El principio de Vibración
Prócoro Hernández Oropeza
Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender. Kybalion
Este principio, el tercero del libro el Kybalion de Hermes Trismegisto, indica que nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra. Esto significa que todo está en movimiento, nada es estático, hasta una simple piedra que parece inerte está vibrando. Todo en la materia vibra, nuestras emociones y nuestra mente también vibran, pero hay de vibraciones a vibraciones.
Las vibraciones tienen sus escalas, desde las más densas hasta las más sutiles. Desde el todo que es espíritu hasta la más grosera forma de la materia y cuánto más alta es esta, tanto más elevada es su posición en la escala. De acuerdo a los maestros egipcios, la vibración del espíritu es de una intensidad infinita, tanto que puede considerarse como si estuviera en reposo, de igual manera que una rueda que gira rápidamente pareciera que está sin movimiento. Y lo es porque las características distintivas del espíritu son el amor, la felicidad, las virtudes, la paz interior.
Cuando una persona vibra en el amor, su vibración es muy alta y muy sutil, a diferencia de quien vibra en energías negativas como antipatía, desamor, miedo, rencor. Por eso se dice que todo es vacío, lo que vemos y captamos por los cinco sentidos son ilusiones. Si lo viéramos con ojos cuánticos veríamos ese vacío y percibiríamos que nada es sólido como aparentemente vemos una mesa o un carro o la pared de una casa. Sólo percibiríamos energías vibrando a diferentes frecuencias. Un campo infinito de energía es lo que nos rodea, es lo que somos, vibrando a diferentes frecuencias.
Estas frecuencias se manifiestan en todo el universo, en todas las galaxias, planetas y astros y somos influidos por esas frecuencias vibratorias. Conocer este principio es fundamental para determinar en qué frecuencia queremos vivir o experimentar; en frecuencias densas o en las sutiles. Cuando hablo de frecuencias densas me refiero a esas energías que se manifiestan a través de pensamientos y emociones negativas que nos roban nuestras energías. Existe una gran diferencia entre quien vibra en las frecuencias del amor y la felicidad a quienes están dominados por la ira, lujuria, orgullo, envidia, codicia, pereza o gula.
Por eso cuando un meditante logra entrar en esos estados profundos de meditación logra percibir esos espacios y energías de paz, amor infinito, dicha perfecta, estados de lucidez y claridad. A través de la meditación podemos conectarnos con ese todo, con el gran Ser del Ser, el gran espíritu y ser uno con Él. Descubre también que en esos momentos de conexión no hay espacio ni tiempo, sólo energía pura del amor. Es lo que en realidad somos, seres divinos viviendo experiencias humanas.
Afirma Hermes Trismegisto que más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la Realidad Sustancial, la Verdad fundamental; nuestra verdadera identidad. Tal como decía el yogui hindú Nanak Gurú: Sat nam, que significa: Mi identidad es verdad, es divina. Comprender esto es fundamental, porque con ello estamos reconociendo nuestra verdadera esencia y con ella debemos conectarnos siempre para vibrar en su energía, esa energía pura del amor, de la conciencia, de Dios.
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