Del temor a la necesidad
Prócoro Hernández Oropeza
El miedo es uno de los resortes más importantes para generar una necesidad. Del temor a sufrir un accidente en auto se creó el seguro de vida, lo mismo sucedió con el agua y nos crearon la necesidad de comprarla embotellada. Antes de que esto surgiera todos podíamos consumir el agua entubada que llega a nuestra casa y más antes podíamos recogerla de los ríos o de los manantiales sin que pasara por procesos químicos para hacer consumible. Nuestro organismo estaba acostumbrado a ese tipo de agua y raras veces nos enfermábamos.
Las grandes compañías embotelladoras de refresco, por allá en los años 70, se dieron cuenta que la venta de refrescos estaba estancada. Empezaron a preocuparse de que bajasen las ventas a causa de las propiedades calóricas de los mismos, y temían que la gente volviese a beber únicamente agua del grifo. Perrier fue la primera compañía que lanzó dicho producto, y la pregunta es: ¿cómo convencieron a los clientes para comprar un producto que puede ser totalmente gratis?
Estas empresas crearon un problema que antes no existía para darle una solución al mismo con el fin de multiplicar las ventas. Para ello infundieron el temor de que el agua entubada no era potable, entonces crearon la demanda y luego los consumidores se la crean y consumen este nuevo producto, sin darse cuenta del gran engaño. Existen estudios que demuestran que el agua corriente es igual o más sana que la embotellada, así como que la segunda generalmente pierde sabor. ¿De dónde viene entonces el hábito de beber agua envasada?, Del miedo naturalmente.
Este nuevo consumo de agua embotellada no sólo es una sangría para los bolsillos del consumidor, lo peor es que son millones de botellas de plástico las que se producen para satisfacer esta demanda. De acuerdo a estudios, el 80% terminan en vertederos donde permanecen por miles de años o en incineradores para ser quemadas produciendo gases realmente nocivos. El resto es supuestamente acumulada para reciclar. Parte de esas botellas que se reciclan en Estados Unidos son llevadas a países como India para su reciclamiento.
La avaricia es una de las premisas que mueven a empresarios y gobiernos sin escrúpulo para generar riqueza, sin importar las consecuencias de sus actos. Y así como nos vendieron la idea de consumir agua embotellada, es probable que a futuro también nos quieran vender oxígeno, bajo el engaño de que el existente está no apto para respirar.
Por fortuna, en San Francisco California, el gobierno decidió prohibir la venta de agua embotellada en propiedad pública. Aquellos que violen la ley podrán pagar multas de hasta mil dólares. Para ello han decidido colocar estaciones de agua en la calle para que la gente llene sus botellas gratis. Con esta medida se pretende evitar el impacto ambiental que provocan los envases de plásticos. Se calcula que si esta medida fuera aplicada de costa a costa, los Estados Unidos se ahorrarían unos 17 millones de barriles de petróleo al año, que es lo que insume la fabricación de estos envases. Según las estadísticas, cada estadounidense consume al año un promedio de 167 botellas. Esta medida se aplicará gradualmente, de tal suerte que para el año 2020 ya no se permita la venta de agua en envases de plástico en el mercado.
Ojalá que otros países y gobiernos sensatos sigan el ejemplo. Mientras tanto yo intentaré no comprar más envases de agua y ver otras soluciones como los antiguos filtros potabilizadores.
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El miedo es uno de los resortes más importantes para generar una necesidad. Del temor a sufrir un accidente en auto se creó el seguro de vida, lo mismo sucedió con el agua y nos crearon la necesidad de comprarla embotellada. Antes de que esto surgiera todos podíamos consumir el agua entubada que llega a nuestra casa y más antes podíamos recogerla de los ríos o de los manantiales sin que pasara por procesos químicos para hacer consumible. Nuestro organismo estaba acostumbrado a ese tipo de agua y raras veces nos enfermábamos.
Las grandes compañías embotelladoras de refresco, por allá en los años 70, se dieron cuenta que la venta de refrescos estaba estancada. Empezaron a preocuparse de que bajasen las ventas a causa de las propiedades calóricas de los mismos, y temían que la gente volviese a beber únicamente agua del grifo. Perrier fue la primera compañía que lanzó dicho producto, y la pregunta es: ¿cómo convencieron a los clientes para comprar un producto que puede ser totalmente gratis?
Estas empresas crearon un problema que antes no existía para darle una solución al mismo con el fin de multiplicar las ventas. Para ello infundieron el temor de que el agua entubada no era potable, entonces crearon la demanda y luego los consumidores se la crean y consumen este nuevo producto, sin darse cuenta del gran engaño. Existen estudios que demuestran que el agua corriente es igual o más sana que la embotellada, así como que la segunda generalmente pierde sabor. ¿De dónde viene entonces el hábito de beber agua envasada?, Del miedo naturalmente.
Este nuevo consumo de agua embotellada no sólo es una sangría para los bolsillos del consumidor, lo peor es que son millones de botellas de plástico las que se producen para satisfacer esta demanda. De acuerdo a estudios, el 80% terminan en vertederos donde permanecen por miles de años o en incineradores para ser quemadas produciendo gases realmente nocivos. El resto es supuestamente acumulada para reciclar. Parte de esas botellas que se reciclan en Estados Unidos son llevadas a países como India para su reciclamiento.
La avaricia es una de las premisas que mueven a empresarios y gobiernos sin escrúpulo para generar riqueza, sin importar las consecuencias de sus actos. Y así como nos vendieron la idea de consumir agua embotellada, es probable que a futuro también nos quieran vender oxígeno, bajo el engaño de que el existente está no apto para respirar.
Por fortuna, en San Francisco California, el gobierno decidió prohibir la venta de agua embotellada en propiedad pública. Aquellos que violen la ley podrán pagar multas de hasta mil dólares. Para ello han decidido colocar estaciones de agua en la calle para que la gente llene sus botellas gratis. Con esta medida se pretende evitar el impacto ambiental que provocan los envases de plásticos. Se calcula que si esta medida fuera aplicada de costa a costa, los Estados Unidos se ahorrarían unos 17 millones de barriles de petróleo al año, que es lo que insume la fabricación de estos envases. Según las estadísticas, cada estadounidense consume al año un promedio de 167 botellas. Esta medida se aplicará gradualmente, de tal suerte que para el año 2020 ya no se permita la venta de agua en envases de plástico en el mercado.
Ojalá que otros países y gobiernos sensatos sigan el ejemplo. Mientras tanto yo intentaré no comprar más envases de agua y ver otras soluciones como los antiguos filtros potabilizadores.
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