El samnyasin o renunciante
Prócoro Hernández Oropeza
Uno de los grandes defectos míos es logar el desapego. Desapego a las cosas, personas, ideas, costumbres, hábitos. Dicen los grandes maestros, como Krishna, que el samnyasin es aquella persona que se separa del mundo, aquellos que renuncian a los deseos mundanos, pero cuya verdadera renuncia es "yo y lo mío". Samnyasa significa "renunciar, dejar ir, dejar de lado, abandonar, renunciar al mundo".
Por más que hago el intento, siempre adviene la preocupación por las cosas que requiero. Cómo voy a pagar la renta del próximo mes, qué comeré mañana. Son muchos los deseos que se mueven en mi interior. Los deseos, decía Buda, son la fuente del sufrimiento, porque ellos nos controlan, nos manipulan, nos hacen hacer lo que no queremos hacer, pensar lo que no queremos pensar, sentir lo que no queremos sentir.
En la pérdida de un ser querido, como por ejemplo mi padre, que recién falleció, pensé aplicar esta renuncia o apego al padre amado. Pero al verlo de cerca algo, ese deseo de no perderlo, de no verlo más nunca me conmovió. Costó un poco, pero luego empecé a soltarlo, a dejarlo ir y fue maravilloso experimentar cómo el sufrimiento y el dolor se fueron esfumando. Luego vino una dicha, un sentimiento de amor al saber que mi padre cumplió su trabajo en este cuerpo que estaba frente a mí, en el féretro. Ahora sólo lo recuerdo sonriendo, con ese gesto amoroso, pleno y bondadoso.
El acto de la renuncia, el camino para convertirse en un samnyasin es laborioso, que no difícil. Y es que quienes renuncian al mundo por completo, que no tienen ninguna preocupación para mañana, no se preocupen por lo que van a comer o vestir son los verdaderos samnyasin. Un samnyasin o buscador del conocimiento, un renunciante no requiere aislarse del mundo, irse a una cueva para no caer bajo los influjos del deseo.
Un verdadero samnyasin enfrenta la vida y sus dramas con sabiduría. Él se establece en buenos principios, sólo ve el bien y hace el bien a otros. Está libre de defectos y no conoce distinciones entre lo bueno y lo malo. Para este buscador no existen los gustos ni los disgustos, sólo es un testigo de cada actividad de la naturaleza, incluyendo sus propias actividades.
Samnyasin es el que ha dejado tras de sí el mundo de los deberes y deseos, cuya única aspiración es alcanzar un estado de paz, bienaventuranza y conocimiento perfecto de sí mismo, más allá del nacimiento y la muerte. Se convierte en la ofrenda del sacrificio cósmico eterno, y consciente de ello, se dedica plenamente al servicio de Dios.
Samnyasin significa también renuncia total, renuncia a lo que tiene y a lo que no tiene. Renuncia al fruto de sus acciones, ya no es el hacedor, sólo un instrumento divino. No hay más gusto ni aversiones en el smanyasin. Como su menta está siempre fija en su Ser, entonces sólo experimenta la felicidad eterna. No confundirla con la felicidad que viene a través de los sentidos, ya que estos tienen un principio y un fin y son auténticas fuentes de sufrimiento. Un samnyasin o yogui es aquel que controla los productos del deseo (lujuria, ira, orgullo, envidia…) y gradualmente vacía y sublima su mente. . En síntesis, la renuncia, el espíritu del desapego, es el principio fundamental para el despertar espiritual, para todos los yogas, para el samnyasin.
Uno de los grandes defectos míos es logar el desapego. Desapego a las cosas, personas, ideas, costumbres, hábitos. Dicen los grandes maestros, como Krishna, que el samnyasin es aquella persona que se separa del mundo, aquellos que renuncian a los deseos mundanos, pero cuya verdadera renuncia es "yo y lo mío". Samnyasa significa "renunciar, dejar ir, dejar de lado, abandonar, renunciar al mundo".
Por más que hago el intento, siempre adviene la preocupación por las cosas que requiero. Cómo voy a pagar la renta del próximo mes, qué comeré mañana. Son muchos los deseos que se mueven en mi interior. Los deseos, decía Buda, son la fuente del sufrimiento, porque ellos nos controlan, nos manipulan, nos hacen hacer lo que no queremos hacer, pensar lo que no queremos pensar, sentir lo que no queremos sentir.
En la pérdida de un ser querido, como por ejemplo mi padre, que recién falleció, pensé aplicar esta renuncia o apego al padre amado. Pero al verlo de cerca algo, ese deseo de no perderlo, de no verlo más nunca me conmovió. Costó un poco, pero luego empecé a soltarlo, a dejarlo ir y fue maravilloso experimentar cómo el sufrimiento y el dolor se fueron esfumando. Luego vino una dicha, un sentimiento de amor al saber que mi padre cumplió su trabajo en este cuerpo que estaba frente a mí, en el féretro. Ahora sólo lo recuerdo sonriendo, con ese gesto amoroso, pleno y bondadoso.
El acto de la renuncia, el camino para convertirse en un samnyasin es laborioso, que no difícil. Y es que quienes renuncian al mundo por completo, que no tienen ninguna preocupación para mañana, no se preocupen por lo que van a comer o vestir son los verdaderos samnyasin. Un samnyasin o buscador del conocimiento, un renunciante no requiere aislarse del mundo, irse a una cueva para no caer bajo los influjos del deseo.
Un verdadero samnyasin enfrenta la vida y sus dramas con sabiduría. Él se establece en buenos principios, sólo ve el bien y hace el bien a otros. Está libre de defectos y no conoce distinciones entre lo bueno y lo malo. Para este buscador no existen los gustos ni los disgustos, sólo es un testigo de cada actividad de la naturaleza, incluyendo sus propias actividades.
Samnyasin es el que ha dejado tras de sí el mundo de los deberes y deseos, cuya única aspiración es alcanzar un estado de paz, bienaventuranza y conocimiento perfecto de sí mismo, más allá del nacimiento y la muerte. Se convierte en la ofrenda del sacrificio cósmico eterno, y consciente de ello, se dedica plenamente al servicio de Dios.
Samnyasin significa también renuncia total, renuncia a lo que tiene y a lo que no tiene. Renuncia al fruto de sus acciones, ya no es el hacedor, sólo un instrumento divino. No hay más gusto ni aversiones en el smanyasin. Como su menta está siempre fija en su Ser, entonces sólo experimenta la felicidad eterna. No confundirla con la felicidad que viene a través de los sentidos, ya que estos tienen un principio y un fin y son auténticas fuentes de sufrimiento. Un samnyasin o yogui es aquel que controla los productos del deseo (lujuria, ira, orgullo, envidia…) y gradualmente vacía y sublima su mente. . En síntesis, la renuncia, el espíritu del desapego, es el principio fundamental para el despertar espiritual, para todos los yogas, para el samnyasin.
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