El esfuerzo correcto
Prócoro Hernández Oropeza
Todos o la mayoría trazamos metas en nuestras vidas, unas muy ambiciosas, otras sencillas. Unos buscan el poder, otros el conocimiento, la riqueza, a cual más todo eso y además la felicidad. Pocos anhelan encontrar la paz interior, la riqueza espiritual, la iluminación. Los primeros buscan afuera, los segundos lo hacen adentro, en su interior.
De todos ellos pocos alcanzan a amasar fortunas, éxito, poder, reconocimiento. Según estudiosos del desarrollo humano, quienes lo han logrado es porque tuvieron una visión, se propusieron metas y después de mucho desearlo se pusieron a trabajar hasta lograr esa visión. Unos lo hicieron basados en principios, otros lo hicieron como pudieron sin importar los medios, sólo sus fines, dañando o a costa de otros, sin principios. Los primeros han perdurado, incluso por generaciones, los segundos sólo por algún tiempo o años, pero al final sus éxitos desaparecieron, se desmoronaron.
Aquellos que realizan sus esfuerzos, trabajan con tesón y no logran sus cometidos o visiones en los plazos que se propusieron, fracasan, desisten y se sienten derrotados, frustrados, desilusionados. Se sienten perdedores y mueren como unos fracasados. No disfrutaron sus vidas porque vivieron presas de sus deseos y tentaciones.
Las lecciones que debemos aprender de ésta búsqueda del éxito o de la fortuna es que hagas lo que hagas, realízalo sin esperar el fruto de tus acciones. Simplemente disfruta lo que haces momento a momento, como si fuera el último instante de tu vida. Es como si estuviéramos jugando un partido de fútbol, disfrutar cada movimiento, cada jugada, sin importar si ganas o pierdes. Si te dejas llevar por este flujo de la vida, sin expectativas ni pretensiones, al final vendrá la recompensa.
Recuerdo aquella ocasión que participé en un torneo de boliche. Mi pareja y yo no éramos los mejores, ocupábamos el cuarto o quinto lugar en la posición de tiro de bolos. En los tres últimos torneos lográbamos llegar a finales. No había secretos, simplemente teníamos la intención de llegar a las finales, no para llevarnos un trofeo o ser reconocidos como campeones, únicamente disfrutando el juego. La cuestión es que cuando llegas a ser un finalista, todo mundo te está viendo y eso pone nerviosos a muchos.
Llegado ese momento, el último partido para definir al campeón, le decía a mi compañero que jugara sin tensión, sin expectativas, que lo disfrutara. Así lo hicimos, inclusive en los últimos tiros llegué a tirar cuatro chuzas seguidas, lo que nunca antes hice. Fue así como logramos el tetracampeonato en boliche. Si queremos disfrutar la vida, debemos vivirla intensamente, conectados con el amor, las virtudes, la armonía. Vivir como instrumentos divinos danzando con los ritmos del universo.
Para ilustrar esto del esfuerzo correcto, les dejo este cuento hindú, que se llama precisamente:
El esfuerzo correcto
Un hombre decidió cavar un pozo en un terreno que poseía. Eligió un lugar y profundizó hasta los cinco metros, pero no encontró agua.
Pensando que aquel no era el sitio idóneo, buscó otro lugar y se esforzó más llegando hasta los siete metros, pero tampoco esta vez halló agua. Decidió probar una tercera ocasión en distinto lugar, y cavar aún mucho más, pero cuando llegó a los diez metros, concluyó que en su terreno no había agua y que lo mejor era venderlo.
Un día fue a visitar al hombre al cual había vendido el terreno, y se encontró con un hermoso pozo.
-Amigo, mucho has tenido que cavar para encontrar agua, recuerdo que yo piqué más de veinte metros y no encontré ni rastro -dijo el recién llegado.
-Te equivocas -contestó el aludido-. La verdad es que yo sólo cavé doce metros, pero a diferencia de ti, siempre lo hice en el mismo sitio.
Todos o la mayoría trazamos metas en nuestras vidas, unas muy ambiciosas, otras sencillas. Unos buscan el poder, otros el conocimiento, la riqueza, a cual más todo eso y además la felicidad. Pocos anhelan encontrar la paz interior, la riqueza espiritual, la iluminación. Los primeros buscan afuera, los segundos lo hacen adentro, en su interior.
De todos ellos pocos alcanzan a amasar fortunas, éxito, poder, reconocimiento. Según estudiosos del desarrollo humano, quienes lo han logrado es porque tuvieron una visión, se propusieron metas y después de mucho desearlo se pusieron a trabajar hasta lograr esa visión. Unos lo hicieron basados en principios, otros lo hicieron como pudieron sin importar los medios, sólo sus fines, dañando o a costa de otros, sin principios. Los primeros han perdurado, incluso por generaciones, los segundos sólo por algún tiempo o años, pero al final sus éxitos desaparecieron, se desmoronaron.
Aquellos que realizan sus esfuerzos, trabajan con tesón y no logran sus cometidos o visiones en los plazos que se propusieron, fracasan, desisten y se sienten derrotados, frustrados, desilusionados. Se sienten perdedores y mueren como unos fracasados. No disfrutaron sus vidas porque vivieron presas de sus deseos y tentaciones.
Las lecciones que debemos aprender de ésta búsqueda del éxito o de la fortuna es que hagas lo que hagas, realízalo sin esperar el fruto de tus acciones. Simplemente disfruta lo que haces momento a momento, como si fuera el último instante de tu vida. Es como si estuviéramos jugando un partido de fútbol, disfrutar cada movimiento, cada jugada, sin importar si ganas o pierdes. Si te dejas llevar por este flujo de la vida, sin expectativas ni pretensiones, al final vendrá la recompensa.
Recuerdo aquella ocasión que participé en un torneo de boliche. Mi pareja y yo no éramos los mejores, ocupábamos el cuarto o quinto lugar en la posición de tiro de bolos. En los tres últimos torneos lográbamos llegar a finales. No había secretos, simplemente teníamos la intención de llegar a las finales, no para llevarnos un trofeo o ser reconocidos como campeones, únicamente disfrutando el juego. La cuestión es que cuando llegas a ser un finalista, todo mundo te está viendo y eso pone nerviosos a muchos.
Llegado ese momento, el último partido para definir al campeón, le decía a mi compañero que jugara sin tensión, sin expectativas, que lo disfrutara. Así lo hicimos, inclusive en los últimos tiros llegué a tirar cuatro chuzas seguidas, lo que nunca antes hice. Fue así como logramos el tetracampeonato en boliche. Si queremos disfrutar la vida, debemos vivirla intensamente, conectados con el amor, las virtudes, la armonía. Vivir como instrumentos divinos danzando con los ritmos del universo.
Para ilustrar esto del esfuerzo correcto, les dejo este cuento hindú, que se llama precisamente:
El esfuerzo correcto
Un hombre decidió cavar un pozo en un terreno que poseía. Eligió un lugar y profundizó hasta los cinco metros, pero no encontró agua.
Pensando que aquel no era el sitio idóneo, buscó otro lugar y se esforzó más llegando hasta los siete metros, pero tampoco esta vez halló agua. Decidió probar una tercera ocasión en distinto lugar, y cavar aún mucho más, pero cuando llegó a los diez metros, concluyó que en su terreno no había agua y que lo mejor era venderlo.
Un día fue a visitar al hombre al cual había vendido el terreno, y se encontró con un hermoso pozo.
-Amigo, mucho has tenido que cavar para encontrar agua, recuerdo que yo piqué más de veinte metros y no encontré ni rastro -dijo el recién llegado.
-Te equivocas -contestó el aludido-. La verdad es que yo sólo cavé doce metros, pero a diferencia de ti, siempre lo hice en el mismo sitio.
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