Mandela, el invencible

Prócoro Hernández Oropeza
"La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad”. Nelson Mandela
En el mundo pocos hombres llegan a convertirse en luz o en una inspiración viviente. Nelson Mandela lo hizo, de tal forma que a su funeral asistieron mandatarios de las principales naciones, líderes de diversas ideologías, como Barack Obama o Raúl Castro. Dos dignatarios de países que se han visto como enemigos y que al momento de encontrarse se dieron la mano.
Precisamente esa fue una de las virtudes de Nelson Mandela, la búsqueda de reconciliación, la paz y el perdón. Porque luego de cumplir 27 años en prisión Mandela nunca se sintió preso ni rencoroso. Su ideal era buscar la reconciliación entre dos razas aparentemente distintas, una blanca y otra negra, una que se sentía superior y otra dominada; dos razas que por cuestiones del destino se juntaron en ese pedazo del planeta.
La diferencia entre un hombre ordinario y otro que logra trascender la dualidad está en su enfoque de lo que le sucede. Mientras el ordinario, con tantos anos en la cárcel podría haber sucumbido, sentirse derrotado, enfermo o simplemente víctima del sistema, Mandela trascendió esa dualidad, no se identificó con el sufrimiento, los maltratos, humillaciones y el desprestigio. El se dijo para sí mismo: “Podrán encarcelar mi cuerpo, pero no mi mente”, ese pensamiento que ya antes lo había vivido el judío Víctor Frankl en un campo de concentración alemana, lo inspiró para no identificarse con la derrota. Al contrario lo fortaleció.
Además de escribir cinco libros, esculpió frases lapidarias o intensas como estas: "No es valiente aquel que no tiene miedo sino el que sabe conquistarlo". "La mayor gloria no es nunca caer, sino levantarse siempre". Mandela tuvo ese poder de dominar el miedo y enfrentarse, no sólo a enemigos visibles como un régimen de gobierno autoritario, represivo y discriminador, sino y sobre todo a sus enemigos internos, como el miedo y la ira.
Ese dominio lo demostró cuando, al momento de asumir el puesto como presidente de su país, invitó a su toma de protesta a sus carceleros, o cuando asumió el cargo y los antiguos empleados blancos del gobierno anterior estaban empacando sus pertenencias, les pidió que se quedaran si aceptaban trabajar con respeto y armonía. Esto generaba controversias con sus aliados, pero Mandela sabía lo que hacía. En esta frase se condensa parte de su filosofía: "La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario".
La palabra Ubuntu condensa también parte de su filosofía y su práctica. Ubuntu es una regla ética sudafricana que se enfoca en la lealtad de las personas y las relaciones entre éstas. Esta palabra proviene de las lenguas zulú y xhosa y posee varios significados, tales como "Humanidad hacia otros", “Soy porque nosotros somos"; "Una persona se hace humana a través de las otras personas"; "Una persona es persona en razón de las otras personas"; "Todo lo que es mío, es para todos"; "Yo soy lo que soy en función de lo que todos somos"; "La creencia es un enlace universal de compartir que conecta a toda la humanidad"; humildad y empatía.
Mandela era una persona con Ubuntu, abierta y disponible para los demás, que respaldaba a los demás, no se sentía amenazado cuando otros eran más capaces y buenos en algo, porque estaba seguro de sí mismo ya que sabía que pertenecía a una gran totalidad, que decrecía cuando otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos. Vive en eterna paz.

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