Al César lo que es del César
Prócoro Hernández Oropeza
En la vida es más fácil acceder a dios que al César. Cuando me refiero al César es al gobierno o a algunos de sus representantes. Durante nuestra existencia tenemos que rendir tributos o pagar impuestos de diversa índole al César, es decir al gobierno y su burocracia.
Burocracia proviene del francés “bureau” que significa escritorio y del griego “kratos”, gobierno; entonces un burócrata es alguien que gobierna detrás del escritorio. Y vaya que el burócrata hace honor a su nombre, sea un simple empleado y más si su jerarquía es mayor. En estos días asistí a un edificio gubernamental para preguntar por ciertos trámites burocráticos, a sabiendas de que debo ir dispuesto a perder una cierta cantidad de tiempo. Y no ha cambiado mucho la forma en cómo el personal de las oficinas de gobierno o burócratas tratan a la gente. Para cada trámite se han dispuesto diversas ventanillas y en cada una la gente se forma o espera su turno. Son varios minutos o hasta más de una hora el tiempo de espera, todo depende del asunto y de quién tome las decisiones.
Por eso afirmo que es más fácil acercarse a Dios que con el César. Y cuando uno desea cumplir con el César, a veces las cosas se complican o debe uno practicar la paciencia y compasión hacia esos empleados. Ellos viven en una estructura que tiene sus patrones, hábitos y costumbres y por más Isos (estándares internacionales de calidad) que se inventen, poco puede afectarlos.
Pero estamos viviendo esta existencia, sujetos a un gobierno y a las leyes del sistema y como tal debemos pagar impuestos, cumplir ordenamientos y mandatos. Recordemos aquel pasaje de Marcos 12 y subsiguientes, cuando los fariseos intentaron provocar a Jesús para que de su boca saliera una palabra contra el César, estos le preguntaron: “Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no? ¿Pagaremos o no pagaremos? Pero El, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me estáis poniendo a prueba? Traedme un denario para verlo. Se lo trajeron, y Él les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César. Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de ello”.
Esto obliga a comprender que en el plano material tenemos responsabilidades y obligaciones, a pesar de que los gobiernos o los sistemas no nos satisfagan completamente. Es necesario entonces dar al César lo que es del César a pesar de cómo trate a sus gobernados. Total cada uno de ellos pagará su karma algún día, es la ley el Samsara. Pero lo más fundamental es dar a Dios lo que es de Dios. Qué es de Dios, qué le pertenece a Dios. El primer misterio o mandamiento es amar a Dios por sobre todas las cosas, es amarle y respetarle y eso no cuesta ni un centavo, sólo se requiere abrir el corazón y entregarse a su sabiduría, a sus virtudes y a su guía divina. No en un plan dogmático o de creencia. No, sólo comprendiendo que nuestra naturaleza es divina, no sólo humana. Venimos a este planeta vivir experiencias para que algún día recordemos ese origen y seamos uno con Dios, con el gran Padre/Madre. Tomar conciencia de que somos sus hijos y que todo lo que nos rodea es sagrado, todos somos sus hijos y reconocer que Dios habita en cada uno de nuestros corazones, a pesar de que no lo creamos. Esto es dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es de él.
En la vida es más fácil acceder a dios que al César. Cuando me refiero al César es al gobierno o a algunos de sus representantes. Durante nuestra existencia tenemos que rendir tributos o pagar impuestos de diversa índole al César, es decir al gobierno y su burocracia.
Burocracia proviene del francés “bureau” que significa escritorio y del griego “kratos”, gobierno; entonces un burócrata es alguien que gobierna detrás del escritorio. Y vaya que el burócrata hace honor a su nombre, sea un simple empleado y más si su jerarquía es mayor. En estos días asistí a un edificio gubernamental para preguntar por ciertos trámites burocráticos, a sabiendas de que debo ir dispuesto a perder una cierta cantidad de tiempo. Y no ha cambiado mucho la forma en cómo el personal de las oficinas de gobierno o burócratas tratan a la gente. Para cada trámite se han dispuesto diversas ventanillas y en cada una la gente se forma o espera su turno. Son varios minutos o hasta más de una hora el tiempo de espera, todo depende del asunto y de quién tome las decisiones.
Por eso afirmo que es más fácil acercarse a Dios que con el César. Y cuando uno desea cumplir con el César, a veces las cosas se complican o debe uno practicar la paciencia y compasión hacia esos empleados. Ellos viven en una estructura que tiene sus patrones, hábitos y costumbres y por más Isos (estándares internacionales de calidad) que se inventen, poco puede afectarlos.
Pero estamos viviendo esta existencia, sujetos a un gobierno y a las leyes del sistema y como tal debemos pagar impuestos, cumplir ordenamientos y mandatos. Recordemos aquel pasaje de Marcos 12 y subsiguientes, cuando los fariseos intentaron provocar a Jesús para que de su boca saliera una palabra contra el César, estos le preguntaron: “Maestro, sabemos que eres veraz y que no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial, y enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no? ¿Pagaremos o no pagaremos? Pero El, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: ¿Por qué me estáis poniendo a prueba? Traedme un denario para verlo. Se lo trajeron, y Él les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: Del César. Entonces Jesús les dijo: Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaban de ello”.
Esto obliga a comprender que en el plano material tenemos responsabilidades y obligaciones, a pesar de que los gobiernos o los sistemas no nos satisfagan completamente. Es necesario entonces dar al César lo que es del César a pesar de cómo trate a sus gobernados. Total cada uno de ellos pagará su karma algún día, es la ley el Samsara. Pero lo más fundamental es dar a Dios lo que es de Dios. Qué es de Dios, qué le pertenece a Dios. El primer misterio o mandamiento es amar a Dios por sobre todas las cosas, es amarle y respetarle y eso no cuesta ni un centavo, sólo se requiere abrir el corazón y entregarse a su sabiduría, a sus virtudes y a su guía divina. No en un plan dogmático o de creencia. No, sólo comprendiendo que nuestra naturaleza es divina, no sólo humana. Venimos a este planeta vivir experiencias para que algún día recordemos ese origen y seamos uno con Dios, con el gran Padre/Madre. Tomar conciencia de que somos sus hijos y que todo lo que nos rodea es sagrado, todos somos sus hijos y reconocer que Dios habita en cada uno de nuestros corazones, a pesar de que no lo creamos. Esto es dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es de él.
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