El gran buscador



Prócoro Hernández Oropeza

“El que busca no debe de dejar de buscar hasta que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y después de estremecerse se llenará de admiración y reinará sobre el universo.”
Jesús (Evangelio de Tomás)
Unos con más fervor que otros buscamos una luz, una respuesta acerca de nuestro destino, de nuestro camino, del propósito de nuestra vida. Para llegar a un destino siempre existen muchas alternativas, unos caminos cortos, otros largos y sinuosos, todos tienen un precio. Si decido ir a Egipto, por ejemplo, puedo hacerlo por avión, usar otros medios como autobús, barco, camello o a pie, depende de donde parta. Todos ellos tienen un costo, sea en dinero o en esfuerzos físicos.
En el camino espiritual también se presentan muchos senderos, unos cortos también y otros largos. Para el verdadero buscador poco importa el tiempo, ni los sacrificios, ni el tipo de travesía, menos aún la lejanía. Sólo avanza guiado por su fe y sobre todo por su guía interno, por su Ser. No espera recompensa ni reconocimientos, sólo llegar a su meta, que es su realización espiritual, el verdadero encuentro con su gran Padre/Madre. Por lo mismo ha renunciado a todo lo material, al fruto de sus acciones y sólo obedece con devoción infinita a su Ser.
Por eso lo dijo el maestro Jesús, el que busca no debe dejar de buscar hasta que encuentre. Es obvio que en el camino muchos se pierden o se cansan de buscar y renuncian. Sólo el verdadero guerrero /guerrera, investido por su fe y su voluntad no deja de buscar hasta que finalmente encuentra y cuando halla lo que buscaba se estremece. ¿Por qué se estremece? No es de miedo seguramente, sino de éxtasis terriblemente divino, arrobado por la luz y sabiduría de que es investido, por encontrar la suprema verdad, a su verdadera esencia.
Cabe aclarar que esa búsqueda no es afuera. Es afuera y adentro. Afuera posiblemente encontremos señales, indicios, mensajes que nos indicarán el camino a seguir, hasta que tocamos la puerta de nuestro interior. En nuestro interior está toda la sabiduría. Afuera nos vamos a enfrentar con grades desafíos, la escuela exterior, los guías que nos abren puertas a una enseñanza. Cada ser con el que nos topamos, en las buenas o malas, son nuestros maestros, unos nos enseñan una virtud, otros a no identificarnos con un ego o pecado capital.
En otro mensaje de Jesús a Tomás (Evangelio de Tomás) afirma: “Pues quien no se conoce a sí mismo nada ha aprendido, y sólo quien se conoce a sí mismo aprende también, al mismo tiempo, el conocimiento del todo. Por eso Tomás, hermano mío, has visto ya lo que para los hombres resulta oscuro, es decir, todo aquello que por su ignorancia les hace tropezar.”
Para concluir les dejo este poema de mi autoría donde me hago las mismas preguntas.

El buscador

Un hombre hincado frente al mar busca
en el horizonte de Dios una respuesta.
Espera, todos los días espera
Al paso del tiempo una gaviota deja caer una rosa
Un grupo de delfines salta frente a sus ojos
De las manos de aquel buscador se alza un arco iris
Un águila lo deslumbra con su mirada de oro
En sus ojos la eternidad del fuego

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