Alejarnos del pasado
Prócoro Hernández Oropeza
procoroh@gmail.com
Nuestra memoria es como un gran archivo, un enorme almacén de datos con muchos gigabytes. Ahí están todos nuestros recuerdos, los datos anecdóticos, las apariencias, imágenes, los buenos y malos momentos, todo nuestro pasado archivado en la memoria. La gran mayoría vivimos atados a ese pasado y a cada rato le estamos echando una mirada y dependiendo del recuerdo, puede que nos ponga tristes o alegres. La gran mayoría nos trae emociones negativas porque son las que más se quedan grabadas.
Vivir del pasado o en el pasado no es más que estar anclados en pasajes de nuestra historia que ya no existen más, pero que siguen determinando la calidad de mi vida. La historia sólo nos sirve como un punto de referencia, más no para disfrutar el presente. Es más. Esos recuerdos obnubilan el presente e impiden disfrutarlo.
De hecho, los egos viven en el pasado y en el futuro. Y cuando me voy a uno de esos vórtices del tiempo me estoy enganchando con ellos, los estoy alimentando y fortaleciendo. Es así porque ellos viven en la memoria, cuando voy al pasado y me recuerdan lo difícil que ha sido mi vida, mis fracaso, mi poca valía. En cuanto al futuro me identifico con esos egos que están atraídos por los deseos, deseos de ser rico, feliz, poderoso, reconocido, valioso, exitoso.
En cambio cuando disfruto el presente, ya no importa lo que aconteció en el pasado, ni lo que vendrá a futuro, si llega o no llega. Eso no quiere decir que no defina metas, sueños realizables. Los defino, pero mi felicidad, mi armonía no depende de su consecución sino de cómo voy disfrutando el camino.
Lo importante es disfrutar el camino, admirar todo lo que va aconteciendo momento a momento, observando la sonrisa de un niño, el gesto de un anciano, las flores del jardín, la mirada de una dama, el gusto con el que te recibe tu mascota, la lluvia que nos refresca, un mar que no se cansa de danzar, unas nubes que pintan el cielo a su antojo, un sol que a veces nos pone rijosos por tanto calor o nos alegra la vida cuando se clava en el mar.
Afirma Anthony de Mello que es peligroso vivir de la memoria del pasado. Sólo el presente está vivo. Es el ahora lo que importa, porque ahora es la vida, ahora todo es posible. El pasado ya es historia, no la podemos cambiar. El futuro no existe, ese lo podemos construir, de hecho lo vamos construyendo momento a momento. Si mis acciones, pensamientos y emociones son divinas, virtuosas, así será mi futuro, un futuro rodeado de gente y de agentes con esa calidad. Con estas acciones estoy edificando mi futuro y puedo inclusive cambiar el destino. Pero no pongo mucha atención en ese futuro, sólo disfruto el viaje momento a momento, no si llego al puerto deseado o la meta anhelada, no importa.
Ya no busco la felicidad afuera porque soy consciente que es parte de mi naturaleza, es mi estado natural; nada me pone triste, ni me ofusca, sólo veo la perfección en todo lo que me rodea. Que fulano es una persona negativa, enojona, que sultano es un estafador, es posible que así sea, pero no tengo porque juzgarlos, sólo observo a su esencia y desde mi comprensión entiendo que están viviendo sus procesos y algún día tendrán que pagar sus consecuencias. Nada en la vida es malo o bueno, todo tiene precios, características y consecuencias
procoroh@gmail.com
Nuestra memoria es como un gran archivo, un enorme almacén de datos con muchos gigabytes. Ahí están todos nuestros recuerdos, los datos anecdóticos, las apariencias, imágenes, los buenos y malos momentos, todo nuestro pasado archivado en la memoria. La gran mayoría vivimos atados a ese pasado y a cada rato le estamos echando una mirada y dependiendo del recuerdo, puede que nos ponga tristes o alegres. La gran mayoría nos trae emociones negativas porque son las que más se quedan grabadas.
Vivir del pasado o en el pasado no es más que estar anclados en pasajes de nuestra historia que ya no existen más, pero que siguen determinando la calidad de mi vida. La historia sólo nos sirve como un punto de referencia, más no para disfrutar el presente. Es más. Esos recuerdos obnubilan el presente e impiden disfrutarlo.
De hecho, los egos viven en el pasado y en el futuro. Y cuando me voy a uno de esos vórtices del tiempo me estoy enganchando con ellos, los estoy alimentando y fortaleciendo. Es así porque ellos viven en la memoria, cuando voy al pasado y me recuerdan lo difícil que ha sido mi vida, mis fracaso, mi poca valía. En cuanto al futuro me identifico con esos egos que están atraídos por los deseos, deseos de ser rico, feliz, poderoso, reconocido, valioso, exitoso.
En cambio cuando disfruto el presente, ya no importa lo que aconteció en el pasado, ni lo que vendrá a futuro, si llega o no llega. Eso no quiere decir que no defina metas, sueños realizables. Los defino, pero mi felicidad, mi armonía no depende de su consecución sino de cómo voy disfrutando el camino.
Lo importante es disfrutar el camino, admirar todo lo que va aconteciendo momento a momento, observando la sonrisa de un niño, el gesto de un anciano, las flores del jardín, la mirada de una dama, el gusto con el que te recibe tu mascota, la lluvia que nos refresca, un mar que no se cansa de danzar, unas nubes que pintan el cielo a su antojo, un sol que a veces nos pone rijosos por tanto calor o nos alegra la vida cuando se clava en el mar.
Afirma Anthony de Mello que es peligroso vivir de la memoria del pasado. Sólo el presente está vivo. Es el ahora lo que importa, porque ahora es la vida, ahora todo es posible. El pasado ya es historia, no la podemos cambiar. El futuro no existe, ese lo podemos construir, de hecho lo vamos construyendo momento a momento. Si mis acciones, pensamientos y emociones son divinas, virtuosas, así será mi futuro, un futuro rodeado de gente y de agentes con esa calidad. Con estas acciones estoy edificando mi futuro y puedo inclusive cambiar el destino. Pero no pongo mucha atención en ese futuro, sólo disfruto el viaje momento a momento, no si llego al puerto deseado o la meta anhelada, no importa.
Ya no busco la felicidad afuera porque soy consciente que es parte de mi naturaleza, es mi estado natural; nada me pone triste, ni me ofusca, sólo veo la perfección en todo lo que me rodea. Que fulano es una persona negativa, enojona, que sultano es un estafador, es posible que así sea, pero no tengo porque juzgarlos, sólo observo a su esencia y desde mi comprensión entiendo que están viviendo sus procesos y algún día tendrán que pagar sus consecuencias. Nada en la vida es malo o bueno, todo tiene precios, características y consecuencias
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