Los códigos de ética

Prócoro Hernández Oropeza
Generalmente todas las religiones, filosofías, agrupaciones o asociaciones poseen sus códigos de comportamiento. Son pautas de conducta que indican al agremiado, socio o militante cuáles son sus deberes y obligaciones. En la tradición védica, Patanjali formuló sus observancias y restricciones, de las cuáles he hablado en otras entregas. En la Biblia cristiana Jehová entregó a Moisés los diez Mandamientos o preceptos que todo cristiano debe guardar y respetar. Buda, por su parte nos legó los ocho senderos para la realización espiritual y Krishna entregó a Arjuna las cuatro sendas del yoga: karma yoga, Bhakti yoga, raja yoga y jnana yoga y Mahoma reveló las 114 suras.
Un código de ética nos brinda la posibilidad de vivir la vida en un marco de valores, principios o virtudes. Si realmente deseamos seguir un camino espiritual lo ideal es adoptar y respetar esas observancias y restricciones, Observancias significa caminar bajo principios, valores o virtudes y obviamente para ello existen restricciones. Restricciones que no necesariamente implican privación o sufrimiento. Por ejemplo, Moisés entregó estos diez mandamientos, que son a su vez Ley de Dios:
1º Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2º No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3º Santificarás las fiestas.
4º Honrarás a tu padre y a tu madre.
5º No matarás.
6º No cometerás actos impuros.
7º No robarás.
8º No dirás falso testimonio ni mentirás.
9º No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10º No codiciarás los bienes ajenos.
Como se observa en varios de estos mandamientos hay restricciones al mismo tiempo, tales como no matarás, no cometerás actos impuros, el adulterio, no codiciar los bienes ajenos. En todos ellos nos están restringiendo a realizar actos que nos obligan a cometer errores, a errar en el blanco. Como decía mi maestro, si quieres seguir la senda divina debes realizar esfuerzos conscientes y padecimientos voluntarios. Si por ejemplo voy por la calle y se me acerca un tipo y me ofrece dinero para cometer un ilícito, o una dama me incita a cometer un acto impuro, la lujuria, si soy consciente, realizo un gran esfuerzo para no caer en esas tentaciones. Eso al mismo tiempo puede parecer un padecimiento voluntario porque no doy rienda suelta a mis deseos, a mis instintos animales.
El primer mandamiento: Amarás a Dios por sobre todas las cosas, es el mismo ordenamiento que pregonan todas las religiones, poniendo a Dios, Allá, Krishna o Brahma como el gran Padre/Madre, el único, el omnisciente, el misericordioso e incognoscible. Es el mismo Dios, aunque con nombres diferentes y con mensajeros también distintos, pero al fin y al cabo, provenientes de la misma fuente e inspiración. Esos mensajeros han venido en distintos tiempos y lugares y somos los hombres quienes les hemos convertidos en dioses particulares, diferentes y hasta contrarios. Y en nombre de ellos hemos generado discordias, enconos, muertes, guerras, siendo que Dios no es culpable de estas mezquindades humanas.
Esa ha sido la triste historia de la humanidad desde hace milenios. A algunos de sus mensajeros los hemos asesinado y luego los reivindicamos como dioses únicos y exclusivos de nuestras comunidades, pueblos o naciones. Lo que sucede entre judíos y palestinos es producto de estas cegueras místicas, de la ignorancia y la intolerancia. Unos y otros pelean y mueren en nombre de su Dios, cuando el gran Padre/Madre, nada tiene que ver con estas pasiones animales y egoicas. Si supieran que Dios es Uno con diferentes nombres y mensajeros no habría tanta insolencia y mezquindad.


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