Los niveles del Ser

Prócoro Hernández Oropeza

La cruz posee muchos simbolismos, el más conocido es el uso que se le dio para dar muerte a un gran Avatara, a Jesús de Nazaret. Es la crucifixión, la representación del drama y muerte del nazareno. Pero la cruz ha tenido otros significados, inclusive más allá de las fronteras de Israel ese signo se ha usado en diferentes culturas y épocas muy distintas: la cruz suástica, egipcia, copta, celta, escandinava, inca, azteca, hugonota, de Malta.
En el cristianismo es una línea vertical atravesada en su parte superior por una línea horizontal y que puede significar un "árbol de salvación". Otras interpretaciones místicas sostienen que la porción vertical representa la divinidad de Jesús y la horizontal su humanidad. Más allá de estos simbolismos, la cruz representa también nuestro camino por este mundo. La línea horizontal es el plano ordinario en el que vivimos, la mayoría de las veces inconscientes, controlados por la mecanicidad de la vida, de la dualidad. Un momento felices, otros en sufrimiento, a veces despiertos, muy pocos, la mayoría del tiempo durmiendo, aunque afirmemos que no lo estamos.
El palo vertical se corresponde a nuestros niveles de desarrollo espiritual o de progresión espiritual. En este plano, unos están más avanzados, otros apenas iniciando el ascenso, no importa la edad. Es la escalera que nos llevará al cielo algún día.
La muerte de Jesús en la cruz también es el camino que debemos seguir. Eso no significa que tengamos que morir físicamente como él. No. El gran Kabir nos legó un mapa, como muchos otros maestros o mensajeros lo han hecho. Ir a la cruz, morir en la cruz significa que a diario debemos eliminar aquello que no es nuestro, desechar esos agregados psicológicos que controlan nuestra mente, emoción y acción. Ira, coraje, celos, impaciencia, orgullo, avaricia, envidia, gula, pereza.
Es un proceso constante de auto observación de nuestros yoes, de cómo operan en nuestra psique y la forma en que se manifiestan físicamente a través de nuestros pensamientos, emociones y acciones. Un proceso también de desidentificación de los deseos, de los objetos del deseo. Procesos constantes de desapego de nuestras acciones.
Esta enseñanza no se proporciona en ninguna escuela pública o privada, porque es un conocimiento que desdice o atenta contra esas verdades oficiales. Aquellos creen que con sólo asistir a un ritual, a misa, hacer oración o comulgar lavarán todos sus pecados. Si los rituales fueran mágicos, todos los que asisten cada año a venerar a la virgen de Guadalupe, a quienes realizan el recorrido por Santiago de Compostela, en España o van en peregrinación a la Meca en Arabia, ya estarían salvados de la rueda del Samsara o iluminados.
Por cierto, Nanak, uno de los grandes gurús de la antigua India, un día llegó a la Meca y se acostó con los pies apuntando hacia esa piedra santa. Llegó el guardia y lo amonestó porque eso era una falta de respeto a la casa de Dios. Nanak no se movió. El guardia fue a ver a su superior y le dijo lo que pasaba con este hombre necio. El sacerdote, muy enojado, llegó ante Nanak y le dijo que era un irrespetuoso, pues estaba ofendiendo la casa de Dios y le pidió que se moviera. Nanak le contestó: ¿Dime donde no está Dios? El sacerdote ordenó que lo movieran, pero al hacerlo también se movía la Meca. Con ello demostró que los rituales y ordenanza no son todo. Lo más importante es cómo adoras a Dios, cómo lo aprecias y lo vives. Como dijo Jesús: “Quien desee venir en pos de mí, niéguese a sí mismo (disuelva el yo), tome día tras día su cruz y sígame”.

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