio con sus tres cabezas. En el umbral de nuestro inframundo habita este can cerbero y controla parte de nuestra psiquis.

Uno es identificado como Judas Iscariote; puro deseo pervertido. Él, junto con Pilatos, el demonio de la mente y Caifás, el demonio de la mala voluntad conforman las tres furias que habitan en la caverna y ésta se encuentra dentro de nosotros. Estos tres traidores crucifican al Señor de Perfecciones, a nuestro Ser en el fondo mismo de nuestra alma.
En nosotros, Judas el demonio del deseo cambia siempre al señor por treinta monedas de plata; es decir, por licores, dineros, fama, vanidades, fornicaciones, adulterios, etc. Pilatos el demonio de la mente, siempre se lava las manos, siempre se declara inocente, nunca tiene la culpa, constantemente se justifica ante sí mismo y ante los demás, busca evasivas, escapatorias para eludir sus propias responsabilidades, etc.

Caifás el demonio de la mala voluntad traiciona incesantemente al Señor dentro de nosotros mismos; este cínico traidor convierte el altar en lecho de placeres, fornica incesantemente, adultera, vende los sacramentos, etc. Estos mismos tres Traidores fueron los que hicieron sufrir a Jesús, lo mismo hacen con nuestro adorable señor Intimo sin compasión alguna. Pilatos le hace poner corona de espinas en las sienes de nuestro íntimo; los malvados yoes lo flagelan, le insultan, le maldicen en el espacio psicológico íntimo sin piedad de ninguna especie, Judas se vende al mejor postor.

Estos Tres Traidores viven en la mente, están dentro de nosotros mismos. Es por ello que debemos observar nuestros pensamientos, palabras, emociones y acciones, a quién responden, de dónde provienen, a dónde nos llevan. Lo que siento, pienso, hablo y hago hacia dónde me conducen, hacia Dios o en contra de Dios. Lo que hago, pienso, siento es agradable a mi Cristo íntimo o a esos tres traidores. A quién complazco con mis acciones, mis movimientos, al ego o a mi Ser.

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