La levedad y el eterno retorno


Prócoro Hernández Oropeza
“El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas posteriores". Milan Kundera

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El escritor checo Milan Kundera públicó su novela “La insoportable levedad del Ser” en 1984, una obra literaria de calidad que describe las relaciones existenciales de la pareja humana, de sus motivaciones y complejas relaciones y en cierta medida nos habla de una ley que muchos ignoran o descalifican, la ley del eterno retorno. Y a pesar de que se desconozca o menosprecie dicha ley está rigiendo nuestras vidas, la de ahora, las de antes y las del futuro.
La ley del eterno retorno indica que nacemos, vivimos, morimos y volvemos a nacer. No reencarnamos, sólo retornamos con un cuerpo diferente, distintos roles, pero con los mismos guiones, con sus dramas, pasiones y patrones de siempre más los que vamos agregando. Sólo reencarnan aquellos maestros que han trabajado mucho espiritualmente hablando. Ellos recuerdan sus vidas pasadas y deciden volver para cumplir ciertos propósitos. Un claro ejemplo es el Dalai Lama. Otros como Buda, después de unos quinientas vidas de trabajo espiritual se iluminó y aún vendrá algún día para concluir su obra en este planeta. Jesús se fue con su cuerpo físico y ahora es un Cristo cósmico, un viajero y maestro de los distintos universos.
Milan Kundera, en La insoportable levedad del ser, inicia con esta dura sentencia: “La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial?” Más que mito demencial es una triste verdad; retornamos tantas veces sea necesario o hasta en tanto no descubramos nuestra verdadera identidad. Somos divinos, chispas divinales, emanaciones del gran creador, pero al nacer no recordamos esa identidad y creemos que somos este cuerpo, la personalidad que asumimos con distintos roles.
En otra parte de su libro Milan afirma: “Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada (das schwerste Gewicht).” En efecto, el eterno retorno es una carga muy pesada si seguimos dormidos en la ilusión del ego, del sufrimiento y los deseos, que son del ego, no de nuestra esencia. Se nos otorgan 108 vidas en cuerpo físico para recordar nuestro verdadero origen y encontrar el camino a casa, pero esos deseos de poder, de felicidad, de riqueza material, al no ser satisfechos nos generan insatisfacción y sufrimiento.
Lo anterior es muy distinto a lo que sostiene Kundera, que la carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Hasta ahora miles o millones de seres humanos viven en sufrimiento y angustias, lo cual no significa que su vida sea plena y placentera, al contrario es insoportable, la insoportable levedad de la vida, no del Ser. El Ser es pleno, completo. Vivir en el Ser y desde el Ser es vivir en armonía plena, absoluta felicidad y liviandad a raudales porque ya no hay apegos ni deseos.
Tampoco es acertada esa afirmación de Kundera, de que como no tiene idea que va a retornar no puede enmendar su vida. Es verdad hasta cierto punto, sin embargo si comienza a enmendarla desde ahora, a practicar las virtudes, el amor, a expresar pensamientos y acciones divinas, su próxima vida será diferente, ley de causa y efecto, ley del karma.

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