El significado de la cruz


Prócoro Hernández Oropeza

Muchas personas usan el signo de la cruz sin entender a profundidad su verdadero significado. Cuando pasan frente a una iglesia, los católicos suelen persignarse o frente a algún suceso dramático o visiones inusuales se santiguan, lo mismo se hace cuando inician o terminan sus oraciones. En todo caso se usa como un escudo protector o bien como adorno de joyería o amuleto de la buena suerte.
Para los cristianos representa uno de los eventos más significativos de la historia de la humanidad en los últimos dos mil años; la crucifixión de Jesús. La cruz (en latín: crux) es una figura geométrica que consiste en dos líneas o barras que se entrecruzan en ángulo recto, de tal forma que una de ellas (o las dos) queda dividida por la mitad. En realidad es considerado uno de los símbolos humanos más antiguos: en Egipto, en China, en Cnosos de Creta (donde se encontró una cruz de mármol que data del siglo XV a.C.).
Tanto en China, como en Escandinavia, en África o entre los indígenas nativos mayas, aztecas, incas, la cruz ya se usaba como un símbolo importante, bien para representar los cuatro elementos de la antigüedad, los cuatro puntos cardinales o la unión de los conceptos de divinidad y del mundo. La cruz solar consiste en una cruz, ordinariamente de brazos iguales, situada dentro de un círculo. Fue un símbolo común en la Europa prehistórica y en particular durante el período Neolítico hasta la Edad de Bronce.
En realidad eso debiera significar la cruz, una cruz de solar o para la iluminación. Mediante la crucifixión Jesús se cristifica y adquiere sus trajes de luz. Más allá de los significados comúnmente aceptados, la cruz, con sus dos palos atravesados nos indican los dos planos en que nos vemos. De acuerdo a nuestra progresión espiritual, unos nos más movemos en el plano horizontal y otros en el vertical. Si no poseemos trabajo espiritual nos movemos en el primer plano; es el plano ordinario o mecánico, que es gobernado por la naturaleza. Sólo pensamos que vinimos a este planeta a nacer, crecer, casarnos, tener hijos, envejecer y morir, pero somos dirigidos por la mecanicidad de la vida.
En el plano vertical, cuando iniciamos un trabajo de desarrollo espiritual o despertar de consciencia, comprendemos que sólo somos espíritus que habitamos en un cuerpo y nuestro objetivo principal es sanar nuestra alma, recordar quiénes somos y conquistar nuestra libertad del ego o egos esclavizantes, esos agregados que tienen atrapados nuestros pensamientos, emociones y voluntad. En este nivel, unos van más avanzados que otros, sin importar la edad ni sexo. Existen infantes o niños que llegan más despiertos que personas ancianas. Esto se debe a que en otras vidas han trabajado y vienen a continuar en su desarrollo espiritual para algún día ya no continuar en la rueda del Samsara y pueda regresar a casa.
Con su muerte Jesús también nos legó un camino para ese retorno. Cuando afirmó; “Toma tu cruz y sígueme "(Mateo 16:24, Marcos 08:34 y Lucas 9:23), no quiso decir que sufriéramos como él mediante la crucifixión o que nuestra vida se convierta en una carga pesada como la que le hicieron cargar los fariseos. Significa que diario tenemos que ir a la cruz y morir en sí mismo; eliminar aquello que no nos pertenece. Llevar a la cruz a todas esas legiones de demonios que se han apoderado de nuestra psique, nuestra alma. Eso es morir en la cruz día a día para nuestra mayor gloria.

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