La mente sin control

Prócoro Hernández Oropeza
La mente es un poderoso instrumento que puede llevarnos a la gloria, al éxito o al fracaso. A través de ellas se expresan nuestros sentimientos sublimes y virtuosos o los más densos, tormentosos y peligrosos. Cuando la mente no está entrenada es tan rápida y está más allá de las categorías de tiempo y espacio, los pensamientos son demasiados como si fuera un panal de abejas. Esta es la mente ordinaria, o como le dicen en India, manas inferior; ella te domina, no eres tú quien piensa.
Tu mente piensa y te inundan pensamientos, tanto deseados como no deseados, intencionados, como no intencionados. En realidad no todos los pensamientos expresan lo que verdaderamente eres tú. Afirma Yogui Bajan que los lugares y personas con los que estás más sintonizado y apegado son los que usualmente llenan tu corriente de pensamientos. Si eres un arquitecto, los pensamientos que llenan tu espacio son aquellos relacionados con tu profesión; si eres un apersona lasciva o irascible ese tipo de pensamientos fluirán con más frecuencia.
Cuando la mente no está equilibrada ella nos controla. Esta mente está llena de identificaciones inconscientes, emociones, proyecciones, intenciones y apegos. Este pensamiento enmascarado se vuelve la base de muchos juicios y compromisos infructuosos. Una mente equilibrada se convierte en sirviente del alma, del Ser y esto trae como consecuencia el éxito, la felicidad y un flujo de prosperidad. Cuando esta mente está alineada con el Atman, cada pensamiento que es estimulado desde el intelecto se percibe y actúa con claridad y realidad.
En un diálogo entre Yogui bajan y su mente se percibe este tormentoso mar. Yogui Bajan le dice a su mente: “Eres perpetua, sin extensión no eres nada menos, sólo eres mi sirviente. Dime cómo me puedes servir. Intuitivamente, muéstrame a través de una visión. Si no cállate. No te necesito. ¡Yo mismo lo puedo hacer!
“No, no, no. Yo soy tu mente. Yo estoy en ti. Dios te dio a mi para servirte. Te puedo decir pros y contras, lo positivo, lo negativo y lo neutral. Yo soy muy buena. Soy la fuente de la intuición. Soy la fuente del pensamiento. Soy la fuente del éxtasis. Soy la fuente de todo”.
Yogui Bajan le contestó a su mente: “He encontrado mi fuente. Tú eres parte de mí y te has vuelto loca, idiota, así que no me hables con esta basura. Déjame hacer devoción. Mi mente, no quiero nada de ti. Vete a algún otro lado, sírvele a otro. Yo he visto todo y, ahora, es mi tiempo y mi privilegio pronunciar Wahe guru (el que te lleva de la oscuridad a la luz). Si no puedes ver a Dios en todo, no puedes ver a Dios para nada”.
En las ocho ramas de la práctica de la yoga de Patanjali, cuatro nos habla de cómo controlar esta mente y alinearla con mi Dios interior. Pratyahar, que es controlar y sincronizar la mente al infinito, la ciencia de encontrar el núcleo de todo lo finito, el cual es infinito. Dharana es concentración, sostener la mente dentro de un centro de conciencia o un objeto. Dyana que es meditación, unión profunda con el objeto de la concentración, lo cual causa un flujo de ondas de pensamientos ininterrumpidos y continuos, a los cuales el meditador no reacciona. Uno es consciente de sus pensamientos, pero no se involucra con ellos. Samadhi es la identificación total con el espíritu, una experiencia profunda con nuestro Dios interno, entonces Dios y yo somos uno, ya no hay separación. Es entonces cuando la mente se alinea con nuestro Dios interior y se convierte en su sirviente, ya no está más alineada con nuestros demonios internos. Este es un trabajo de todos los días y un buen propósito para este nuevo año.




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