La paciencia, gran virtud

Prócoro Hernández Oropeza
procoroh@gmail.com

La paciencia o paz interior es una de las virtudes que debemos aprender a cultivar, pues de ello depende la armonía tanto interna como externa. Sin paciencia el mundo se torna caótico, perdemos control no sólo de nuestras emociones, pensamientos y voluntad, también de las personas con las cuales nos relacionamos. Si no poseo esa paz interior voy a atraer personas y situaciones que vibran en ese calibre de desarmonía, inquietud, estrés, ansiedad, enojo e impaciencia.
En la carta 14 del tarot egipcio se hace alusión a este estado emocional, la temperancia. Esta carta representa la paciencia y la promesa de la estabilidad. Su axioma dice: “No seas como paja delante del viento, ni como viento delante de la paja”. Ser como paja delante del viento significa que si no estamos bien afianzados podemos ser zarandeados por el viento, arrastrados sin ninguna consideración por todos los eventos o circunstancias que nos rodean. Necesidad de buscar el equilibrio, amistad y afinidad de intereses. Ese afianzamiento depende de nuestro estado interior. Si no existe un profundo trabajo interior, el viento que generan nuestros dramas y sufrimientos nos golpearán y nos causarán gran dolor.
¿Qué son los estados interiores? Son las buenas o malas disposiciones, las preocupaciones, depresión, superstición, temor, sospecha, misericordia, auto consideración, sobre estimación de sí mismo, pero también estados de sentirse feliz, en gozo, armonía y gratitud. De la calidad de nuestro estado interior va a depender nuestra calidad de vida, de cómo enfrentar con éxito cualquier evento o circunstancia, por más desagradable o terrible que sea.
Y dependiendo en cómo combinamos nuestros estados interiores con los acontecimientos exteriores será la forma en que los enfrentamos y los trascendamos: en paz interior, sabiduría, amor o dolor, angustia, sufrimiento, infelicidad. Cuando existe trabajo interior, la consciencia está despierta, alerta y es así como una persona centrada, con control mental puede estar alegre, más nunca lleno de loco frenesí, triste, pero nunca abatido o desesperado, sereno en medio de la violencia, abstemio en la orgía, casto entre la lujuria, en paz frente a la ira de un contrincante.
Decía Krishna que el primer signo del que está liberado de todo estado emocional negativo, de todo deseo es que es muy feliz. No es posible verle taciturno, ni posee la menor ansiedad. Nunca se queja diciendo: “Esto yo no lo tengo. ¡Oh, tengo que conseguir esto! ¡Oh, tengo que conseguir paz! ¡Oh, tengo que pagar esta factura! ¡Tengo que ir aquí y allá! Esa persona n o tiene la menor ansiedad, es permisiva; no es una paja que es arrastrada por el viento de sus pasiones. Pueda que sea el hombre más pobre del mundo, pero ni lamenta ni piensa que es pobre. ¿Por qué habría de pensar que es pobre? Si pienso que soy este cuerpo material y que tengo posesiones relacionados con él, entonces pienso que sí soy pobre o rico.
Sólo aquel que está liberado del concepto material de la vida no tiene nada que ver con las posesiones ni con la falta de ellas. Solo piensa: no tengo nada que perder ni nada que ganar, estoy completamente aparte de eso. Ni tampoco mira a nadie como pobre o rico, educado o analfabeta, hermoso o feo, simplemente ve a Dios en cada criatura, en cada persona, en todo lo que le rodea. Su visión está enteramente en el nivel espiritual y ve que toda entidad viviente es parte integral de Dios. Solamente eso, con intemperancia, producto de un profundo trabajo interior. Los eventos desagradables, reveses de fortuna, miseria, deudas, problemas son exclusividad de aquellas personas que no saben vivir.

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