Educar desde el corazón
Prócoro Hernández Oropeza
procoroh@gmail.com
¿Cómo educar a los hijos? Ese es el dilema de la sociedad actual. Con el surgimiento de nuevas tecnologías para el aprendizaje y la enseñanza, pero también para la diversión, los juegos y el ocio de los infantes y adultos, nuestras formas de relacionarnos y de ver la vida han cambiado mucho. Esto también ha repercutido en el comportamiento y la conducta de los niños y jóvenes.
Hasta una niña de tres años o menos ya sabe operar un aparato digital como el celular o el ipad. Estos instrumentos y sus programas y contenidos están absorbiendo la mayor parte del tiempo, no sólo de los niños y jóvenes, también de los adultos. Estamos viviendo en tiempos digitales, más que en tiempos reales. La gente se comunica a cualquier parte del mundo, con sólo oprimir un botón; ya no hay limitaciones ni nada que nos detenga para establecer contacto y relaciones con personas de países tan distantes.
Las nuevas generaciones de la era digital están aprendiendo a relacionarse con el mundo y las personas a través de los aparatos. Es posible incluso que muchas de sus tareas sean extraídas de esta gran biblioteca digital y eso implica que los libros de texto se van quedando obsoletos. Lo mismo está pasando con los periódicos impresos; los digitales ganan terreno y quizá pronto sólo sean bellos recuerdos o se impriman para coleccionistas.
Ante este panorama ¿qué pasa con la educación de los hijos? Ya no sólo están a merced de sus padres y de sus maestros, ahora las nuevas tecnologías de la comunicación, mediante ipad, ipods, iphones, absorben la mayor parte del tiempo y sin duda los están formando o instruyendo más que sus maestros. La calidad de esta formación va a depender, por supuesto, de la calidad de sus valores y principios
Porque en esa gran biblioteca digital hay de todo, desde información de muy valiosa calidad, hasta aquella basura que sólo sirve para recrear nuestros demonios y fantasmas. Desafortunadamente este tipo de información es la que satura estas frecuencias digitales. Si los niños no poseen bases sólidas, como unos buenos principios o virtudes, serán presa fácil para el consumo de esa bazofia.
El otro día, una compañera le preguntó a mi maestro acerca de cómo educar a los niños de ahora. El maestro le contestó que a esos niños no se les tratara como niños, pues eran viejos que habían vuelto a nacer. Así que se les debe tratar como a viejos y no como niños. Fue muy fuerte esa declaración, porque en verdad, en otra vida hemos crecido y envejecido y después de morir retornamos nuevamente a vivir otras experiencias en otro cuerpo que nos aportan para venir a vivir nuevas experiencias, pero sobre todo para redimir nuestra alma, sanarla y convertirla en un verdadero vehículo de nuestro Ser.
A esos viejos, que no niños, continuó mi maestro, se les debe educar con argumentos duros, sólidos, pero con palabras suaves. Hablarles desde el amor, desde el corazón, con la suavidad del amor, pero con argumentos de peso, argumentos que esos viejos, ahora niños, ya entienden. Esta respuesta para mí fue muy ilustrativa y sabia y si la comprendemos, entenderemos mejor cómo educar a nuestros hijos, sin gritos, ni castigos, sólo con el poder de la palabra y la fuerza del amor.
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