Las puertas del misterio


Prócoro Hernández Oropeza
La puerta de entrada al santuario está dentro de ti. Rumi
Cuando estamos desesperados, desesperanzados, agobiados o simplemente sin rumbo, buscamos alguna puerta que nos dé la certeza, nos acoja o nos redima; ésa no aparece por ningún lado. Y es que esa puerta no está afuera. Sí, podemos tocar muchas, por ejemplo para conseguir un trabajo, para buscar a alguien o simplemente por curiosidad para saber quién vive detrás de ellas.
La puerta, como símbolo, es maravillosa. Desconocemos qué sorpresa nos dará al otro lado, quién nos abrirá, cómo nos recibirán, si es que hay alguien adentro. Existe tal diversidad de puertas y simbolismos. No es lo mismo la puerta de una simple casa a la de un templo, a una puerta dimensional, ¿Acaso existen? De todas, la más importante es la que te permite entrar a tu templo sagrado.
Sobre las puertas dimensionales, se dice que son portales para pasar a otras dimensiones. Yo cuando menos he estado en dos, que se suponen lo son y pueden llevarte a otro sitio. Una, dicen que se encuentra cerca de esta ciudad, Puerto Vallarta y se ubica en un lugar misterioso, plagado de piedras de río, que manos misteriosas grabaron unos signos también misteriosos. Lo curioso es que donde se encuentra el llamado Santuario del Rey, esas mismas manos esculpieron en grandes piedras, especie de sillas o tronos donde se supone se sentaba un rey antiguo. Alrededor también se ubican piedras interpuestas a semejanza de las que se encuentran en Cuzco. Son más pequeñas pero recuerdan ese ensamble tan bien dispuesto que pareciera fueron cortadas con gran precisión y tan bien dispuestas, a pesar de sus grandes tamaños.
Otra puerta se ubica en Perú, cerca del lago Titicaca. Es la puerta de Hayu Marca, que está tallada sobre unas rocas y cuya superficie es de unos ocho metros de alto por cinco o seis de ancho. En medio se ubica un recuadro y en su parte superior un pequeño hoyo. Ahí se coloca la frente y según cuentan las historias que por ese medio, el Rey Amaru Mero podía viajar a otro portal, lo mismo puede hacerlo cualquier persona. En esos dos sitios he estado. En el primero, se ubica a 45 minutos de Puerto Vallarta, cerca del poblado Las Varas, Nayarit, tuve una experiencia maravillosa. Un puñado de amigos y amigas decidimos un día acampar allá y cuando anocheció realizamos una meditación. En ella fui llevado a una zona montañosa y de pronto llegué a una puerta de piedra tallada en una de esas montañas. En medio estaba dibujada una pirámide. La puerta se abrió y divisé un corredor de unos dos metros de ancho. Entré y a los pocos minutos de caminar me encontré con Anubis, ese personaje místico del antiguo Egipto Faraónico.
Ahora se supone que Anubis es el que pesa las almas, allá en una región donde se encuentran los 42 jueces de la justicia divina que preside Osiris. Pero este es otro cuento, del que luego hablaré. Anubis, al que en otra meditación había visto, me dice: “Tú otra vez. Ahora qué quieres”. Aprovechando las circunstancias hice mi petición y a cambio me pidió que hiciera un trabajo personal. Fue maravilloso ese viaje.
En Perú, como íbamos muchos compañeros, sólo tuvimos oportunidad de pararnos en el centro de la puerta de Hayu Marca unos cuantos segundos. Hubo una sensación extraña y ciertas visiones llegaron a mi mente, al final quedé un poco mareado. Es posible que esas puertas dimensionales existan y bien vale la pena experimentar. Pero a mi juicio, la puerta más importante, como decía el poeta sufí, Rumi, está dentro de ti. A través de esa puerta puedes viajar a mundos inimaginables, no con la mente ordinaria, sino con la mente y los ojos de Dios, de tu Dios interno. Cuando estés listo, podrás visitar los templos sagrados donde habitan sabios maestros de los grandes misterios.

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