En las otras realidades

Prócoro Hernández Oropeza
procoroh@gmail.com
Los cuentos son maravillosos instrumentos que nos permiten soñar, viajar a lugares desconocidos o nos traen sentimientos, nostalgias de un pasado remoto. Sobre todo aquellos cuentos que nos ilustran mundos idílicos o paradisíacos, donde predomina el amor, la paz, armonía dicha incesante, vida eterna. Pero luego de esos pequeños arrebatos de lucidez o de nostalgia nos dejamos llevar por la corriente de la vida y pensamos que sólo es eso, un cuento, una ilusión.
Esto sucede porque estamos dormidos, hipnotizados y creemos que esta vida que llevamos y experimentamos es la única real y verdadera; no hay paraísos, no han existido ni existirán jamás y perdemos la esperanza. En realidad lo que estamos viviendo, captando por los cinco sentidos es una ilusión, pensando y creyendo que esto es todo lo que existe, lo que estoy sintiendo, viendo, oyendo, percibiendo.
En un filme de reciente difusión, denominado “El cielo sí existe”, basado en un bestseller escrito por el pastor Todd Burpo se revela la experiencia de un niño con otras realidades. En el filme se narra la experiencia que tuvo su hijo Colton Burpo cuando estaba muy grave en la cama de un hospital. Mientras los médicos intentaban salvarle la vida, Colton salió de su cuerpo y vio a su padre renegando de Dios y a su madre hablando por teléfono con amigos para que oraran por él.
Colton regresó y sanó y aseguró que tuvo la oportunidad de ver y hablar con Jesucristo en el cielo, mientras le practicaban una cirugía. Además de ser llevado al cielo y ver ángeles, a su bisabuelo y a una hermana que murió en el vientre de su madre. El pastor y padre a la vez del niño dudó de lo que le contó su hijo y esas dudas las transmitió a su feligresía. Las opiniones se dividieron; unos creyeron en lo que vio niño Colton, otros lo rechazaron. Esto repercutió en la directiva de la iglesia, de tal forma que pusieron límites al pastor para que no fuera perturbado por sus apreciaciones sobre las experiencias del su hijo.
Aquí vemos como una experiencia que va más allá de lo que perciben nuestros cinco sentidos es puesta en tela de juicio. Una experiencia real a la que l niño accedió y que además fue verdadera, según contó el pastor. Además muchos pacientes que están a punto de morir también han podido vivir este tipo de experiencias, pero no son fácilmente aceptadas, ni por la gente religiosa y mucho menos por la ciencia. A estas experiencias les llaman alucinaciones o sueños, en todo caso, pero niegan las experiencias divinas.
Existen documentaciones acerca de las experiencias de niños que hasta antes de los cuatro años recuerdan sus vidas pasadas, sus nombres o de dónde vienen. Datos que se irán perdiendo conforme pasan los años. O se da el caso de niños que al paso del tiempo siguen desarrollando su potencial intuitivo y mental; pueden incluso hablar con maestros internos, con ángeles, ver a almas en pena o el aura de personas y árboles. Como los padres ni la sociedad creen en esas experiencias los tildan de trastornos psíquicos, traumas mentales o esquizofrenia.
Los cuentos maravillosos nos ilustran esos viajes interiores que han tenido sus creadores o que sobreviven en su psique, una psique que forma parte de la psique colectiva o de lo que se llama el inconsciente colectivo, forjado durante muchas vidas. Los escritores suelen conectarse con esa gama de vivencias o realidades y nos las trasmiten, algunas veces inconscientemente, otras con plena claridad de lo que cuentan. Es así como podemos tener atisbos de esas otras realidades que existen en otras dimensiones.

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