El significado de la primavera


Prócoro Hernández Oropeza
Hoy inicia una nueva primavera, una de las cuatro estaciones del año que transcurre entre el invierno y el verano. La oscuridad, el frío quedan atrás y la luz recobra su esplendor. Los campos reverdecen nuevamente, los árboles se visten de colores, los pájaros trinan como si fueran orquestas de la alegría.
En términos psicológicos, la primavera se traduce como ver con nuevos ojos, renovarse, renacer, cambiar de piel. Semánticamente significa una primera vista de algo. No por casualidad Antonio Vivaldi bautizó “Primavera” al primer movimiento de Las cuatro Estaciones, una de sus más excelsas obras.
Espiritualmente, la primavera debe florecer en el corazón. Generalmente nuestro corazón, la mayoría de las veces está en perene invierno, atosigado por las preocupaciones, la ira, el resentimiento, la tristeza, soledad, angustia, estrés. O bien obnubilada por gruesos nubarrones o tifones de desencuentros amorosos, de truenos y centellas de los arcontes del sufrimiento y los deseos.
Muchos quieren celebrar o se van a celebrar el ingreso de la primavera buscando lugares sagrados, puertas dimensionales, sitios arqueológicos, y está bien si eso les brinda un sentido de conexión con lo espiritual o les ayuda a recordar que antes éramos seres de luz, pero ahora vivimos en la oscuridad, en el Kali yuga, la edad de hierro, como le llaman los indostanos.
Nuestro corazón es como una gran flor, una flor donde se encuentra el néctar de la felicidad. Ese corazón debe florecer como lo hacen los árboles de primavera, o los rosales. Sino no se abre sólo estaremos conectados con las sombras y los efluvios del desamor. La poesía tiene ese don de retratar nuestras percepciones y sentimientos, no sólo hacia un hombre o una mujer, sino a todo lo que nos rodea, porque finalmente todo es sagrado. Así que recurro a la gran poeta Gabriel Mistral para que nos hable de la primavera.
Doña Primavera
Gabriela Mistral
Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
Y en naranjo en flor.

Lleva por sandalias
una anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!

Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo

...No cree al que le hable
Gabriela nos llama a salir a encontrar a la primavera. Yo me la imagino como una gran dama, ataviada con colores vivos y radiantes y flores en la cabeza, con una sonrisa eterna y unos ojos que nos invitan a ver el universo entero. Esa mujer se ríe de todas las penas del mundo y con su brisa lava las desgracias y conjuros.
Mahoma sostenía que no hay gota en los mares, ni fruto en los árboles, ni planta en la tierra que no tenga en cada semilla un ángel que cuide de ella. Y es verdad, la primavera está ligada a lo sagrado y protegida por los guardianes de Dios para que al hombre no le falte el sustento. Para los hombres del campo es tiempo de preparar la tierra, de abrir su vientre para sembrar las semillas que pronto florecerán y cuando llegue el otro equinoccio pueda levantar la cosecha de su sudor. Nuestras vidas se miden por ciclos, pero también por la forma en cómo los sobrellevamos o los trascendemos.

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